Esposa de mi jefe

Capítulo 78

Salgo de aquel lugar con una botella de vodka en las manos, sé que no sonaré bien, pero espero que sea un accidente, espero la llamada de los cruzrojistas, de la policía, no lo sé, pero espero cualquier cosa que no sea que Oliver Anderson, mi esposo, me acaba de plantar; prefiero llorar porque esté en un hospital sin un pie, que porque me acaba de plantar luego de hacer todo esto por él.

Yo nunca… ¡NUNCA! Había hecho algo así por alguien, y la primera vez que lo hago me plantan, me recargo en la puerta del auto y lágrimas comienzan a correr por mis mejillas, las limpio bruscamente, no, yo no voy a llorar por esta mierda, abro la botella tomando un buen trago, esto no puede estarme pasando a mí.

Subo al maldito auto, no hay ni una llamada de él, ni de ningún número extraño, comienzo a conducir hacia la fiesta del programa, espero que tenga una buenísima excusa, demasiado buena, para que yo pueda dejar pasar esto, trago el nudo en mi garganta, pero mi vista se nubla de inmediato, no sé a qué velocidad iré, pero espero accidentarme y perder la memoria como aquella chica de la película que Natalie ha visto más de veinte veces.

Llego a la fiesta y comienzo a marcar el número de Natalie, ella sí me contesta de inmediato. ¿Por qué mejor no fui hombre y me casé con Natalie? Porque lo más seguro es que ya la hubiese cagado como todos los hombres y estuviese soltero rascándome las bolas frente a un televisor bebiendo cerveza.

Acomodo mi vestido mientras entro a aquel lugar, de inmediato miro a Natalie que viene corriendo hacia mí y me rodea con sus brazos, tengo ganas de desplomarme a llorar con mi cabeza enterrada en su cuello, pero no lo haré, tengo mucho que pensar.

—Quiero que me ayudes a buscar un lugar donde quedarme hoy, Natalie, donde Oliver no pueda encontrarme —hablo, Natalie me mira con su expresión de tristeza mientras aparta unos mechones de cabello de mi rostro y asiente.

—Yo me quedaré contigo —dice, tomando mi mano y me lleva hacia un grupo de personas con las que estaba—, le pediremos a alguien que se registre por nosotras para que no puedan encontrarnos —saludo a las personas que estaban con ella y ahí está Matthew, quien esboza una amplia sonrisa al verme, hace un espacio para que me siente al lado suyo, por lo que veo estaba sentado aquí con Natalie.

—No pensé que vendrías. ¿No es que tu esposo estaba de cumpleaños? —pregunta, extendiéndome una copa con algo que parece ser champagne. Tomo el lugar al lado de él mientras Natalie camina hacia las bebidas.

—Sí, pero está ocupado —contesto, hasta incluso mi voz está quebradiza, tomo la copa de champagne y la bebo hasta el fondo, quiero emborracharme para olvidarme de esto o para no tener las fuerzas para arrollarlo con mi auto.

—Con todo respeto, Alex, pero... ¿qué clase de hombre está ocupado para su esposa cuando se ha tomado un día entero para prepararle una sorpresa de cumpleaños?

—El mío, supongo... Espera... ¿Cómo lo sabes? —entrecierro mis ojos y lo miro fijamente, él ríe de manera leve.

—Bueno, Natalie me dijo que tenía que ayudarte, la había invitado a un café, pero... me rechazó por... —lo miro curiosa.

—Espera... —interrumpo—. ¿Invitaste a Natalie a una cita? —cuestiono, mientras abro mis ojos con sorpresa, todo mi gesto es de sorpresa, en ese momento.

—No era una cita, Alex —contesta cabizbajo, mira la copa de champagne en su mano.

—Pues un café, así de la forma que lo dijiste, me suena a una cita —en ese momento, Natalie se acerca a nosotros y me extiende un vaso de ponche de frutas. Lo tomo y ella de inmediato comienza a revolver su bolso hasta que saca su teléfono celular.

—Es David —gesticula—, ya regreso —asiento y vuelvo mi mirada a Matthew que está observándola alejarse, no puedo evitar reír, lo que hace que él me mire con intriga, aún con las luces de todos colores iluminando el lugar puedo ver cómo sus mejillas se han teñido de color carmesí.

—No puedo creerlo, te gusta Natalie —no puedo evitar decirlo, no, es que aún no me lo creo, él mira para todos lados y me hace una seña con su dedo índice sobre sus labios para que guarde silencio.

—Es que... Bueno... —balbucea—. No... es... que...

—No quiero desilusionarte, pero sabes que es casada. ¿Cierto? —enarco una ceja, él mira mis ojos y suspira.

—Lo sé, ya me contó todo, su matrimonio, Las Vegas...

—¿Sabes que estás en la Friendzone...? —interrumpo, yo como siempre, arruinando las ilusiones de todos desde tiempos inmemorables. Él ríe y al mismo tiempo bufa poniendo la copa de champagne sobre la mesa.

—Yo no te he afirmado que me guste, Alex —menciona, mostrando esa perfecta dentadura—. Además, respeto las relaciones ajenas, y mucho más los matrimonios.

—Yo no dije que te fueras a interponer, pero sé que te gusta y conmigo no vas a negarlo —me cruzo de brazos mientras me recuesto sobre el espaldar del sillón.

—Y yo... no diré nada al respecto, señora Anderson —sonrío, pero no una sonrisa alegre, es más bien una sonrisa triste que se disipa casi en instantes, yo no quiero ir a casa y tener que verlo, al menos por un buen tiempo—. ¿Sabes qué? —Matthew me saca de mis pensamientos—. Tú necesitas bailar para olvidarte de lo que sea que esté pasando por tu cabeza en estos momentos —toma mi mano y casi a jalones me lleva a la pista de bailes sin esperar mi respuesta.

—¿Qué? Matthew, no... —no puedo evitar reír, la música está bien alta y ni siquiera me escucha hasta que llega al centro; no hay tantas personas bailando, lo cual es estupendo. Matthew toma mi mano y me da una vuelta rápido.

—Vaya, vaya; alguien sabe algunos pasos —digo con tono de mofa, él ríe sonoramente y comienzo a bailar con él; y es que aparte de actor, buenísimo en artes marciales, también es buen bailarín, hasta ya se me estaba olvidando que acabo de ser plantada por mi propio esposo.

—¿Lo ves? —se acerca a mi oído y murmura—. Bailando se olvida todo lo malo de la vida —sonrío ampliamente mientras asiento, cuando siento que alguien toma mi antebrazo y de manera brusca me separa de Matthew; lo que pasó luego solo tomó segundos y mi cerebro aún procesa la imagen de Oliver golpeando a Matthew en plena fiesta y todos apartándose.




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