Esposa de mi jefe

Capítulo 62

—Cuando tengan un mal día, recuerden que Alex cayó por las escaleras arruinando su propia fiesta sorpresa de cumpleaños —si algo molesta más que un grano en el trasero es el tío Frank. Todos ríen por su comentario sin importarles mis sentimientos.

—Alienígenas, por favor, secuéstrenme, hagan experimentos conmigo, no lo sé, cualquier cosa es mejor que escuchar esto —finjo lloriquear viendo hacia arriba sentada frente al pastel mientras la abuela enciende las velas.

—Bueno, luego me cuentas cómo te fue porque es seguro que te van a regresar —habla Frank, sosteniendo una cerveza.

—O se cae de la nave espacial —la abuela se mofa, interrumpiendo al tío Frank, sí, mi propia abuela y todos vuelven a carcajearse. Abuela, abuela... Contaré tus secretos.

—¡Alex! —la voz de Natalie interrumpe mis pensamientos de mudarme a China—. ¿Por qué encontré tu gorro de cumpleaños en la basura? —me mira con esos enormes ojos castaños que sabe que me dan miedo.

—Ehmm. Este... Lo había perdido —rasco la parte de atrás de mi cabeza poniendo mi cara más humilde posible—. ¡Qué bueno que lo encontraste! —finjo emoción.

—¡Claro! Y por eso está pisoteado y arrugado —¡joder! ¿Ahora qué me invento? Se acerca a mí acomodando y limpiando el puto sombrero rosa escarchado y con listones de colores, lo pone en mi cabeza y sonríe.

—Ya estás lista. Todos a cantar Feliz cumpleaños.

Y comienzan... Intento parecer avergonzada y que no me gusta esto, pero, la verdad, es que siempre muero de emoción cuando me cantan Feliz cumpleaños y me hacen apagar las velas mientras pido un deseo. Pero ya no confío en eso de pedir deseos, desde los cuatro años mi deseo ha sido ver un fantasma y no, nunca se cumplió.

—Ahora, apaga las velas y pide un deseo —la abuela toma pose con su cámara a la antigua.

Cuando comienzo a apagar las velas Rosa me deslumbra con el flash de su celular. ¡Ahh! Me va a dejar ciega.

—Rosa... —riño, frotando mis ojos y ella comienza a teclear.

—Á-l-b-u-m-c-u-m-p-l-e-a-ñ —Rosa comienza a mencionar letra por letra mientras mueve sus dedos sobre el celular bastante despacio—. Lo siento, es para mi Feibu —sonríe y todos la miran con intriga.

—¿Se refiere al Feibul? ¿La bebida energizante? —la abuela pregunta con el ceño fruncido, Oliver quiere reír, pero se contiene, me mira y se retira de ahí, sí, ya sé que es para reírse tranquilo allá afuera.

—Abuela, la bebida energizante se llama Redbull.

—¡Ahh! Con razón en el supermercado me dijeron que no conocían esa bebida y yo los llamé idiotas —ríe sonoramente, el señor Anderson la mira y quiere reír, pero mejor da la vuelta y comienza a ver un cuadro de un paisaje que está colgado en la pared conteniendo una carcajada mientras sostiene una copa de vino.

—Ignoren a mi madre, termina de apagar las velas, Alex, quiero pastel —el tío Frank arrastra una silla y se sienta a mi lado viendo la torta con entusiasmo. Frunzo el entrecejo, pero ¿ya qué? Yo también quiero.

Apago todas las velas y todos comienzan a aplaudir, el primero en acercarse a darme un abrazo es mi padre, sí, él; por primera vez en la vida escucho un «Feliz cumpleaños» de su parte, y al verlo recuerdo lo del sueño y algo se instala en mi pecho, yo no quiero que algo le pase, lo rodeo con mis brazos y él hace los mismo; después todos, uno a uno me abrazan, excepto el tío Frank que ya se está sirviendo pastel, Oliver se acerca a mí y me da un efusivo abrazo e incluso me levanta entre sus brazos.

—Feliz cumpleaños, mi muñeca —me da un beso en los labios acompañado con una sonrisa que no correspondo.

—Tú... me tienes molesta —pincho con mi dedo índice su musculoso pecho y lo miro fijamente una vez que mis pies han tocado el suelo—, me hiciste dar vueltas allá arriba con emoción para ni mierda —él solo ríe y me observa a los ojos.

—Lo siento —vuelve a reír, esto para mí no es divertido—. Por cierto, tengo algo para ti —inmediatamente mis sentidos se alertan, espero que no sea otro juego porque lo golpeo; él se separa de mí y lo veo subir por las escaleras, quiero seguirlo cuando el tío Frank se para frente a mí.

—Alex, yo soy malo para los regalos, así que toma —me extiende un billete de 100 dólares—, cómprate otro short de Deakpool por Amazon —lo miro achicando mis ojos.

—Es Deadpool, Frank —digo, tomando los 100 dólares sin quitarle la mirada de encima.

—Alexander —llama la atención de mi padre, quien conversa con el señor Anderson y estoy segura de que es sobre el vino, mi padre voltea a verlo con intriga—, me acabas de prestar 100 dólares, te los pago el próximo mes.

Ahora entiendo por qué está divorciado y no volvió a casarse.

Mi padre lo mira desafiante, no me da tiempo de protestar cuando Frank camina hacia ellos. Oliver viene a paso rápido hacia mí y sostiene una caja envuelta a la perfección con un moño en el centro. Mis ojos brillan, me extiende la caja con una sonrisa, rápidamente la tomo y la comienzo a abrir, odio las sorpresas porque me emocionan. Cuando llego a la caja interior observo la figura, es una cámara, sonrío al verla y llevo mis ojos a los suyos.

—¿Es en serio? Bueno, espero que no sea «la» cámara —él suelta una risota y vuelve a enrollar sus manos en mi cintura.

—No es «la» cámara, pero sí es muy buena, para todos los viajes que haremos juntos, muñeca —me hace esbozar una amplia sonrisa, yo amo viajar y amo la fotografía, sería hacer cosas que amo con la persona que amo, qué enredo.

—Señor Anderson, renuncio. Me haré fotógrafa —sigo con mi mirada puesta en la cámara. Oliver ríe cuando escucho los tacones de Natalie acercarse a nosotros a toda carrera. No sé cómo lo hace, yo descalza caí por las escaleras.

—Alex —dirijo mi mirada a ella, su vestido azul es mucho más apretado que el mío y aun así corre sin problemas y con esos enormes zapatos, sostiene algo que parece un cuadro y está cubierto con una manta, observa mi cámara y chilla, mis tímpanos se resienten.




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