Estrella Maldita

2

Todos corrían entre gritos tratando de ocultarse. Yo seguía parada asimilando todo y el oráculo murmuraba palabras que el viento se las llevaba. Observe bien al dragón y por fin pude notar de que color era. Era de un color negro como la obscuridad, sus escamas tenían un brillo, ojos púrpura y un degradado de este mismo en su cola qué tenía una cola tan afilada que podía atravesar cualquier cosa. Sentía que mi corazón ahora latía el doble y más fuerte. Será que... no, no puede ser... mi corazón y el de el... están vinculados?

-¿Qué eres?- Pregunte en un susurro acercándome a pasos lentos hacia el dragón.

El dragón me volteo a ver e inclino su cabeza observándote un poco más de cerca. Su mirada no era como la de una criatura salvaje... era comprensible.

Entonces una voz me hablo. No por su gran boca, por la mente.

-Soy parte de ti y tu eres parte de mi. Dormí largo tiempo esperando tu llamado.

-¿Tienes nombre?- Pregunte dando un paso al frente. El dragón dio un rugido.

-Umbra' thar...- Dio otro rugido. Que presumido -Cuida lo que dices Neriah

-¿Escuchas mis pensamientos?- Dije con el ceño fruncido. El dragón... digo, Umbra, soltó un gruñido como si estuviera molesto. Vaya carácter.

Los ancianos murmuraban entre ellos. No podían creer lo que estaban viendo. La gran leyenda del dragón... ellos no creían en esa leyenda pero si sabían de su existencia. Creían que solo era eso, una leyenda. Una criatura desaparecida después de la guerra de las estrellas.

-¿Como sabes mi nombre?- Dije desconcertada. Es raro, el dragón no... tal vez un poco pero todo esto es raro.

-Se más de lo que crees... pasa a registarme- Me di la vuelta y camine hacia las mesas donde solo quedaba una chica, le sonreí y esta me devolvió a medias la sonrisa. Agarro su tabla con las manos temblorosas.

-Nombre de tu... criatura- Le temblaba la voz.

-Umbra' thar- La chica empezó a escribir y al terminar solo me dedico una sonrisa y se fue de ahí casi corriendo.

-Todos vallan a sus casas...- Dijo el oráculo aun quitándose un poco de la tierra de la que se había ensuciado.

Yo empecé a caminar para poder irme hasta que una voz hizo que volteara.

-¡Neriah!- Voltee a mis espaldas y ahí estaba Kaer. Nunca antes me había hablado. -¿Qué es eso Neriah?- Pregunto sin acercarse de todo -¿Qué clase de vínculo es ese?

Abrí la boca para poder responder pero Umbra se adelanto y le respondió... pero a su manera, con poder. El suelo tembló y una fuerte ráfaga de viento había. Kaer callo de rodillas al fuerte viento y el temblor del suelo y su criatura solo retrocedió. El cielo se cambió de color a un color gris. Y una fuerte voz empezó a hablar dentro de las mentes de todos.

-No es ella quien me ah llamado, fui yo quien la llamé, fui yo quien la eligió.

El oráculo levantó la mirada hacia Umbra con un espanto en su mirada y abrió la boca para poder decir unas palabras. Las manos le temblaban.

-El mundo no está preparado para esto...- murmuró-. La maldición ah tomado forma. Y el cielo... el cielo va arder.

Horas después, el pueblo estaba en total silenció.

Los aldeanos no me miraban directamente, cuando me veían cerraban las puertas y ventanas. Me sentía como un... fantasma. Al llegar a mi casa vi a mi madre sentada afuera como si me estuviera esperando. Al verme se levantó del asiento donde estaba y me miro, no con miedo sino con decepción?.

-¿Sigues siendo mi hija?- senti la voz de mi madre quebrada.

No supe que responderte. La mire con lastima y solté unas cuantas lagrimas. Me dolía que mi propia madre me dijera eso. Pero ya no estaba dispuesta a seguir con estas humillaciones, ya no más.

Ella se dio la media vuelta y se fue oara adentro de la casa, yo me quedé donde ella estaba sentada recapacitando todo lo que me había pasado en un solo día. Era mucho que asimilar. Llego la noche y yo necesitaba dormir. No quería entrar a esa casa donde solo me despreciaba y me humillabas. Mi madre ni siquiera me quería tener, me culpaba de que mi padre la había dejado. Nunca más iba a volver a esta casa donde solo me hacen daño. Me levante del asiento y camine unos cuantos pasos y voltee sobre mi hombro para ver por última vez esta horrorosa casa. Me di la media vuelta y me marche.

Camine y camine hasta encontrar una pequeña banca en medio de un bosque y me recosté sobre esta brazandome a mi misma para poder darme calor.

Me desperté sobresaltada y estaba con el corazón que parecía que se me iba a salir. Me quedé un momento quieta hasta que empecé a ver a mi al rededor, sabía que no estaba en casa porque me marche pero... tampoco estaba donde me quede dormida. ¿Donde estoy?

Olía raro, olía a fuego y cenizas. Me pare del suelo y empecé a caminar con cuidado. Tocaba las paredes, el suelo, todo era de piedra... sin duda estaba en una cueva. Camine un poco más y logre ver la salida. Un gran huecos, muy, muy, grande y solo estaba la luz de la luna. Sentí una ráfaga de viento tibia y supe que ahí estaba alguien más conmigo, alguien detrás mio más bien.

-Soy yo enana- musito Umbra detrás mio.

-¿Enana? Yo no estoy enana- Me di la vuelta y me cruce de brazos ofendida.

-Neriah... mides 1.58, ni alcanzas el 1.60- Dijo en tono de obviedad

-Todavía me falta crecer... o al menos tengo esperanza- Senti como puso los ojos en blanco y dio un largo suspiro

-Debemos irnos pronto- lo mire extraña. ¿Porqué debíamos irnos?-. Otros ya han sentido el despertar y vendrán por ti Neriah. Vendrán a sellarte o matarte.

Respire hondo.

-Tengo hambre.- Se me quedó viendo fijamente y me dio algo de miedo-. Pero claro podemos primero empezar el viaje y al llegar puedo comer... no pasa que me desmaye o algo así.



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En el texto hay: fantasia, dragon, magia

Editado: 23.06.2025

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