- ¿Todo eso te paso?
-si, y ahora tengo una tremenda deuda que pagar, y lo peor es que no consigo trabajo de la maldita carrera ¡ya han pasado varios años desde que busco y busco y nada! ¡estoy en el abismo de mi vida! Quizás ente mes no pueda pagar el alquiler-Leah se tiro al piso como un tapete.
Ya había pasado cinco años desde que la chica comenzó a buscar un trabajo con relación al cien por ciento a sus estudios del instituto, tras cinco años también de duro esfuerzo por pagar la carrera técnica. Estar en diferentes trabajos dejar uno que otro ciclo para conseguir ahorrar para otro ciclo, fue lo que la hizo demorar más tiempo que otros compañeros.
-Umm, pues que te puedo decir. La vida no siempre es como la esperas.
- ¡Ja! Dímelo a mí ¡Que lo vivo en carne propia! -volvió a tirarse al piso como tapete.
-no dramatices, no eres la única en el mundo que pasa por eso -las palabras realistas de Naima salieron mientras se comía la ensalada de fruta del vaso.
-ok, gracias por las palabras de aliento ¡querida mejor amiga de todo el mundo! -dijo molesta
-no hay de qué- dijo Naima ignorando la mirada de Leah
Una vez que Naima termino su ensalada, se paró y camino por toda la pequeña habitación.
-Umm umm-examino cada pequeño espació.
- ¿Qué tanto estas mirando? -pregunto Leah aun tirada en el piso.
-Te felicito, sigues siendo muy ordenada en tus cosas, aunque tu ropa sucia aún sigue siendo un desastre.
- ¡oh! ¡es cierto! se me olvido lavar la ropa-Leah se llevó la canasta de ropa sucia al baño en donde compartía su lavandería improvisada en la ducha.
-Umm umm- Naima seguía dando vuelta en la pequeña habitación, pensando y pensando mientras lamia la cuchara en donde quedaban restos de yogur.
- ¡listo ya está!
- ¿Qué cosa ya está? - pregunto Leah que llevaba una tina roja con una bolsa de detergente.
- ¡me mudare a vivir contigo! -dijo mientras daba vuelta con la pierna izquierda y la derecha la mantenía doblada formando un cuatro- ¡taran!
- ¿Q-que?
- ¡viviremos como en los viejos tiempos! ¡Yeee!
-¡¡Estás loca!! ¡ouch! -y nuevamente Leah estaba en el suelo tras recibir otro manzanazo de parte de su amiga.
-cállate o molestaras a los vecinos -Naima tenía más manzanas ocultas en el bolsillo de su casaca, lista para atacar en cualquier momento.
- ¿tantas manzanas te dieron esa vieja?
-Bueno iré a traer mis cosas- en unos segundos ya estaba en la puerta agitando las manos para despedirse- ¡regreso en la noche con mis cosas! ¡No te olvides cocinarme algo! ¡bye bye!
- ¿Este es mi castigo por intentar quitarme la vida? ¡¡Ahhhh!!- se tiró resignada en el sofá.
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.
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Un suspiro, otro suspiro. “Ahhhh” se escuchaba a cada rato decir a una chica vestida con el uniforme de counter trabajando en el popular restaurante de comida rápida llamado Pastas y Pizzas Don Pepe. Bien era un nombre bastante común para un restaurante popular entre los de su rubro, sin embargo, tenía mucha acogida para las personas que querían darse un antojo, ya sea jóvenes o señores maduros incluso personal de oficinas iban a visitarlo. Era un sitio que se adaptaba al gusto de gran parte de la población. Rápido, económico, servicial… era un restaurante de calidad y en expansión pues la franquicia cada vez crecía más.
-Ahhhh-suspiro Leah otra vez.
- ¿Qué pasa chica nueva? ¿Ya estas cansada? -la misma chica que la recibió estaba frente a ella con una bandeja bacía en las manos sonriendo brillantemente.
-oh, lo siento. Toma -le dio un trapo limpio para limpiar la bandeja y ponerla junto a las demás a una esquina del counter.
-Gracias. Qué bueno que el gerente encontró al fin un nuevo personal. Ya me estaba cansada de hacer doble turno.
-Ahh…-por lo que la chica dijo, Leah entendió que su compañera del frente era la que hacia el trabajo de cajera y mesera a la vez. Su apariencia le decía que era una estudiante universitaria o de instituto. Era delgada de piel clara y cabello rubio pintado con mechas oscuras en la raíz que se notaban a pesar del gorro en su cabeza.
-Entonces si hay algo en que necesite ayuda… ¿puedo contar contigo? -Leah puso su mejor cara de apenada e inocente, para hacerla más real coloco una mano en la nuca. Una chica nueva, algo tímida e inocente esa era la primera impresión que trataba de dar en la mayoría de trabajos de atención al cliente hacia sus compañeros, para poder aprender lo necesario las primeras dos semanas y así poder reconocer a las serpientes en cada una de ellas y poder cuidarse a si misma.
- ¡claro! ¡No dudes en preguntarme cualquier cosa! ¡Ah! Por cierto, mi nombre es Yuliana.
- ¡Eres la mejor! Yo me llamo Leah, será un gusto trabajar contigo.
La venida de un nuevo cliente interrumpió la amena conversación de estas chicas.
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Editado: 12.03.2022