Esposa de mi jefe

Un año más tarde

—Bien. ¿Cómo se supone que funciona esto? —cuestiona Oliver, sentándose sobre el borde de la cama mientras sostiene una prueba de embarazo, hay cuatro más solo para cerciorarnos de que el resultado sea el correcto.

—Supongo que tenemos que esperar cinco minutos —menciono, sentándome al lado de él, comienzo a morder la uña de mi dedo índice mientras Oliver tamborilea sus pies en el suelo alfombrado. Nunca había estado más ansiosa.

—Alex, ahí hay veinte más —menciona, señalando a mi costado, frunzo mi entrecejo y miro la bolsita con varias cajitas de prueba, lo miro con mis ojos entrecerrados.

—¿Y de dónde crees que sacaré tanto líquido para veinte pruebas? —contesto, Oliver sonríe ampliamente mientras levanta su mirada a mí.

—¿Las puedo orinar yo? ¿Funcionaría? —no puedo evitar reír, lo dice con una extrema seriedad que cualquiera pensaría que lo dice en serio.

—De... Deberíamos probar —balbuceo entre risas, me recuesto sobre la cama mientras esperamos el resultado—. ¿Y si es negativa? —interrogo, aún no estamos seguros, los retrasos en mí son bastante normales, lo que no es normal es Oliver atragantándose hamburguesas a los 2 de la mañana.

—Seguimos intentando —dice, con una sonrisa pícara y una ceja arqueada, me hace reír nuevamente, no sé, son los nervios.

La espera más larga de mi vida... Hasta que... Todas las pruebas arrojan lo mismo.

—Dos rayas —menciona Oliver de inmediato.

—¿Dos rayas? —cuestiono, poniéndome de pie para mirar una de las cajitas que estaba en el piso, necesito saber el significado de las dos rayas y Oliver hace lo mismo.

¡No puede ser! Ya me comenzaron los mareos.

—¡VAMOS A SER PAPÁS! —exclamamos a la vez, levanto las palmas de mis manos y él las choca con las suyas, fundiéndonos en un abrazo haciendo que caigamos sobre el colchón afelpado en risas, no sé, puede ser el shock, aunque lo veníamos planeando desde hace unos meses, toma mi rostro con ambas manos y me mira fijamente a los ojos.

—Te amo, Alexandra —menciona, con un tono dulce, su frente muy junto a la mía hace que nuestras narices choquen y nuestros alientos se mezclen, con su pulgar acaricia mi mejilla y esbozo una amplia sonrisa.

—Y yo te amo a ti, Oliver —él también sonríe, con un gesto bastante tierno en su rostro, muy cerca de mis labios, uniéndolos con los suyos nuevamente de una manera delicada como solo él sabe hacerlo.

 

 

 




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