Esto es guerra

2. La receta justa para el desastre.

— Adel…Adelante— dije y quise tragarme mis propias palabras en ese momento. No sabía por qué pero tenía el presentimiento de que nada bueno saldría de la boca de aquel hombre.

Es que había que ser realistas. ¿Cómo podía pasar algo medianamente bueno cuando estaba  involucrado Luke? Era el sinónimo de la maldad, el Anticristo, la representación del pecado y todas las cosas malas. Aunque también era posible que yo estuviese exagerando un poco debido al estado en el que me encontraba. Sin embargo, quien podía juzgarme? Acababa de perder a mi padre y ahora era prácticamente una huérfana.

— De acuerdo— respondí el hombre acomodando los papeles con sumo cuidado entre sus manos.

No podía ver con claridad no obstante pude suponer que allí habían fácilmente más de diez hojas lo que me dio cierta sensación de alivio ya que eso significaba que tanto él como Lauren se habían tomado el tiempo suficiente para dejar las cosas listas por si en el futuro, uno que tanto ellos como nosotros, esperábamos se encontrase muy lejano, algo así sucediera.

— Comencemos entonces—  anunció acomodándose en su silla  y colocando sus gafas de grueso marco sobre sus ojos—  El primer punto aquí está relacionado con lo que la señora Hilda obtendrá. Según lo estipulado, usted tiene derecho a quedarse con la casa de verano de la familia y con la colección de arte. Su hermano cedió todos los derechos a su persona, por lo tanto puede hacer con ellos lo que les plazca. Además puede acceder a un fondo de 500.000 siempre y cuando acuda a las galas benéficas y participe activamente de ellas, en su nombre.

— No será problema—  contestó ella en tono alegre—  Después de todo luego de su cruenta partida no tengo mucho más para hacer durante mi tiempo libre. Lo tomo— afirmó.

— Perfecto. El resto de lo que está  escrito aquí está destinado a sus socios y empleados de confianza por lo que nos saltaremos esa parte e iremos a lo que realmente nos importa y los ha traído a mi despacho— sentenció— La cláusula que habla sobre los hijos y que es lo que le corresponde a cada uno de ellos.

Luke y yo compartimos una mirada. Mientras en la mía se podía distinguir el temor en la suya se podía ver con mucha claridad la codicia y el signo dólar tatuado en sus pupilas.

— Tanto el señor Brown como la señora Sheffield tenían entre muchas otras cosas valores muy fuertes vinculados con la familia y es por esa misma razón— hizo una pausa para tomar un sorbo de agua de su vaso— Que decidieron el día que vinieron a visitarme que ustedes continuaran con su legado el día en el que ellos ya no estuviesen aquí para ustedes. Es por esa misma razón que ellos decidieron en ese momento que…

Uno de los caramelos que descansaban en la falda de Hilda cayó al piso creando un gran estruendo en la habitación que estaba llena de tensión y expectativa.

— ¿Puede continuar?— inquirió Luke en un tono bastante rudo.

El hombre no hizo más que observarlo en silencio, con una expresión llena de desaprobación en su rostro, cosa que pasó totalmente inadvertida por Lucas.

— Lo haré en un minuto, señor Sheffield— aclaró— Solo quiero asegurarme que la señora aquí presente se encuentre bien.

Hilda le dio una pequeña sonrisa antes de agacharse a levantar la golosina que yacía entre sus pies.

— No tiene de que preocuparse y permítame que me disculpe por parte de mi sobrino. Tiende a ser bastante desubicado cuando se pasa de copas, ¿no es así,cariño? Corrígeme si me equivoco— le pidió.

— Tienes razón, tía—  remarcó con la peor de las intenciones esta última palabra—  Y lo siento, señor. No deseaba responderle de aquella manera. No quiero que piense que soy un chiquillo consentido que no tiene modales.

— ¿Por qué cada vez te diriges hacia mí como “tía” suena como un insulto?— dijo ella mirándolo y yo intenté con todas mis fuerzas no soltar la carcajada que estaba guardando en mi interior.

Si había algo que disfrutaba más que nada en el mundo era cuando Luke dejaba en evidencia cuál era su verdadera esencia.

— Como decía— afirmó él retomando la conversación donde la había dejado— Como su abogado me parece que es conveniente que les pida que escuchen con atención lo siguiente que tengo para decirles. Es de público conocimiento todo lo que sus padres han conseguido a lo largo de los años, y lo respetable que es su nombre de la industria gastronómica. Es por eso que uno de sus sueños más grandes era que tú, Lucas te encargases de esa parte del negocio.

Mi hermanastro asintió aunque dudaba mucho que fuese consciente de lo que esto significaba. Para ser sincera, yo tampoco lo hacía. Me costaba horrores poder imaginar a un Luke seria a cargo del negocio familiar, preservándolo. Si tenía que poner las manos sobre el fuego por él, definitivamente no lo haría y estaba segura que acabaría arruinándolo todo, como siempre lo hacía.

— En cuanto a ti—  clavó sus ojos sobre mí—  Ellos asumieron que para el momento que esto ocurriese tu bien estuvieses graduada o en el peor de los casos, como ahora, estuvieses por hacerlo. Por lo que les pareció una buena idea que tu fueses la que estuviese a cargo de la parte contable del mismo— agregó en tono serio.

Juro que sentí como todo a mí alrededor se paralizaba y cada vez era más difícil para mí respirar. ¿Acaso estaba a punto de hiperventilar?

De todas las malas noticias que había recibido hasta ahora  esta sin dudas, dejando de lado lo obvio, era la que no me permitiría dormir tranquila en las noches.

— Espere, espere, espere—  exclamó Luke poniéndose de pie de su silla—  Está insinuando que yo debo trabajar con esta renacuaja que se encuentra sentada a mi lado solo por un capricho de ellos.

— Lucas—  susurró Hilda en un intento por calmarlo y hacerlo entrar en sus cabales.

— No— gritó este perdiendo la poca calma y decencia que le quedaba en su cuerpo— Por nada en el mundo trabajaré al lado de ella—  me apuntó con su dedo sin importarle si sus palabras podían llegar a dolerme.



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En el texto hay: hermanastros, tragedia, amor

Editado: 28.12.2021

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