Y va de nuevo, ese nudo en la garganta.
Ese grito de ayuda, atascado en el pecho.
Esas lágrimas silenciosas, que reciben poco y piden mucho.
Ese silenció que da mucho entendimiento y pocos logran descifrarlo.
Esas carcajadas, que son ruidosas, sonoras, y falsas.
Que en si guardan, el grito del dolor.
Ese ataque repentino de querer estar sola y desaparecer de una vez por todas.
De esas ganas de no sentir nada
De dormir y no despertar.
De perderte en la oscuridad y dormir en paz.
De dejar de sentir en el pecho ese vacío, ensordecedor