Estilo Asesino

DOS

Las manos de Arnold se movieron inquietas al registrar la pila de naipes que tenía. Aunque no estaban completas, albergaban algo de lo que Black se percató luego de cuatro días llenos de ardua investigación. 

Farfulló una maldición y se apresuró a la oficina de Jarry. Quien yacía con cejas fruncidas, concentrado en su laptop. Sus manos se apoyaban de su barbilla. Tenía la tendencia de chasquear la lengua cada que estuviera concentrado en algo. 

Arnold, lanzó las cartas en el escritorio, captando la atención de su jefe. 

—Es una mente maestra. — Pronunció con rabia—. Cada carta de naipes en el mundo, tiene un número de serial, el cual se puede rastrear desde las bases de datos y encontrar el fabricante, —sin pedir permiso, tomó asiento de una manera, un tanto brusca para Jarry—, estas cartas no tienen número de serial. Las estuve evaluando y evidentemente no tienen huellas, saliva o un atisbo de sangre que nos pudiera llevar a él. Ni siquiera un número de rastreo. Cada carta...— Tomó entre sus manos un Tres de Corazones y se la tendió a Jarry. 

»… Tiene un As, donde debería encontrarse ese número. — El jefe alzó una ceja, incrédulo.

—¿Insinuas que este tipo, ha borrado los números?

—Digo que él mismo creó estas cartas. — Pasó sus manos por el rostro, frustrado—. Pidió que jugáramos con él. — Esa vez, Jarry no pudo evitar alzar su rostro, perplejo ante lo que sabía que Arnold diría, lo confirmó al observar la mirada brillante y cómplice de él. 

—No, no, no. Arnold... No. — Negó tantas veces que casi lo mareó—. Es un Psicópata.

Quiere jugar con nuestras mentes, no con nosotros. Podríamos caer en una trampa— Jarry se levantó apresuradamente del asiento y negó con la cabeza. Estaba molesto, consternado, frustrado. Ese Psicópata no tendría el privilegio de jugar con su mente. 

—Podríamos manejar ambos intentos. — Las palabras de Black, por primera vez, le causaron curiosidad—. Hacerle creer que estamos jugando con él, cuando en realidad estamos buscando por otros medios—por una milésima de segundo, Jarry dudó. Dudó en responder, y cuando por fin tuvo una respuesta certera. Rick, un joven castaño de ojos cristalinos, entró sin avisar. Lucía agitado, su pecho subía y bajaba rápidamente, incluso pequeños hilos de sudor resbalaban por su frente hasta caer y desparecer entre su franela blanca. 

—Disculpen señores, pero encontramos algo que puede ser útil. — Rick, manejaba el área tecnológica. Lector de datos, información secreta y demás. Era un cerebrito, y el hecho de que estuviera pronunciando aquellas palabras, era suficiente confirmación para los dos hombres, de que ese algo, fuera importante. 

Ambos hombres, sin chistar, se apresuraron al comando improvisado de control. Estaban en Brea, no había instalaciones sólidas. Solo una gran carpa con salones divididos.  

Al llegar, el joven, tomó dos hojas impresas y se las tendió a cada uno. 

—Diciembre trece del dos mil cinco. Un pueblo agonizante, en lo profundo de Alemania, presenció cinco asesinatos perturbadores. El primero se realizó a las cuatro de la madrugada. Un hombre de cuarenta años, fue encontrado en su habitación con señales de estrangulamiento. — Comienza a explicar, llevando a Black y a su jefe a observarse—. El segundo y tercero fueron ejecutados alrededor de las tres de la tarde. Los gemelos Ross, de aproximadamente diez años de edad, se encontraron en el patio de la escuela con golpes severos. La forense indicó que la causa de muerte fueron graves contusiones en las costillas. 

». Cuarto asesinato. Una joven de veinte años de edad. Decidió ir a tomar el sol. Su cuerpo fue hallado una hora después. Lo que quiere decir que su muerte fue ejecutada entre las 17:30 y 18:00 de la tarde. Causa de muerte, Ahogamiento por falta de aire. — La voz del joven tiembla al pronunciar cada palabra. 

—La misma hora que la muerte de Melissa. — Jarry pronunció con voz apagada y Rick solo se limitó a asentir. Arnold se mostraba impasible, aunque por dentro estuviera estallando de ira. Detestaba a todo aquel que esparciera maldad en el mundo, por eso se dedicaba a esto; no podía permitir que más personas así causen desastres y agonía en el mundo. Mientras él respirara, haría todo lo posible para tratar de eliminar a aquellos que hacen el mal. 

—Quinto asesinato. Louis Müller. El alcalde del pueblo. Encontraron su cuerpo en la pequeña oficina estatal. Muerte ejecutada a las ocho de la noche. Murió debido varias puñaladas que perforaron su bazo, hígado y corazón. — Rick finalizó, igual de perturbado por toda la información dada. Aunque era el trabajo de todos, investigar casos de dicha índole, aún les hacía ruido la manera en la que los asesinatos eran ejecutados. 

—¿Cinco asesinatos en un día? — Por primera vez, Arnold pronuncia palabra alguna. Y cada frase es escupida con rabia y estupefacción. Jarry se mantenía expectante de brazos cruzados. 

—En cada escena, se hallaron cartas de póker. — Fue inevitable que cruzaran miradas otra vez. Ambos reflejaban el terror y la duda—. Trataron de investigar. Fue el mismo proceso. Solo que los encargados desistieron de jugar —la voz de Rick volvió a temblar, cosa que no pasaron por alto. 

—¿Qué sucedió? — Jarry fue quien tomó la iniciativa de preguntar. Seguía de brazos cruzados, con la mirada fría. 

—Tres semanas después, los cuerpos de los detectives fueron hallados en la catedral del pueblo..., degollados. — Los vellos de Arnold se erizaron y Jarry no evitó el soltar maldiciones. Estaban atrapados. As tenía bien jugadas sus cartas, aún sin haber empezado. 

Jugar o morir. 

Ese solo pensamiento los volvía locos. Si antes su vida estaba en riesgo, ahora mucho más. Esta investigación no era como las otras. Aquí sus vidas estaban incluídas en el juego y eso los asustaba. 

Arnold no dudó ni un segundo y corrió en dirección al forense. Iba a obtener pistas sí o sí. 



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En el texto hay: asesinatos, violencia, detectives

Editado: 11.08.2021

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