Esposa de mi jefe

Capítulo 54

No sé por qué, pero estoy más que feliz que solo haya sido un mal sueño, me siento en el comedor junto a Alexander y el tío Frank, quien no para sus bromas por mis shorts, al menos divierte a mi padre, pero a mí no, ya estoy molesta y voy a comenzar mi venganza.

—Alekpool —ríe nuevamente y bufo.

—Ni el café me puedo tomar en paz —escucho unos pasos detrás de mí y volteo en esa dirección, Oliver se está acercando y nos mira con desconcierto.

—Oliver. ¿Cómo puedes dormir al lado de esos repetidos Deakpool? —pregunta el tío Frank, Oliver lo mira y frunce el ceño.

—Es Deadpool. ¡DEADPOOL! —espeto.

—¡Ah! —exclama Oliver y ríe a carcajadas—. Creo que ya me acostumbré.

Oliver saluda al tío Frank y a mi padre, quien le contesta sonriente mientras lleva un sorbo de café a su boca. Se acerca a mí y me da un tierno beso en la mejilla.

—No solo tiene de Deadpool —continúa, dirigiéndose a la cafetera—, también tiene de Bob Esponja, las Tortugas Ninjas, los Cuatro Fantásticos. ¿Qué más, Alex? Recuérdame.

—El Hombre Araña, Batman, el gemelo perdido del tío Frank, Shrek —todos ríen excepto Frank, quien me mira con una expresión neutral y sus labios son una raya recta.

El tío Frank mira a Oliver, quien lleva una camiseta sin mangas dejando al descubierto sus musculosos brazos.

—Alexander. ¿Recuerdas que tenía los brazos así cuando era boxeador profesional? —cuestiona, viendo a mi padre, quien frunce el entrecejo.

—Franklin, agarrarte a golpes con todos los de la cuadra no te hace un boxeador profesional —añade mi padre con toda la seriedad que ha podido recoger.

—Buena época de mi vida, buena época —agrega el tío Frank, mirando hacia la ventana tomando un sorbo de café, me causa gracia, dejaría de ser hijo de la abuela.

—Ahora entiendo a quién salió Alex tan agresiva —Oliver se sienta a mi lado con su taza de café. El tío Frank ríe levemente.

—Alex es peor —añade.

—¿Recuerdas la vez que te dio una patada y te desmayaste? —mi padre ríe y Frank me mira con su cara de desaprobación.

—Sí me acuerdo —dice, llevando la taza de café a su boca y continúa sin quitar su mirada matadora de mí.

—¿Cómo? —pregunta Oliver y nos mira alternadamente, yo no puedo evitar soltar una risa sin quitar mi mirada de la suya.

—Frank le dijo que le mostrara lo que le estaban enseñando en kick-boxing —mi padre ríe. El tío Frank quita su mirada macabra de mí y la clava en Oliver.

—Me dio una patada en la sien.

Oliver me mira con una extrema expresión de asombro arqueando una ceja mientras mi padre no se puede contener las risas. Yo no sabía que eso le había causado tanta gracia y ahora recuerdo su carta, él dijo que algunas veces tenía que encerrarse para poder reír tranquilo. Y el tío Frank continúa.

—Nunca me imaginé que ese fideíto pálido golpeara tan fuerte —¿me acaba de llamar espagueti?

—Al escuchar estas cosas no sé si reír, o llorar por lo que me espera —se mofa y el tío Frank esboza una sonrisa.

—Y mejor no te cuento más porque si no la Alexita terminará divorciada antes de que termine este año —todos ríen, yo no le veo la gracia. Continúan una aburrida plática sobre ejercicios para musculación, mi padre me observa y lo miro con intriga.

—¿Cuándo vuelven? —pregunta, mientras toma un sorbo de café.

—Tal vez en unos días —contesto, quitando mis ojos de los suyos. Él asiente con su cabeza y observa pensativo a través de la ventana.

—Alexander —inconscientemente llevo mi mano a la suya—, prométeme que no irás a ningún lado —él me mira desconcertado y frunce el ceño.

—No pienso hacerlo, Alex. ¿Por qué? —no voy a comentar nada de lo que soñé, aún me es extraño. Él mira mi mano sobre la suya y de inmediato la aparto llevándola hacia mi taza de café para tomar un sorbo.

—Por nada —contesto—. ¿Dónde están mamá y Stefanie? —intento evadir el tema.

—Fueron a poner una denuncia al malnacido ese de Evan.

—¡Por fin! —exclamo y resoplo. Malnacido Evan, hijo de puta, ojalá lo violen en la cárcel y lo manden a la enfermería con un desgarre…

Alex, cálmate.

—Estará en la cárcel, sin trabajo y con un brazo roto por culpa de Frank —sonríe levemente, el tío Frank nos mira.

—Que agradezca que no lo dejé parapléjico —habla Frank, típico de él, golpear a todo el mundo.

Subo a la habitación, Oliver, Frank y Alexander se han quedado hablando de gimnasio y esas cosas que a mí no me interesan. Me despojo de mi ropa y tomo una ducha, el agua recorre mi piel y siento cómo relaja cada una de mis entrañas, cierro los ojos e inmediatamente imágenes de mi sueño con Alexander comienzan a aparecer y un dolor se instala en mi pecho, yo no quiero que le pase algo. ¿Será una señal de que debo perdonarlo? Pero no puedo hacerlo si aún siento remordimiento, una carta no arregla muchos años de problemas, suspiro. Termino de ducharme y salgo solo con la toalla alrededor de mi cuerpo.

Oliver está hablando por teléfono sentado en la orilla de la cama y por sus expresiones «maldito», «perro», «vete a la mierda», sé que habla con David.

—Una patada en el culo es la que te voy a dar, me devuelves esa tarjeta sin ningún centavo faltante… —no puedo evitar reír, Oliver me mira y también ríe. No escucho lo que le logran decir del otro lado, pero por su expresión sé que fue algo gracioso. Me siento a horcajadas sobre él y comienzo a besar su cuello.

—Alex —murmura—, espera, estoy molesto con David, usó la tarjeta de la empresa para comprar tampones.

—¿Qué? —frunzo el ceño, él continúa con sus regaños hacia David. Continúo mis besos de una forma más sensual. Tomo su mentón y comienzo a devorar sus labios.

—Ahora voy a quebrantar tu inocencia —susurro en su otro oído mientras quito la toalla de mi cuerpo y él me mira con brillo en sus ojos.

—Eso sonó bien en ti —dice, mientras observa mis labios—. ¡A la mierda, David! —exclama colgando la llamada, me toma por la cintura y en un ágil movimiento se ubica sobre mí—. Hazlo.




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