Estrellas Fugaces

Capítulo 14: El Juego de la Mentira

El día después de recibir el mensaje de Leo fue uno de los más difíciles de mi vida. No me levanté de la cama hasta bien entrada la tarde, aún tratando de procesar lo que había sucedido. Me sentía estúpida por haberme dejado llevar por mis sentimientos, por haber caído en las palabras dulces de alguien que no había tenido ninguna intención real de quedarse a mi lado.

Intenté mantenerme ocupada, evitaba las redes sociales y los mensajes de Valeria, quien ya sabía que algo estaba mal pero no quería decirme nada hasta que yo estuviera lista para hablar. Sin embargo, mi mente no podía dejar de dar vueltas alrededor de la traición de Leo. ¿Cómo había sido capaz de hacerme sentir tan especial solo para luego destrozarme?

Pero lo que no sabía es que las cosas aún podían empeorar.

Un par de días después, cuando pensé que las heridas comenzaban a cerrarse, mi teléfono vibró con un mensaje inesperado. Era de Leo.

—"Hey, ¿cómo estás?"—

Leí el mensaje varias veces, incrédula. Después de todo lo que me había dicho, después de la confesión de que no estaba buscando nada serio, ahora pretendía que las cosas siguieran como si nada. Mi mente se llenó de preguntas: ¿acaso no entendía el daño que me había causado? ¿O simplemente no le importaba?

Sentí una mezcla de rabia y tristeza mientras respondía, tratando de mantener la calma.

—"¿Qué quieres, Leo?"—

Su respuesta llegó rápido, como si hubiera estado esperando que respondiera.

—"Solo quería saber de ti. No hemos hablado en un par de días."—

Mi frustración aumentaba con cada palabra que leía. ¿Cómo podía actuar con tanta indiferencia? Decidí ser honesta, aunque no sabía si eso cambiaría algo.

—"Leo, no entiendo por qué me escribes. Me dejaste claro que esto no es serio para ti. Me estás haciendo daño."—

Hubo una pausa antes de que su respuesta apareciera en la pantalla.

—"Lo siento si te lastimé. No era mi intención. Solo me gusta hablar contigo, eres divertida. Pero no quiero que malinterpretes las cosas."—

Malinterpretar las cosas. Esas palabras retumbaban en mi cabeza. ¿Cómo podía decir eso cuando él había sido quien me había besado bajo las estrellas, quien me había hecho sentir como si fuera la única persona en su mundo?

Estaba claro ahora: Leo era el tipo de chico que no quería compromisos. Lo que había hecho conmigo, lo había hecho con muchas otras chicas antes. Jugaba con sus corazones, haciéndoles creer que eran especiales, solo para luego descartarlas cuando ya no le interesaban. Y ahora, estaba intentando mantenerme cerca, pero solo bajo sus términos, sin ninguna promesa real.

Aun así, parte de mí seguía aferrada a la idea de que tal vez, solo tal vez, podría cambiar. Que si me mantenía cerca, él eventualmente vería lo que tenía conmigo. Pero esa era la parte de mí que aún no había aceptado la verdad.

Unos días después, me atreví a abrir nuevamente las redes sociales. Lo primero que vi fue otra foto de Leo, esta vez en una fiesta en otra ciudad. Estaba rodeado de chicas, como siempre, pero una en particular llamó mi atención: era la misma chica con la que lo había visto antes, aquella con la que había compartido momentos más íntimos de los que él había admitido.

Mi corazón se hundió de nuevo. Era obvio lo que estaba sucediendo. Leo no solo me había engañado emocionalmente, sino que continuaba su vida como si yo no hubiera significado nada. Mientras yo estaba aquí, luchando con mis sentimientos, él seguía divirtiéndose, sin remordimientos ni explicaciones.

Decidí que no podía seguir así. Tenía que enfrentarlo cara a cara, aunque solo fuera para cerrar este capítulo de mi vida. Le envié un mensaje pidiéndole que nos viéramos, y aunque tardó en responder, finalmente aceptó.

Nos encontramos en el mismo parque donde habíamos compartido ese beso que ahora sentía tan lejano. Cuando lo vi acercarse, con esa sonrisa despreocupada y su habitual chaqueta de cuero, sentí una mezcla de ira y tristeza. ¿Cómo podía alguien que parecía tan encantador ser tan cruel?

—Hey, qué bueno verte —dijo, acercándose para darme un abrazo, pero me aparté, dejando claro que no estaba allí para un encuentro casual.

—Necesitamos hablar —dije, cruzando los brazos.

Leo levantó una ceja, como si no entendiera la gravedad de la situación.

—Claro, dime.

Tomé aire, tratando de mantener la compostura.

—No entiendo por qué sigues escribiéndome, Leo. Dijiste que esto no era serio para ti, pero actúas como si nada hubiera cambiado. No soy una más de tus chicas, no puedes jugar conmigo de esta manera.

Leo me miró por un momento, y aunque parecía reflexionar, finalmente soltó una pequeña risa, como si todo esto no fuera más que una exageración.

—Mira, no quería que las cosas se complicaran así. No es que no me importes, pero... soy un chico ocupado. Hay muchas chicas que quieren pasar tiempo conmigo, y no puedo evitarlo. Esto es parte de mi vida.

Esas palabras fueron como una bofetada. En ese momento, entendí que Leo nunca había tenido la intención de ser sincero conmigo. Para él, yo solo había sido una más, una pieza en su vida caótica y superficial. Y lo peor de todo era que ni siquiera sentía remordimiento por lo que había hecho.

—No puedo seguir así, Leo —dije, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con salir, pero me obligué a mantenerme firme—. No quiero ser una más. No merezco esto.

Leo se encogió de hombros, como si no supiera qué más decir.

—Lo siento, pero esto es lo que hay. No puedo prometerte nada más.

Fue en ese momento cuando supe que ya no había nada más que hablar. Leo nunca cambiaría. Siempre sería ese chico que jugaba con los sentimientos de las chicas, que buscaba la atención y el afecto sin ofrecer nada a cambio.

Di un paso atrás, sintiendo cómo el peso de mi decisión caía sobre mí.

—Adiós, Leo.

Me alejé sin mirar atrás, sabiendo que esta vez era definitivo. Me dolía, sí, pero también sentía una extraña liberación al saber que ya no estaría atrapada en su juego.




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