Esposa De Un PolicÍa

NARRADO POR VALERIA: Lagrimas...

ESTE CAPÍTULO VA DEDICA ESPECIALMENTE A LUPITA. 💖


Doy unos pasos adentro de mi casa, lo primero que veo es un ramo de rosas en la mesa donde dejamos las llaves. Siento mi mente en blanco, camino hacia la mesa y veo la tarjeta. 
~~~Para mi princesa.~~~
Escucho en mis espaldas los pasos de Leo, cierra la puerta. 
- Mi  niña, son para ti. 
- Gracias. Digo y sin más me dirijo a la habitación. 
Me recuesto en la cama mientras que mis pensamientos siguen en ese pequeño ser que ya no no está dentro de mi. Veo a Leo caminar hacia mi y se sienta en la orilla de la cama. Toma mi zapato de mi pie y lo quita con delicadeza, hace lo mismo con el otro.  
- Nena, quieres algo de comer? 
- No, gracias. 
- Pero, no has comido desde ayer, tienes que comer. 
- No te preocupes. 
- De todos modos te traeré algo. 
Leo se levanta y se acerca hacia mi dándome un beso en la frente y sale de la habitación.  
Ya no tengo mucho sangrado, he pasado 3 días en el hospital, el doctor me mando medicamentos en unos días pasará el sangrado y empezaré a planificar con pastilla durante 6 meses como mínimo, después de eso podré intentar embarazarme, pero no creo que tenga la suficiente voluntad para hacerlo. No quisiera pasar por el mismo sufrimiento de ahora.  
Leo entra a la habitación con un plato con frutas y las deja en el buró que tenemos a un lado.  
- Ven nena, te ayudo a levantarte. Leo con cuidado me levanta y me siento en mi mismo lugar, reclinando mi espalda en la cabecera. 
- Gracias. Digo. 
- Aquí tienes mi niña, abre la boquita. Dice sosteniendo el plato entre sus manos y con un tenedor, pincha un pedazo de papaya y lo acerca hacia mi boca.  
Todavía tengo el collarín que me cubre el cuello, lo tendré por un par de semanas más ya que mi cabeza, pegó fuerte contra el pavimento. 
Después de un rato, Leo y yo comenzamos a platicar. 
- No sé si te diste cuenta mi niña, que yo estaba concentrado en el teléfono, no me esperaba que ella me besara.  
- Sabes tienes razón, yo sé lo que vi y si claro que me di cuenta. 
 A mi mente llega ese momento en el que veo a esa chica besar a Leo y cómo por un par de segundos Leo se aparta, quedándose callado sin decir nada dirige su mirada hacia mi. Algo dentro de mi me dice que si fuera otra persona que me respetara o al menos yo, me quitaría, reclamándole porque ha hecho eso. Más sin embargo Leo la observó unos segundos y después me vio a mi. 

En mi mente no dejo de preguntarme, ¿Qué hubiese pasado si, no me hubiera visto? ¿ Se seguirían besando? ¿a caso Leo me engaña con esa chica? Preguntas cómo esas no dejan de atormentarme. ¿Que hubiera pasado si yo no los hubiese visto? Mi bebe seguiría con vida...


Pasan los días y preguntas llegan a mi mente que no me dejan dormir. Siento que soy la culpable de la muerte de mi pequeño angelito.  
Las cosas con Leo comienzan a retomarse, aunque en mi corazón llevo una tristeza trato de olvidar, trato de que mi corazón ya no siga lastimándome. Noche tras noche me levanto en la madrugada, camino hacia el rincón más alejado de la habitación, acurrucándome en la oscuridad, ahogándome en un profundo llanto, rogándole a dios que me quite este dolor que llevo dentro de mi, suplicándole que me perdone y culpándome una y otra vez hasta ya no tener lagrimas que derramar. Siento una gran culpa, tal vez yo soy la que mal interpreto las cosas. Solo quiero que esto termine, ya no quiero sentir dolor.  
Estoy sirviendo la comida, en mi plato cae una lágrima la cual limpió rápido, junto con mis mejillas las froto con mi mano para que Leo no se de cuenta que quiero llorar.  
Giro con los platos en mis manos y veo a Leo sin playera reclinado en la pared observándome. 
Trato de sonreír y el me corresponde la sonrisa que al instante se convierte en una línea, al parecer ha notado que no  una sonrisa sincera. 
- También lo extraño. 
Mi mirada llega directamente a la suya la cual está rota. 
Trago en seco y sin pensarlo mucho le digo lo que me he repetido estos días. 
- Dios quería un pequeño angelito en su paraíso, sé que dios no quería que nuestro bebito sufriera en esta tierra tan cruel, por eso ahora está con él. Le digo eso reteniendo las lagrimas qué quieren brotar en mis ojos. 
Leo da unos pasos hacia mi y veo cómo lagrimas comienzan a resbalarse por sus mejillas. Poco a poco va reclinando su cabeza en mi hombro haciendo que ambos nos abracemos y si más ambos comenzamos a llorar.  
Este momento lo necesitábamos los dos, teníamos que llorarle a un angelito que ya no está con nosotros. Leo comienza a retirar las lagrimas de sus ojos y con sus dedos retira las lagrimas que tengo en mis mejillas. 
-  Te amo mi niña. Dice ya más tranquilo. 
- También te amo. Digo y al igual que él, me siento con una paz interna.  


NARRADO POR LEONARDO:
Escucho los sollozos de Valeria, siento mi corazón destrozado, no puedo decirle lo que pienso. La abrazo con todo mi amor, deseando que el dolor que le hice pasar solo sea una maldita pesadilla. 
Ese pequeño ser que crecía dentro del vientre de Valeria ya no está y eso me mata por dentro. 
Ya no quiero lastimarla… 
Días después… 
Voy en mi moto a toda velocidad a la casa, en la bolsa de delante de mi chaleco anti balas llevo un ramo de rosas para mi niña, quiero recompensar cada día de su vida por hacerla sufrir. 
Voy llegando y veo que está limpiando los vidrios de las ventanas.  
Me estaciono a la orilla de la calle y camino hacia ella, mientras que ella ya camina hacia mi con una sonrisa en el rostro. 
- Mi Niño, que bueno que ya llegaste. Extiende sus brazos y rodea mi torso con sus brazos. 
- Mira nena, te traje esto. Digo y le entrego las rosas.  
- Jejeje que lindas están mi amor, gracias. Me ve a los ojos muy contenta y se pone de puntitas para darme un beso. 
- Todo para mi niña hermosa.  
Después de desayunar me voy rápido a mis clases de criminología y ya estando aya comienzan mis clases… 
2 horas después… 
Siento vibrar mi teléfono, debe de ser un mensaje, con cuidado lo saco de mi bolsa de mi chaqueta para que el profesor no se de cuenta que lo he sacado, veo que es un mensaje de Aleja. 
Te extraño. 
Mi entrecejo se frunce y empiezo a escribirle. 
Por favor no me moleste. 
Es lo único que le escribo y guardo de nuevo mi teléfono en mi bolsa…  
Recuerdo cómo de lejos ella me coqueteaba, Aleja tiro las llaves a propósito al suelo y se inclinó para levantarlas mostrando sus grandes muslos, trato de distraerme en mi teléfono, comienzo a ver mis redes sociales, pero mi mente seguía en ella, y en unos cuantos segundo, Aleja me plantaba un beso en los labios ante la vista de todos. Por un par de segundos acepté sus besos pero algo me decía que no estaba bien, me retiré de su rostro viendo a Aleja a los ojos, una sonrisa coqueta se formaba en sus labios y es cuando veo a mi alrededor girando mi cabeza hacia la izquierda topándome con la mirada rota de Valeria. Un escalofrío me recorrió la espalda al verla agachar la mirada  y sin más comienza a apartar a las personas de su camino. Comienzo a caminar hacia donde estaba, pero de tantas personas no logro verla. 
A lo lejos distingo que va corriendo y también comienzo a correr tras ella, comienzo a llamarla por su nombre pero sigo corriendo veo cómo sus manos se dirige a su rostro para quitar las lagrimas de sus ojos, trato de correr más rápido pronunciando su nombre pero un fuerte sonido del claxon de un carro estalla en los oídos junto con el rechinar de las llantas contra el asfalto y veo cómo un carro impacta con mi niña y mi más grande miedo se hace presente al verla tendida en medio de la calle.  
Corro hacia ella y trato de acunar su cabeza entre mis manos, veo cómo de su cabeza sale un hilo de sangran, mientras que de su ceja y mejilla comienza a resbalar más sangre, la llamo, pero ella no responde siento su respiración débil, grito con todas mis fuerzas que alguien pida una ambulancia y al verla noto sus ojos comienzan a abrirse lentamente, trata de levantar su mano y la coloca en su vientre y de sus labios pronuncia. 
- Mi bebe. 
Veo como cierra los ojos y su mano resbala al suelo. 
Un sollozo estalla en mi garganta y lagrimas siguen brotando de mis ojos, trato de llamarla pero no responde, escucho sirenas de una ambulancia y los paramédicos llegan a nuestra altura. 
Con cuidado la suben a la camilla y la suben a la ambulancia y yo me subo también. Veo cómo comienzan a revisar sus signos y unos de los paramédicos dice que está muy débil por el fuerte impacto que recibió.  
Mis manos no dejan de temblar, un miedo inunda mi mente, no quería perder a Valeria es la persona que amo y por una estupideces la perdería por mi maldita culpa. 
Después de unos minutos llegamos al hospital y al momento de que la cambiarían a la camilla del hospital nos percatamos de que está sangrando de la entrepierna. Siento como mi corazón se parte en mil pedazos al verla sangrar tanto. 
Rápidamente la dirigen a urgencias mientras yo me piden que de todos los datos de mi niña y una hora después me dicen que le hicieron un legrado para retirar al feto… 

Un nudo en mi garganta se forma al recordar todo lo que le ice pasar a mi niña, me odio por haberle hecho tanto daño.  
Escucho el timbre sonar, lo que nos indica que ya ha terminado las clases. Me levanto del pupitre y camino hacia los baños, habrá la llave de agua y comienzo a mojarme el rostro, trato de olvidar lo que a diario me atormenta.  
Después de unos minutos salgo del edificio y camino hacia el estacionamiento donde deje mi moto, me subo en ella e introduzco la llave, pero una mano se posa en la mía haciendo que voltee  hacia esa persona, es Aleja. 
- Ya te había dicho que no quería verte. 
- Vamos leoncito, alégrate te estás haciendo muy amargado. 
- Tu más que nadie, sabe por qué estoy así.  
- Lose, pero míralo por el lado positivo, por algo pasan las cosas tal vez el universo no quiere que te enganches con un hijo, solo te iba a traer problemas. 
Mi cejo se frunce de enojo y trato de arrancar pero Aleja me detiene. 
- Suéltame. Digo enojado. 
- No. Dice ella 
- Bien, a qué viniste?  Pregunto molesto. 
- Ya sabes lo que quiero.  
- Sex0?  Sabes que yo no podré darte lo que pides, si antes me atraías ahora ya no quiero nada de ti.  
- Ash, te haces demasiado del rogar, pero ya te dije, serás mío. 
- No lo creo Aleja. 
- Ya ya, de todos modos ya sabes dónde está mi departamento, cuando quieras una tibia camita donde dormir por que tu mujercita no te complace, con gusto te recibo en la mía.  
Sin más, arranco a todo velocidad hacia la casa…  



#361 en Joven Adulto
#4796 en Novela romántica

En el texto hay: superacion, amor, traición.

Editado: 01.06.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.