Esposa de mi jefe

Capítulo 70

Camina hacia mí a toda prisa, mientras yo lo observo con intriga. ¿Qué putas puede estar haciendo Oliver aquí? Eso activa todas mis alarmas... Lo que faltaba... Que haya venido a este lugar a verse con la zorra esta, me toma del brazo y me suelto de su agarre.

—¿Qué hacías en un restaurante con esta puta esta mañana? —pregunto, mis ojos reflejan furia, juro que acabaré con estos dos hoy mismo.

—Alex... Vamos, hablamos en casa —menciona con voz apacible, y ve a Lauren que limpia la sangre que emana por su nariz con lágrimas en sus ojos.

¡Una mierda hablaré en casa! Aparto a Oliver de mí, entregándole la maldita identificación mientras camino hacia la puerta de salida. Escucho los pasos de Oliver detrás de mí, pero estoy tan absorta en mis pensamientos de odio que no presto atención por mucho que llame mi nombre.

—Oliver... —menciona la puta, con un tono empalagoso y su voz quebrada. ¡Qué rabia que me da esta mujer! Apenas se ha logrado poner de pie, doy la vuelta a paso rápido y me lanzo hacia ella acorralándola contra la pared con mi antebrazo en su cuello. Sé que estoy apretando con fuerza. Inmediatamente siento los brazos de Oliver rodear mi cintura e intentar alejarme de ella, comienza a toser. Mejor me voy, no estoy bien y no quiero terminar despellejándola.

—Juro que te voy a demandar por esto —menciona la puta, intento soltarme de los brazos de Oliver, pero no me deja, continúa su camino y me toma fuertemente.

—Hazlo, me vale una mierda. Así les podré contar a todos que te golpeé por lo puta que eres —ojalá todos hayan escuchado eso, no me quedo a oír qué más tiene por decir, acepto ir a la cárcel, pero feliz. Al salir de aquel lugar Oliver me gira hacia él y me mira incrédulo.

—Alex. ¿Qué hiciste? ¿Por qué...?

—Claro, defiéndela —ahora sí lágrimas comienzan a brotar por mis ojos, pero lágrimas de rabia, ahora todo es lágrimas en mí, ni yo me entiendo—. ¡Lo que me faltaba! Que vinieras a verte con esa zorra —sollozo, y me siento en el pavimento a llorar, lágrimas brotan como cascadas y llevo mis manos a mi cara, tantas cosas acumuladas no me sientan bien. Ya no puedo con esto.

—Alex, mi amor, cálmate, por favor... —habla con un tono bastante pasivo, me toma del antebrazo e intenta hacer que me ponga de pie, pero ni para eso tengo fuerzas, quiero desahogarme, todas estas cosas van a terminar matándome.

—¿Qué voy a calmarme? —interrumpo, no sé siquiera qué es lo que siento, pero todo mi cuerpo tiembla, juro que tengo ganas de terminar con la puta esa y luego con Oliver—. Venías a verte con la puta esa. ¿Cierto? ¿Por eso estás aquí?

—No, Alex —se inclina hacia mí en cuclillas, y toma mi rostro con ambas manos limpiando mis lágrimas con ambos pulgares—. Escúchame, vamos a ir a casa, te vas a tranquilizar y luego hablamos —su tono de voz es bastante calmo, tira de mí delicadamente, pero me niego a hacer lo que él dice.

—No... —él me rodea con sus brazos, y apega mi rostro a su pecho, al inicio comienzo a removerme para que me suelte, pero no lo hace; por último, cedo y lloro sobre ese perfecto saco suyo que ni siquiera había cambiado, mientras esa fragancia cara que suele usar invade mis fosas nasales, no sé por qué me relaja, pero en ese momento recuerdo lo que me dijo la zorra maldita esa y tengo ganas de ir a arrastrarla—. Si no me quieres contestar e... Es por algo —balbuceo entre lágrimas.

—Alex... —toma mi rostro y hace que lo mire a los ojos—. Solo te preguntaré una cosa... —limpia suavemente mis lágrimas con sus dedos pulgares—. ¿Desconfías de mí?

Sí, idiota. Si ella tenía tu identificación es por algo, si está aquí es por algo y que no me quieras contestar también es por algo. Pero, por otro lado, no lo creo capaz de algo así; solo pensarlo me muero, pero antes lo mato.

—¿Entonces por qué no contestas mis preguntas? —interrogo—. Ya tengo suficiente estrés como para que me estés haciendo pensar que hiciste algo con ella.

—Yo no te estoy haciendo pensar que hice algo con ella, tú eres la que se lo está imaginando.

—Entonces... ¿Por qué tenía tu identificación? ¿Por qué estás aquí donde casualmente ella está? Porque no me digas que me seguiste... En serio, no c...

—Alex, basta. Vamos, por favor, hablemos en casa, con calma.

—No iré a ningún lado si no me lo dices aquí y ahora —hablo segura, él suspira cerrando los ojos por unos segundos.

—Ni siquiera la había visto, te lo juro, escúchame bien —continúa su mirada clavada en mis ojos limpiando mis lágrimas—, yo te amo, nunca en mi vida haría algo así estando contigo, soy feliz contigo, aunque estemos pasando este mal momento yo no desearía estar con nadie más... —lleva un mechón de mi cabello detrás de mi oreja mientras lo escucho atenta—. Fuimos con mi padre a almorzar al restaurante de Romanov, si quieres ve y pregúntale, no fue una buena charla que incluso olvidé mi identificación en el lugar. Le llamé a Romanov y me dijo que la enviaría a la empresa, pero no sabía que la persona con la que la enviaría sería Lauren.

Pestañeo varias veces para aclarar mi vista nublada, mientras intento ver hacia otro lugar.

—¿Cómo es que sabe qué abogado nos casó? ¿Le dijiste algo? —cuestiono, mi voz está rasposa de tantas lágrimas, él niega con su cabeza mientras limpia mis mejillas con sus pulgares.

—David cometió el error de hablar algunas cosas con el abogado frente a Andi, por tal motivo ella sabía dónde David guardaba su contacto; nunca supo que él nos casó, pero le bastó con hacer una llamada.

—Andi —musito—, maldita.

—Lauren y Andi se conocen, Andi le envió a Lauren el contacto del idiota ese por algo de dinero. Ya te puedes imaginar cómo Lauren consiguió información.

—Oliver… Esto no puede quedarse así —me pongo de pie como un resorte, a mí nadie me va a arruinar la vida…

—No… Alex… Basta —habla, sosteniéndome.

—¿Por qué? ¿No entiendes que esa puta solo vino a arruinar…?




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