Estrellas Fugaces

Capítulo 27: El Juego de Nicola

El aire en el café estaba denso de tensión cuando ella entró. Observó a Nicola, sentada tranquilamente en una esquina, sorbiendo un café, su presencia irradiando una falsa tranquilidad. No era lo que esperaba. Nicola parecía amigable, demasiado amigable. Como si no fuera la misma chica del video, la misma chica que podría haber sido la razón de todas las dudas y el dolor que sentía.

Ella respiró hondo, decidida a descubrir la verdad detrás de todo esto. ¿Qué quería Nicola realmente?

—Me alegra que hayas venido —dijo Nicola con una sonrisa dulce cuando ella se acercó a la mesa—. Sabía que teníamos que hablar.

Ella no respondió de inmediato, sentándose frente a Nicola con el ceño ligeramente fruncido. La amabilidad de Nicola la desconcertaba. Había visto ese video, había leído los mensajes. Nicola no era alguien en quien podía confiar.

—¿Qué es lo que quieres? —preguntó, yendo directo al grano. No tenía tiempo para juegos.

Nicola la miró durante unos segundos, como si estuviera calculando su siguiente movimiento. Había algo oscuro detrás de sus ojos. A pesar de la sonrisa y la calma superficial, se sentía el veneno que se escondía debajo.

—Solo quiero ayudarte —respondió Nicola suavemente—. Sé que Lucas puede ser… complicado. He estado donde tú estás ahora, y quiero evitar que cometas los mismos errores que yo.

Las palabras de Nicola eran como cuchillas en el aire. Sabía que estaban llenas de segundas intenciones. Pero, ¿qué estaba tramando exactamente? ¿Por qué decir todo esto justo ahora?

—¿Por qué me enviaste ese video? —preguntó, su tono más afilado ahora—. Si querías ayudarme, ¿por qué no hablar directamente? ¿Por qué hacerme pasar por todo esto?

Nicola sonrió, un gesto que no llegaba a sus ojos.

—Oh, querida, es porque necesitabas verlo con tus propios ojos. Lucas no es lo que piensas. Quería que entendieras la verdad sin tener que decirla yo misma. A veces, ver las cosas es más efectivo que solo escucharlas, ¿no crees?

Ella apretó los puños bajo la mesa, resistiendo el impulso de levantarse y marcharse. Había algo más aquí, algo que Nicola no estaba diciendo.

—Lucas y yo no estamos juntos —respondió ella con voz firme—. Y él dice que ese video no es lo que parece. ¿Por qué tendría que creer en ti y no en él?

Nicola se recostó en su silla, como si hubiera estado esperando esa pregunta.

—Porque sé lo que Lucas es. Fui su novia. Estuve en tu lugar, enamorada, creyendo en sus promesas. Pero Lucas nunca cambia. Siempre volverá a ser el mismo. Te dirá lo que quieres oír, pero mientras tanto, hará lo que le plazca con otras chicas. Yo lo descubrí por las malas.

La revelación de que Nicola había sido la novia de Lucas fue como un balde de agua fría. No había mencionado nunca a una ex, ni siquiera insinuado la existencia de alguien como Nicola. ¿Era posible que Lucas hubiera ocultado algo tan importante?

—No te creo —dijo ella, aunque su voz vaciló ligeramente. Nicola había sido la novia de Lucas, sí, pero eso no significaba que lo que decía fuera cierto.

—Lo sé —dijo Nicola, su tono más frío ahora—. Pero lo harás. Lucas me dejó por ti, y aunque parezca que estoy siendo amable ahora, déjame aclararte algo: no pienso permitir que se salgan con la suya. Tú solo fuiste un capricho, algo nuevo que lo emocionó, pero te aseguro que te hará lo mismo que me hizo a mí. Él nunca cambiará.

La amenaza velada detrás de las palabras de Nicola se clavó en su mente como un veneno, envolviéndola en una duda aún mayor de la que ya tenía. ¿Y si Lucas realmente no podía cambiar? ¿Y si todo este tiempo, Nicola tenía razón?

Nicola sonrió de nuevo, pero esta vez su sonrisa era cínica, amarga.

—¿Sabes? No es personal, querida. Es solo que quiero verlo sufrir. Si eso significa que tú también tienes que sufrir un poco en el proceso, entonces que así sea.

Las palabras eran un golpe directo. No quedaba ninguna duda ahora. Nicola no estaba aquí para ayudar. Había venido a destruirla.

—¿Por qué me dices todo esto? —preguntó ella, manteniendo su voz lo más calmada posible—. Si realmente quisieras verlo sufrir, ¿no sería mejor seguir fingiendo que me ayudas?

Nicola soltó una pequeña carcajada, como si la pregunta fuera divertida.

—Porque quiero que sepas que lo que sea que pase después, es porque yo lo decidí. Soy yo quien tiene el control, no tú, ni siquiera Lucas. Quiero verte caer, y lo harás, de una forma u otra.

La revelación era brutal. Nicola no solo quería alejarla de Lucas, quería aplastarla en el proceso. Pero, ¿cómo podría luchar contra alguien tan calculador y frío?

Ella se levantó de la mesa de golpe, sus manos temblando. Tenía que irse antes de que las palabras de Nicola envenenaran más su mente.

—No me importa lo que digas —dijo, mirando a Nicola con la determinación renovada—. No dejaré que ganes.

Nicola la observó en silencio mientras se alejaba, una sonrisa oscura pintándose en sus labios.

—Eso es lo que dije yo también —murmuró en voz baja—. Buena suerte.

Cuando salió del café, la cabeza le daba vueltas. Las palabras de Nicola no dejaban de retumbar en su mente. ¿Podría confiar en Lucas después de todo lo que había pasado? ¿O Nicola tenía razón, y todo esto era solo el comienzo de un ciclo que nunca cambiaría?

Tomó su teléfono y abrió la conversación con Lucas. Miró el último mensaje que le había enviado: “Te echo de menos. Prometo que las cosas serán diferentes”.

Ella quería responder, quería creer en sus palabras, pero el veneno de Nicola seguía impregnando su mente, nublando su juicio. Guardó el teléfono sin responder.




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