Esto es guerra, jefecito ❁en físico❁

2

La alarma sonó estridente como cualquier otro día, aunque para ella no sería uno común y corriente. ¿Cuántas veces se tiene un primer día de trabajo en la empresa de tus sueños? Y solo por ese acontecimiento debía salir todo perfecto, así que colocó bastante empeño en su apariencia. La primera impresión es la más importante, más si la idea es empezar con el pie derecho. Salió justo a tiempo, llegando solo cinco minutos antes que la capacitación empezara y siendo recibida por un bastante atractivo joven.

—Buenas tardes, señores y señoritas —saludó aquel joven—, mi nombre es Spencer, soy psicólogo de recursos humanos y el encargado de instruirlos el día de hoy. No se preocupen, no será algo demasiado extenso, pero sí importante, así que presten atención. Primero lo primero, bienvenidos a la familia Fox Technology.

En aquella habitación habían más de veinte personas, la mayoría jóvenes entre los veinte tantos. Encajaban a la perfección con el lugar, elegantes y de porte refinado, muy diferente a ella en ese aspecto.

—Nada de suposiciones, solo enfócate —susurró para sí misma.

Sin embargo, notaba que muy mal disimulado, un chico desviaba su atención de la conferencia para mirarla a ella. Podía anexarlo a la lista de cosas que le incomodan, ser observada sin saber los motivos.

—Como muchos sabrán, Fox Technology es de las empresas pioneras del mercado tecnológico en el país, comercializa y crea toda clase de accesorios y aparatos del uso diario —explicaba Spencer—. Desde su inauguración, ha ofrecido miles de empleos en sus diferentes sedes a todo el que cuente con las capacidades necesarias, así como ustedes. Por el momento son el primer grupo de esta gran convocatoria, durante toda la semana estarán entrando otros tantos para diferentes áreas. Para iniciar, ¿por qué no me acompañan a recorrer las instalaciones?

Nos levantamos en orden, recorriendo los sectores más importantes del complejo y escuchando la breve descripción de Spencer. Era increíble, paredes de un blanco azulado, con ventanas azul oscuro y un ambiente fresco. Cada área decoraba según los gustos de cada quien, personalizando su propio espacio de trabajo. De pasar media vida dentro de aquellos edificios, no la pasaría nada mal.

—Todo se ve de maravilla por aquí —dijo aquel chico llegando a su lado de forma casual, sorprendiéndola un poco—, hasta parece de películas.

—Vaya que sí, saben de decoración —contestó, dejando salir a flote un poco de su entusiasmo.

—Soy Camilo, mucho gusto —extendió su mano con una tímida sonrisa ladeada.

—Anaira, el gusto es mío.

Las vibras iniciales fueron desapareciendo, sintiéndose cada vez más cómoda con su nuevo compañero. Y en medio de una casi susurrada conversación, recorrieron la mayor parte del edificio. Las oficinas más importantes, las salas de conferencia, salas de descanso y de trabajo común para el personal, había de todo y perfectamente equipado.

Camilo se le hizo una persona bastante agradable, un poco coqueto y sin duda alguna, bastante apuesto. Su rostro era muy lindo, de mejillas sonrosadas y ojos almendrados, facciones delicadas e incluso tierno. Con ese corte de cabello y sonrisa dulce, parecía más joven de lo que es, ocultando esa parte traviesa de su personalidad que dejaba entrever con su forma de actuar. Y eso le gustaba, aunque no quería confiar demasiado pronto.

—¿A qué área vas? —preguntó Camilo con sumo interés.

—Administrativo, seré solo una asistente, ¿y tú? —contestó con una sonrisa.

—Marketing, parte de la nueva área de trabajo —explicó con orgullo—, pero ojalá nos asignen una asistente así de linda como tú.

—Gracias, pero suerte con eso —se burló con complicidad.

Regresaron a la misma sala de juntas sin dejar de conversar, esperando al nuevo reclutador quien los dividiría por secciones y explicaría el área de trabajo al que están asignados. Se sentaron esta vez juntos, escuchado la última parte de la conferencia de Spencer y esperando la siguiente.

—Dentro de un rato llegará el siguiente reclutador, mientras tanto pueden adelantarse e ir a almorzar, regresen en exactas dos horas a esta misma sala —anunció Spencer—, no lleguen tarde.

El grupo se fue dispersando poco a poco, muchos vagando momentáneamente por el lugar sin saber a dónde ir con exactitud, mientras otros tantos buscaban emparejarse o buscar algo de compañía. Anaira había contado con suerte, aquel muchacho no se había alejado de ella y mantenían una muy animada conversación. Fluido, divertido y bastante refrescante.

Encontraron una mesa libre en la cafetería, misma que empezaba a llenarse de pequeños grupos de trabajadores, todos con sus gafetes y trajes. El bullicio le reconfortaba de cierta manera, siempre se había acostumbrado a estar en espacios así, el silencio se le hacía desesperante.

—¿Qué quieres almorzar? —preguntó Camilo.

—Me voy por la pasta, es mi debilidad —bromeó Anaira.

—Anotado, ya vuelvo.

Como todo un caballero, se levantó a por sus almuerzos. No solía apresurarse con las cosas, pero el ver a Camilo haciendo fila y sonriéndole desde su lugar, le llenaba de una sensación de calidez que no podía evitar sentir.




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