Los días posteriores al concierto pasaron en un torbellino de emociones. Era como si cada fibra de mi ser siguiera vibrando con la energía de aquella noche mágica. El concierto no solo había sido increíble en términos de música; había sido una experiencia transformadora para mí. Sentía que, de alguna manera, Leo y yo estábamos más conectados que nunca.
Recordaba cada detalle: la música, las luces, y sobre todo, el momento en que interpretó "Entre la multitud". Durante esa canción, el tiempo pareció detenerse. Podía jurar que en algún punto de la canción, nuestras miradas se cruzaron de nuevo. Fue solo un segundo, pero ese segundo era suficiente para alimentar la chispa de esperanza que llevaba días ardiendo dentro de mí.
Después del concierto, el mundo real parecía insignificante, pequeño, en comparación con lo que había sentido esa noche. Me pasaba horas viendo los videos que los fans habían grabado y subido a internet, reviviendo cada instante como si no quisiera dejar que el momento se escapara. Sabía que mi vida diaria seguía, con clases y responsabilidades, pero había algo dentro de mí que se negaba a soltar la ilusión. Era como si el concierto hubiera confirmado mis sueños, y la posibilidad de algo más seguía rondando mi mente.
Valeria, por supuesto, no dejaba de mencionar lo increíble que había sido la experiencia, pero también trataba de mantenerme con los pies en la tierra.
—¿De verdad crees que te vio? —me preguntó un día mientras repasábamos los videos juntas.
—No lo sé —respondí con una sonrisa tímida—, pero… sentí algo. Es difícil de explicar.
Ella me miró como si quisiera decirme algo, pero en lugar de eso, solo sonrió. Sabía que no tenía sentido discutir conmigo en ese estado de euforia. Tal vez parte de ella también quería creer en la posibilidad.
Una semana después del concierto, mientras estaba en clase, recibí una notificación que me hizo detenerme en seco. Era de la cuenta oficial de Leo. Mi corazón comenzó a latir con fuerza mientras abría la publicación. Era una foto en blanco y negro de él, sentado en el escenario después de un concierto. Pero lo que más me impactó fue el texto que lo acompañaba:
"Algunas personas piensan que los sueños son solo eso… sueños. Pero a veces, la realidad es más cercana de lo que creen. Gracias por ser mi inspiración."
Las palabras hicieron que mi mente comenzara a girar. ¿Podía estar refiriéndose a mí? ¿Era posible que, después de todo, Leo también sintiera esa conexión que yo había sentido? Intenté calmarme, diciéndome a mí misma que probablemente era solo una frase genérica, algo que diría para sus fans en general. Pero no podía evitar sentir que era más que eso. Parecía tan personal, tan dirigido.
Pasé el resto del día con la cabeza en las nubes, incapaz de concentrarme en nada. No podía esperar a llegar a casa para contarle a Valeria lo que había visto. Cuando finalmente lo hice, me miró con los ojos muy abiertos.
—¡Tienes que estar bromeando! —exclamó—. ¿Crees que está hablando de ti?
—No lo sé… Pero todo esto se siente tan surreal. No puedo dejar de pensar que hay algo más.
Valeria se quedó en silencio por un momento antes de hablar de nuevo.
—Creo que deberías enviarle un mensaje. Algo sencillo, pero… ¿y si de verdad hay algo? No pierdes nada.
La idea de escribirle directamente a Leo me aterraba y me emocionaba al mismo tiempo. ¿Y si le mandaba un mensaje y lo ignoraba? ¿Y si pensaba que era una fan más, alguien ilusionada sin razón? Pero también, ¿qué pasaría si no lo hacía? El "qué hubiera pasado" me perseguiría.
Esa noche, después de muchas dudas, me armé de valor. Con el corazón latiendo a mil por hora, abrí la aplicación y fui a su perfil. Respiré hondo, recordando el momento en que nuestras miradas se cruzaron, y finalmente escribí:
"Gracias por la música. Tu canción 'Entre la multitud' significa mucho para mí. Tal vez nunca leas esto, pero te quería decir que fuiste mi inspiración esa noche."
Mi dedo temblaba mientras presionaba "enviar". Apenas lo hice, sentí una mezcla de alivio y terror. Sabía que lo más probable era que mi mensaje se perdiera entre miles de otros, pero el simple hecho de haberlo enviado ya era una victoria. Había dado el paso.
Los días pasaron sin respuesta, como era de esperar. Intenté no darle demasiada importancia, pero no podía evitar sentir una pequeña punzada de decepción cada vez que abría mi teléfono y no veía ninguna notificación nueva. Sin embargo, no me arrepentía de haberlo hecho. Tal vez era solo cuestión de tiempo. Tal vez Leo necesitaba un momento para leerlo. Tal vez…
Una noche, justo antes de dormir, vi una notificación en mi teléfono que me dejó paralizada. Era un mensaje de la cuenta de Leo.
Con las manos temblorosas y el corazón en la garganta, abrí la notificación. Había una respuesta a mi mensaje. Él me había respondido.