Esto es guerra, jefecito ❁en físico❁

5

A pesar de tener un amigo bastante extrovertido, fiestero y popular, nunca fue de las que iba a fiestas o discotecas, aunque el mismo la invitara. Pero necesitaba distraerse, estaba demasiado estresada y sabía que le faltaba un largo camino por recorrer. Sin embargo, el dolor de cabeza que le despertó estaba en otro nivel de pesadilla. La resaca era de infarto, estaba mareada y tenía el estómago revuelto. Y, aun así, no se arrepentía de nada.

—¿Sigues con vida? —preguntó Matthew burlón.

—No grites —se quejó Anaira, escondiendo su rostro bajo la almohada.

—Estoy hablando en mi tono normal, ¿qué más quieres? —continuó con las burlas.

—Susurra o cállate mejor —replicó.

—Sal, te preparé un caldo para esa resaca.

Se levantó con pesadez, arrepintiéndose de inmediato y culpando a Matthew por ello. Sentía que todo le daba vueltas, el suelo tenía más ondas que el mar, y las estrellas del firmamento habían bajado para decorar la habitación. Cerró los ojos y respiró con pausas, calmando no solo el revoltijo de su cabeza, sino el de su estómago. A duras penas, pudo contener las arcadas.

Después de una muy forzada ducha, varios intentos de liberar el alma por la boca y aclarar un poco su visión, salió a la sala solo para tirarse en el sofá como le era costumbre.

—¿Recuerdas lo que pasó ayer? —indagó María José curiosa.

—Tengo resaca, no amnesia —contestó con voz rasposa.

—Entonces recordarás a este papito rico, ¿cierto? —con júbilo mostró un corto video de ella bailando muy acaramelada con Luis, para después comerse a besos.

Todos los colores se le subieron a la cabeza, no esperaba tener evidencias de su falta de juicio de la noche anterior, aunque tampoco le extrañaba conociendo como son sus amigos en realidad. Recordaba todos los detalles, cada cosa que hizo y dijo, hasta el más mínimo detalle incluso de su apariencia. ¿Cómo olvidar semejantes ojos tan hermosos?

—Todo un bombonazo —suspiró con una sonrisa pícara—, que suerte tienen algunas.

—Eres el colmo —le reprochó, tomando su caldito mata-resacas mientras trataba de ignorar el video que se reproducía una y otra vez.

—Yo no besé a alguien que recién conocí en una discoteca, y que probablemente no vuelva a ver en la vida —canturreó entre risas—, aunque siendo sincera espero no sea tu caso, porque ajá. Sería un completo desperdicio, y complemento para tu reciente mala suerte.

—¿Por qué ustedes están bien y yo me veo demacrada? —replicó Anaira ignorándola.

Ambos estallaron en risas, tratando de bajar el volumen de sus voces al darse cuenta de las expresiones de dolor de Anaira, tapándose los oídos con fuerza para mitigar el dolor de cabeza.

—Llevamos años aquí, tenemos calle —contestó Matthew con malicia.

—Alcohólicos de porquería.

—Sí, como sea, tomate esta pastilla y ve a morir al cuarto, no quiero cadáveres en mi sofá de la suerte.

Agradecía que tan solo fuese domingo, pero maldecía la falta de una semana entera de festivos seguidos para no tener que verle la cara a Derek. Por el momento solo le quedaba recostarse, tratar de sobrevivir el día y estar sana para afrontar la pesadilla que le esperaba en la mañana. Sin embargo, el zumbido de su teléfono no le dejaba en paz. Con frustración, lo tomó esperando mandar al demonio a quien sea.

(L) Buenos días, preciosa. Espero la resaca no me haya borrado de tu memoria, pasé una linda noche contigo y tus amigos, claro. ¿No volveremos a ver algún día?

Una solicitud para seguirle en redes sociales y aquel mensaje de texto había hecho tal escándalo, pero toda la molestia había pasado al olvido cuando reconoció ese bello rostro en la foto de perfil. Era Luis.

(A) Buenos días. Aún te recuerdo, no te preocupes, pero gracias por la preocupación. Y sí, sería interesante volver a vernos algún día.

La sorpresa había despejado todos sus sentidos de golpe, sin terminar de creerse que el interés fuese más allá de una noche de baile y alcohol. ¿Será que este es su golpe de suerte después de una semana entera de sufrimiento?

(L) ¿Qué tal hoy? Claro, solo si quieres.

Se estaba debatiendo entre aceptar o no, dado que aún se sentía un poco indispuesta por la resaca. Y claro está, porque no lo conocía muy bien. Sin embargo, no se sentía temerosa de estar con una persona que finge quien es, él no le daba esas vibras y por ello, solo por lo galante y caballeroso que fue, se decidió.

(A) Está Bien, pero un poco más tarde, ¿te parece? Me duele horrores la cabeza.

(L) No eres de mucho salir, ¿verdad?

(A) Para nada.

(L) Interesante, en ese caso te tengo la solución a tus males para que puedas ir a trabajar fresca como una lechuga. ¿Quieres salir a pasear y luego almorzar conmigo? Hay un centro comercial que renta bicicletas, ¿qué dices? El ejercicio es medicinal.

¿Anaira Baret haciendo ejercicio? Eso muy poco se veía, mucho menos un domingo y en esas condiciones en que amaneció.




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