Esposa de mi jefe

Capítulo 76

—Buenísimo trabajo, Alexandra —el señor Arroz se acerca a mí con una enorme sonrisa—. Definitivamente, Natalie tenía razón —acomoda sus lentes y vuelve su mirada al guion que yo había creado mientras continúa su camino.

—Gracias —contesto, con una sonrisa, mientras salgo del set; Natalie viene traqueteando sus tacones mientras corre hacia mí, nunca puedo dejar de observar sus pies cuando hace eso. ¿Cómo putas yo hasta descalza me caigo? ¡Maldita sea!

—¡Alex! —exclama—. Tengo los arreglos florales y no me has dicho nada de la tiara...

—Ponle un alto a eso —interrumpo, continúo caminando sin verla y ella se detiene y estoy segura de que solo me está observando alejarme; me detengo al ver que no me sigue y volteo a verla, está ahí parada con una extrema expresión de asombro que solo ella sabe gesticular—. ¿Qué? —pregunto, camino de regreso hacia ella al ver que no se mueve.

—¡Alex! ¿Qué es lo que justo acabas de decirme? —tomo su antebrazo para tirar de ella e ir al exterior, cede, pero sin quitar su gesto de sorpresa y su mirada de mí.

—Que yo no creo que llegue ese día —se detiene, tomando mi antebrazo y girándome hacia ella—. Bueno, salgamos de aquí y te cuento tranquila —digo, al ver que no puede ni articular una palabra.

Ella asiente y salimos de aquel lugar, cuando algo llama mi atención y es un flameante Porsche estacionado y un hombre muy bien vestido e increíblemente guapo está reposando sus caderas en el auto, con sus brazos cruzados está viendo hacia un costado; yo no había traído la motocicleta ni el auto para que no supiera donde estoy, pero no, se tuvo que aparecer y solo puedo culpar a Natalie de esto.

En otras ocasiones, hubiese corrido hacia él a abrazarlo y besarlo por esta linda sorpresa, pero no hoy, mucho más por lo que le dije el otro día, si no lo digo, no se da cuenta. Oliver pone sus ojos sobre mí y gesticula lo que parece ser una media sonrisa mientras camina hacia nosotras.

—Natalie va a llevarme —digo, antes de que siquiera llegue a mí, él solo se detiene y nos observa a ambas alternadamente; como si le están hablando con la mirada, Natalie sonríe, se acerca a mi oído y murmura: «Me retiro, creo que ustedes necesitan hablar». Dicho esto, no espera mi respuesta y camina a toda prisa hacia su auto, volteo mi mirada a Oliver.

—Vamos, Alex, tú y yo tenemos que hablar —toma mi mano y tira suavemente de mí.

—¿Tienes tiempo? —cuestiono, lo que lo hace verme con gesto de desesperación.

—Sí, sí tengo, ahora sube..., por favor —al menos mencionó la palabra mágica, tiene esa mirada arrepentida sobre mí, siento algo en mi pecho que de manera automática mis pies se encaminan hacia el auto, o es más porque hay personas alrededor y no quiero armar un show. De inmediato él camina más de prisa y abre la puerta para que yo suba, lo hago sin siquiera verlo y observo una caja sobre su lugar que no puede ser nada más que una hamburguesa.

Él sube de inmediato al rodear el auto, tomando la cajita y extendiéndomela mientras se incorpora en la silla, lo miro a los ojos.

—¿Es en serio? ¿Una hamburguesa? ¿Dónde están las flores, los putos chocolates y el oso de felpa que dice «Perdóname»? —cuestiono, mientras enarco una ceja, él solo me observa y esboza una sonrisa, haciendo la misma expresión que yo.

—Preparaba otra cosa mejor —habla, enarcando una ceja—, quiero que cenemos juntos, pero no en casa... En otro lugar.

—¿Para qué? ¿Para que vuelva...?

—Alex, no —me interrumpe, tomando su celular y apagándolo frente a mis ojos—. Por favor, en serio quiero arreglar cualquier estupidez que haya cometido estos últimos días. No quiero que estés saliendo de casa todos los días demasiado temprano para no tener que verme.

Vuelvo mi mirada al frente, ni siquiera tomo la hamburguesa y él la deposita suavemente sobre mis piernas, saco mis audífonos y mi celular, música relajante comienza a sonar mientras miro por la ventana, sé que me está hablando, pero no presto atención.

—¿Y si cenamos con tus padres? —digo, luego de unos minutos quitando solo un audífono sin girar a verlo, continúo mi mirada puesta en la ventana mientras observo los edificios pasar, volteo mi vista hacia él y tiene ligeramente su entrecejo fruncido, parece estar pensando en algo.

—¿Para qué quieres que cenemos con ellos? Esto es algo entre tú y yo, mi amor, no con ellos.

—Tu competencia con tu padre tiene mucho que ver en todo esto, quiero que las cosas se arreglen, de otra forma esto solo va a empeorar.

—Alex, no —dice de inmediato—. Además, no somos competencia.

—Oliver —suspiro—. Por qué no simplemente... Bueno, yo no quiero que tires tu trabajo a la basura, pero... ¿qué tal si te unes con él? Juntas tu trabajo con el suyo.

Oliver frena en seco, haciendo que un auto tras nosotros comience a tocar el claxon de manera sostenida.

—¿Por qué me pides eso, Alex? —dice, sin poner el auto en marcha y una fila de autos tras nosotros pitan desesperadamente.

—Oliver, avanza, por favor —miro por el espejo del retrovisor hasta que Oliver por fin echa a andar el carro—. Y yo solo quiero que esto se acabe, tal vez tú no lo ves, pero estás dejando nuestra relación a un lado.

Él no dice una palabra, continúa su mirada al frente con las manos firmes sobre el volante hasta que suelta una de ellas para tomar la mía que reposa sobre mi pierna.

—Alex, ya no volverá a pasar, te lo prometo —dice, mientras despega la vista de la carretera para ver mis ojos por unos segundos.

—Quiero que los invitemos a cenar —enuncio, agachando un poco la mirada, observando su mano cálida sobre la mía entrelazando nuestros dedos. Él suspira, apartando un poco su mano para meter cambios y volviéndola a la misma posición.

—¿En serio crees que mi padre querrá hablar conmigo luego de todo lo que he hecho? —menciona, luego de un par de minutos mientras entramos por el portón principal de su casa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.