Los días que siguieron al concierto fueron diferentes. No sabía si era por Lucas o porque, finalmente, había dejado de lado los restos de mi relación con Leo, pero me sentía más ligera, más libre. El peso de las mentiras y la decepción que había cargado durante tanto tiempo parecía haberse desvanecido. Las sonrisas que antes eran forzadas ahora salían de manera natural, y por primera vez en mucho tiempo, comencé a sentir que mi vida me pertenecía nuevamente.
Lucas y yo comenzamos a hablar cada vez más. Sus mensajes eran refrescantes: llenos de humor, ligereza y autenticidad. No había dobles intenciones, no había juegos. Con él, sentía que podía ser yo misma sin miedo a ser juzgada o utilizada. Lo mejor de todo es que no me presionaba. Me gustaba su compañía, pero aún no estaba lista para saltar a algo nuevo, y Lucas lo respetaba.
Una tarde, mientras caminábamos juntos por el parque después de otro ensayo de su banda, me detuve para mirarlo. El sol estaba comenzando a bajar, y la luz dorada caía suavemente sobre su rostro. Me sonrió, como si supiera exactamente lo que estaba pensando.
—¿Estás bien? —preguntó, alzando una ceja.
Asentí y sonreí de vuelta.
—Sí, solo… me siento bien. Tranquila.
Lucas me miró un segundo más, con esa sonrisa despreocupada que empezaba a derretir mis defensas, y luego cambió de tema con una broma que me hizo reír a carcajadas. A su lado, no había complicaciones. Era todo lo que no había sentido en mucho tiempo: paz.
Esa misma noche, mientras me preparaba para dormir, mi teléfono vibró. Lo agarré sin mucho entusiasmo, pensando que tal vez era Valeria o incluso Lucas, pero mi corazón se detuvo cuando vi el nombre en la pantalla: Leo.
Era como un golpe directo al estómago. Habían pasado semanas desde la última vez que me escribió, y aunque pensé que ya había cerrado ese capítulo, verlo aparecer de nuevo me desestabilizó de una manera que no esperaba.
El mensaje era simple, pero lo suficientemente confuso como para hacerme dudar.
—"¿Podemos hablar?"—
Lo leí varias veces, tratando de procesar lo que significaba. Después de todo lo que había pasado, después de cómo me había dejado claro que yo solo era una más, ¿por qué ahora quería hablar? Una parte de mí, esa que había pasado tanto tiempo idealizándolo, quería responder. Quería saber qué era lo que tenía que decirme, si tal vez había cambiado de opinión, si ahora veía lo que había perdido.
Pero la otra parte, la que había empezado a sanar, me decía que no caiga en su juego de nuevo.
Apagué el teléfono sin responder, pero la inquietud permaneció. Intenté convencerme de que era lo correcto, de que Lucas era todo lo que Leo nunca había sido para mí. Pero a pesar de mi determinación, no pude evitar sentir una pequeña punzada en el corazón. ¿Y si esta vez era diferente? ¿Y si realmente quería decirme algo importante?
Los días pasaron y traté de no pensar en Leo, centrándome en mis estudios, mis amigos y, por supuesto, Lucas. Pero el mensaje seguía rondando en mi cabeza, como una sombra que se negaba a desaparecer. No le conté a Lucas sobre el mensaje, no quería involucrarlo en algo que, en teoría, ya estaba superado. Sin embargo, la duda seguía creciendo dentro de mí.
Unas semanas después, mientras Lucas estaba en otro ensayo y yo estudiaba en la biblioteca, mi teléfono vibró de nuevo. Era otro mensaje de Leo, esta vez más directo.
—"Te extraño. No puedo dejar de pensar en ti."—
Mi corazón se aceleró al leer esas palabras. Sabía que no debía responder, que esto solo me haría daño, pero ¿y si esta vez realmente lo sentía? ¿Y si se había dado cuenta de que había cometido un error?
Antes de darme cuenta, ya estaba escribiendo una respuesta.
—"¿Por qué me dices esto ahora, Leo?"—
No tuve que esperar mucho. Su respuesta llegó en minutos.
—"Me di cuenta de que fui un idiota. Te dejé ir cuando en realidad, lo que quería era estar contigo. No dejo de pensar en nosotros, en lo que podríamos haber sido."—
Cerré los ojos, sintiendo una mezcla de emociones. Durante tanto tiempo había soñado con que Leo me dijera algo así, que admitiera que había cometido un error. Pero ahora, con Lucas en mi vida, las cosas no eran tan simples. ¿Realmente quería volver a abrir esa puerta?
Al día siguiente, me encontré caminando hacia el parque donde había acordado encontrarme con Leo. Sabía que estaba jugando con fuego, pero parte de mí necesitaba escuchar lo que tenía que decir. Tal vez para cerrar definitivamente este ciclo, o tal vez porque una pequeña parte de mí todavía lo extrañaba.
Cuando llegué, Leo ya estaba allí, con su habitual chaqueta de cuero y esa sonrisa despreocupada que tanto me había atraído al principio. Pero algo en mí había cambiado. Ya no lo veía con los mismos ojos. Ya no era el chico de mis sueños, sino alguien que me había lastimado profundamente.
—Me alegra que hayas venido —dijo, acercándose con la misma seguridad de siempre.
—Dime qué es lo que quieres, Leo —dije, sin rodeos. No estaba dispuesta a perder el tiempo.
Él suspiró y se pasó una mano por el cabello, un gesto que siempre había encontrado atractivo, pero que ahora me parecía ensayado.
—Te extraño, de verdad. Cometí un error al alejarme. Nunca debí haberte tratado como una más. Eres especial para mí. Quiero una segunda oportunidad.
Sentí un nudo en el estómago. Las palabras que tanto había querido escuchar estaban ahí, pero ¿realmente significaban algo ahora? ¿Realmente estaba dispuesta a volver a caer en sus brazos?
—¿Por qué ahora? —pregunté, mirándolo fijamente—. Tuvimos nuestra oportunidad, Leo, y la dejaste ir. ¿Qué ha cambiado?
Leo bajó la mirada por un momento, como si estuviera realmente considerando su respuesta.
—Me di cuenta de que nadie me ha hecho sentir lo que tú me hiciste sentir. He estado con otras chicas, pero no es lo mismo. Quiero intentar de nuevo, quiero hacer las cosas bien esta vez.