Los días después de la llamada con Lucas se convirtieron en un torbellino de emociones contradictorias para ella. Por un lado, seguía atrapada en la esperanza de que todo lo que él le había dicho fuera cierto, que realmente la valoraba y que sus sentimientos no eran una simple fantasía. Pero, por otro lado, la sombra de la fama de Lucas se cernía sobre ella como una nube negra, constante e imponente.
La gira de Lucas había comenzado y con eso, el distanciamiento inevitable que ella había estado temiendo. Los días en los que solía recibir sus mensajes se hicieron cada vez más escasos, y las noches en las que hablaban hasta altas horas se convirtieron en un mero recuerdo lejano. Al principio, trataba de convencerse a sí misma de que era normal. Él era una estrella, y su vida estaba llena de compromisos que ella no entendía del todo. Pero el vacío que dejó su ausencia empezó a crecer, y con él, las inseguridades que había estado manteniendo a raya.
Deslizaba su dedo una y otra vez por su teléfono, revisando las redes sociales en busca de actualizaciones sobre Lucas. Fotos, videos, rumores... todo estaba ahí, en pantalla, recordándole lo lejos que estaba de él. Lucas estaba en el centro de todo, rodeado de mujeres hermosas, con las que posaba sonriente, y de las que no podía evitar sentir celos.
Cada imagen que veía era como una puñalada. Lucas siempre había sido claro con ella, diciéndole que su vida estaba llena de compromisos, pero verla reflejada en esas fotos, donde él parecía tan despreocupado y feliz sin ella, le hacía preguntarse si lo que sentía por él era un error. Tal vez era una de tantas chicas que lo admiraban, una más entre la multitud que anhelaba su atención.
Una tarde, mientras estaba sentada en el café donde solía estudiar, abrió su teléfono una vez más, como lo hacía por costumbre. Una nueva notificación apareció en su pantalla: una foto reciente de Lucas en su gira, con una modelo conocida, ambos riendo y posando de manera cercana.
El corazón le dio un vuelco. Sabía que esas fotos no significaban nada, Lucas siempre le había dicho que muchas veces esas imágenes no reflejaban la realidad, pero una parte de ella no podía evitar el malestar creciente. Era irracional, lo sabía, pero la inseguridad y los celos empezaban a consumirla.
Cerró el teléfono de golpe, sintiendo cómo sus mejillas ardían. Había algo en esa foto, algo en la manera en que la modelo lo miraba, que le encogía el estómago. La idea de que tal vez, aunque él no lo admitiera, Lucas podía estar disfrutando de la atención de otras mujeres, mientras ella quedaba relegada al margen de su vida, la estaba volviendo loca.
—¿Estás bien? —le preguntó su amiga Carla, quien estaba sentada frente a ella, observándola con preocupación.
Ella levantó la vista, intentando sonreír, pero no pudo evitar que su voz sonara débil.
—Sí, solo un poco distraída.
Carla frunció el ceño. Sabía que algo no estaba bien, y su amiga siempre había sido perceptiva cuando se trataba de sus emociones.
—Es por Lucas, ¿verdad? —dijo Carla, sin rodeos.
Ella se mordió el labio, sin saber qué responder. Había evitado hablar del tema con Carla porque, aunque confiaba en ella, temía que sus dudas y miedos sonaran ridículos. ¿Cómo podía explicarle lo que sentía sin parecer insegura o celosa?
—Es complicado, —admitió finalmente—. No sé qué pensar. Está de gira, y siento que cada día estamos más distantes.
Carla la miró con simpatía.
—Es normal que te sientas así. La distancia es difícil, y más con alguien como él, que siempre está en el ojo público. Pero si él te dijo que te quería, tienes que confiar en eso.
Ella suspiró, agradeciendo las palabras de su amiga, pero en el fondo, sabía que no era tan simple. El mundo de Lucas era demasiado diferente al suyo, y por más que intentara convencerse de que podía confiar en él, las dudas seguían acechando en cada rincón de su mente.
Esa noche, después de regresar a su departamento, se desplomó en su cama, exhausta no solo por el día, sino por la constante batalla mental que había estado librando. Abrió el teléfono una vez más y, sin poder evitarlo, volvió a mirar las redes sociales. Lucas seguía publicando actualizaciones sobre su gira, fotos y videos de los conciertos, y aunque todo parecía perfecto, no podía evitar sentir que algo faltaba.
¿Por qué no le había enviado un mensaje en todo el día?
Esa pregunta la atormentaba. Habían tenido momentos cercanos, momentos donde parecía que las cosas estaban bien entre ellos, pero desde que la gira había comenzado, todo se sentía diferente. Lucas había prometido que la distancia no los separaría, pero ella sentía que estaba ocurriendo justamente eso.
Decidió mandarle un mensaje, algo casual, sin esperar mucho.
Tú: "¿Cómo va todo por allá? Te extraño."
Vio cómo el mensaje se enviaba, pero no se atrevió a esperar la respuesta. Sabía que Lucas estaba ocupado, que probablemente no lo vería de inmediato. Pero aún así, no pudo evitar mirar la pantalla cada pocos minutos, esperando ver los puntos suspensivos que indicaban que él estaba escribiendo.
Pasaron las horas, y su corazón comenzó a hundirse. No había respuesta.
Se levantó de la cama y comenzó a pasearse por el cuarto. Sus pensamientos giraban en círculos, mezclando los celos con la inseguridad, y el miedo de que lo que tenía con Lucas fuera solo un espejismo. ¿Estaba engañándose a sí misma todo este tiempo? Era una pregunta que no quería enfrentar, pero que cada día se hacía más presente.
Al día siguiente, mientras preparaba café, su teléfono vibró con un mensaje.
Lucas: "Lo siento por no haber respondido antes, ha sido una locura aquí. Yo también te extraño."
Su corazón se aceleró, pero la respuesta, aunque reconfortante, no calmaba sus dudas. El tono de Lucas sonaba lejano, y ella se preguntaba si estaba leyendo demasiado en las palabras, o si realmente había algo cambiando entre ellos.