Figura esbelta, cabello oscuro, piel clara y ojos chocolates, eran las características de una mujer que estaba a punto de suicidarse.
- ¡oye detente! -se escuchó la voz de un hombre que estiro su mano para coger a la chica, cuyo cuerpo estaba ya bailando en el viento.
- ¡Te tengo! -las manos del hombre lograron sostenerla. Por poco y la chica moría.
- ¡¿Pero que diablos haces?! ¡No te entrometas! - la mujer con ojos de rabia miraba a su salvador.
- Tsk… Qué mujer mal agradecida eres. Si tanto lo quieres entonces… ¡Adiós! -la mano del hombre soltó a la chica y esta calló a su suerte. Una muerte que ella misma planeo.
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- ¡Ahhhhhhhhh! -el piso donde cayó era frio y lo era aún más con la estación de invierno.
- ¡Ouch! eso me dolió… - la chica se paró y recogió las sabanas que habían caído con ella en el piso duro, desenredándolas de sus piernas.
-otra vez el mismo sueño-hizo un chasquido con sus labios-ese idiota. Si no se hubiese entrometido ¡no estaría tristemente viva! -cogió su hundida almohada y con fuerza la tiro hacia una esquina de su habitación.
La mañana era húmeda, el cielo oscuro con nubes grises amenazaban con llover otra vez. Las personas salían de sus casas llenando las calles con su presencia. Todos y cada uno con diferentes actividades.
-vivir, vivir, vivir ¿Qué hay de bueno en eso? -la chica se colocó su bufanda negra y metió sus manos en los bolsillos de su abrigo kaki, para detenerse en un restaurante de pizzas y pastas.
-umm ¿será aquí? –toco la puerta y una chica con uniforme de mesera la dejo pasar.
-Espere aquí por favor-le dijo con amabilidad.
-Si. Gracias-cruzo sus brazos esperando a que la llamaran. Su mirada no era para nada alegre.
Fue larga su espera, digamos que más de dos horas estuvo esperando la chica de ojos chocolates, molesta he impaciente, mientras que en su rostro se hacía notar su mal humor.
-No debí haber venido. Me largo -parada y lista para irse, escucho un llamado.
-Señorita -la misma chica que la recibió la miraba con una sonrisa en su rostro -ya puede pasar. Por aquí por favor.
- ¿ah? Ah…S-Sí. Ya voy.
Camino por un pasillo muy elegante y abrió la primera puerta que encontró tal como le indico la chica que la recibió.
-Hola-el mismo hombre que impidió su suicidio la recibió con una sonrisa en la cara.
-Para mí no es gusto verte ¿sabes? -tan solo escucharla se notaba la molestia que sentía.
-No lo sé. Porque después de lo que te hice decidiste venir ¿Por qué?
-no lo sé… ¡¿será porque me amenazaste?!
- ¡hay! ¡pero de eso no te preocupes! Ese libro pornográfico que encontré en el día del incidente ya lo quemé- en cada palabra pronunciada no se le quitaba la sonrisa del rostro, al tipo ese.
- ¡no es un libro pornográfico! Solo son modelos del cuerpo humano. Estaba practicando ya que no soy buena en…en…eso no tienes por qué saberlo.
-Como sea, era mejor que quemaras tus pertenencias sucias antes de quitarte la vida. -Estiro sus brazos como si recién se hubiese levantado de la cama- Imagínate lo que la gente hubiese pensado al ver en la noticia que una suicida tenia revistas como esas en su habitación. Y eso que yo solo encontré solo uno, ¡debes tener más de esas cosas! ¡Oh Dios!
- ¡ya me tienes harta! -tiro una revista que encontró en el escritorio y se la tiro en la cara o al menos eso pretendía.
-calma-el chico sostuvo ágilmente la revista-solo bromeo-aún mantenía la sonrisa en su cara.
- ¿dime para que me llamaste aquí?
-pues necesito que alguien ocupe un puesto en este restaurante.
- ¿Qué?
-A si como lo oyes
-No te entiendo
El chico solo volvió sonreír al ver la expresión confundida de la chica.
-Quiero que trabajes para mí.
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Editado: 12.03.2022