Esposa de mi jefe

Capítulo 66

¿David? ¿Por qué David haría algo así? No lo creo, por favor, Dios. David no. Oliver continúa leyendo, por la expresión en su rostro sé que está molesto, aprieta el periódico con fuerza mientras continúa su lectura, el señor Anderson lleva una mano a su cara y la pasa por su cabello a modo de frustración.

—¡Oliver! Mírame —espeta, Oliver levanta la vista y el señor Anderson se acerca, pone sus manos sobre el escritorio y lo observa fijamente—. ¿Es verdad eso dicho en el periódico? ¿Sí o no?

Y esta es la parte en la que te encuentras entre la espada y la pared, donde sabes que si mientes te hundes y si dices la verdad también, donde te das cuenta de que no importa lo que digas porque ambas repuestas traen problemas y ambas traerán consecuencias; Oliver no contesta una palabra, solo lo observa a los ojos, los dos se miran y el señor Anderson dirige su atención a mí.

—¿Alexandra? ¿Es o no es verdad? —ahora pone esa fija mirada en mí, yo no sé qué hacer; un nudo se instala en mi garganta e intento tragarlo porque lo que menos quiero son lágrimas aquí.

—Sí, es verdad, papá —enuncia Oliver, él inmediatamente quita su mirada de furia de mí para volverla a mi esposo.

—Qué decepción —musita luego de unos segundos, mientras lleva sus manos a su cintura apartando su saco gris, voltea a ver a la señora Margot, quien está cruzada de brazos solo observando la escena—. ¿Lo ves, querida? Y tú jurabas que eso no podía ser verdad.

La señora Margot nos mira, alternadamente. Sale de la oficina y cierra la puerta a sus espaldas, esto no puede estar pasando.

—Con nosotros no cuenten para la supuesta boda que harán para renovar votos y no sé qué más estupideces —continúa el señor Anderson—, no voy a seguir jugando una farsa.

—Papá, ya no es una farsa, escúchame... —Oliver quiere ponerse de pie, por lo cual me levanto de sus piernas, yo no tengo palabras para este tipo de situación.

—No quiero escuchar nada, Oliver —interrumpe—. No puedo creerlo, ustedes dos —levanta su dedo índice para señalar a Oliver, y luego a mí— dejan de existir para mí. ¿Entendieron?

Lágrimas comienzan a salir de mis ojos. No puedo creer que hace unos meses estaba tan feliz a punto de explotar, y que hoy, todo eso se vaya a la borda. El señor Anderson se encamina a la puerta de la oficina, pero no sin antes dedicarme una mirada de decepción, que me hace sentir más culpable.

Oliver está parado ahí, no dice una palabra, observa al señor Anderson retirarse y luego vuelve sus ojos al periódico, lo estruja con una mano y la otra la lleva a su cabello mientras vuelve a leerlo y aprieta su mandíbula, yo tampoco puedo articular una palabra.

Sale de la oficina, con sus puños cerrados, por un momento no reacciono, todas mis terminaciones nerviosas se niegan a responder mientras pienso cómo se tomará esta noticia mi padre y con su enfermedad. Cómo ya mi boda no va a ser igual sin la familia de Oliver presente, con mi madre posiblemente molesta y mi padre decepcionado por haber mentido todo este tiempo.

Quiero ir donde está él, y decírselo por mí misma antes de que lo sepa por otro medio, pero al mismo tiempo, prefiero que las cosas se apacigüen para poder hablar con él tranquilamente y explicarle.

Salgo de la oficina a toda prisa y me encamino hacia la de David, sé que ahí está Oliver y debe estarlo agarrando a golpes, comienzo a correr, no sé por qué, pero no creo a David capaz de arruinarle la vida a alguien más, especialmente a una semana de una boda.

Entro y ahí está Andi llorando a mares, está sentada y con sus manos está cubriendo su rostro mientras tiene los codos sobre sus rodillas. No sé por qué ya presentía que tenía algo que ver. Oliver tiene a David contra la pared, sosteniéndolo con ambas manos de su saco, mientras David con una mano sostiene un teléfono celular.

—OLIVER. ¡JODER! TE ESTOY DICIENDO QUE NO FUI YO. ESTOY INVESTIGANDO QUIÉN PUTAS HA DICHO ESO —los ojos de David están llenos de furia y empañados, ambos se miran ferozmente y me acerco a ellos para intentar separarlos.

—Oliver, basta, por favor —espeto, intentando ponerme entre ellos antes de que se agarren a golpes, Oliver lo suelta un poco, sin despegar su mirada de él con una expresión neutral, lo tomo del brazo y tiro de él lejos de David, quien comienza a marcar un número.

—Juro que voy a demandar a estos hijos de puta —ahora camina hacia Andi, quien levanta su mirada al escucharlo— y te juro —señala a Andi con su dedo índice— que si tú tuviste algo que ver te haré la VIDA IMPOSIBLE —grita.

—Pero yo ni siquier... —Andi vuelve a llorar sin siquiera terminar la oración.

David comienza a gritar por el teléfono, estoy segura de que es a los del periódico. Ni siquiera presto atención, Oliver está viendo por la ventana y es a la serie de reporteros fuera de la empresa.

Pienso en mi padre una y otra vez, esto no se lo va a tomar bien. Es mejor hablar con él, antes de que reaccione de una forma trágica.

—Oliver —tomo su antebrazo para girarlo hacia mí—, necesito ir donde mi padre, urgente —Oliver me mira, no tiene alguna expresión en su cara, ni siquiera mencionó su típico «voy contigo», creo que tiene broncas más importantes aquí—. No quiero que se dé cuenta por un periódico, y es muy probable que tenga la misma reacción que tu padre.

—Déjame hacer unas llamadas —Oliver se saca el celular de su bolsillo y sale de la oficina. David continúa gritando a los del periódico con todas las malas palabras que puede, Andi continúa llorando y no siento nada de pena por ella, aunque David sí pudo tener algo de culpa. ¿Por qué diablos hablaría algo así con su asistente? ¿Qué se puede esperar de una mujer que engaña a su marido? Todo menos confianza.

Estoy tan distraída, ni siquiera me percato de todos los reporteros que nos rodean, ni siete guardias de seguridad son suficientes, ni siquiera presto atención a lo que preguntan y Oliver se niega a responder algo; no puedo pensar con claridad, siento una angustia dentro de mí, todo se está acumulando, me dará un colapso nervioso en cualquier momento. Oliver regresa unos minutos después y sin mencionar una palabra todo el camino me lleva hasta el aeropuerto, sé que él está pensando miles de cosas también, al igual que yo y la primordial... Mi padre va a odiarme por esta mentira.




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