Estrellas Fugaces

Capítulo 28: Esperado encuentro

La noche caía sobre la ciudad mientras Lucas conducía hacia su apartamento, las luces de las farolas proyectando sombras en la carretera. Había pasado semanas fuera de gira, viajando de un lado a otro, pero ahora, lo único que deseaba era verla a ella. Necesitaba verla, sentir su presencia, y asegurarle que lo que habían construido no se desmoronaría. Aún podía salvar lo que tenían.

A medida que se acercaba, su teléfono vibró en el asiento del copiloto. Una notificación. Nicola. Había empezado a enviarle mensajes últimamente, recordándole momentos que compartieron en el pasado, buscando cualquier resquicio por el cual colarse en su vida nuevamente. Lucas no había caído en sus trampas... hasta ahora.

"¿Por qué sigue insistiendo?" pensó, ignorando el mensaje. No iba a permitir que Nicola se interpusiera entre él y la chica que verdaderamente amaba. Pero había algo en esos mensajes que le generaba incomodidad, un peso que no podía sacudirse fácilmente.

Estacionó frente al edificio y subió rápidamente. Ella ya lo estaba esperando. Cuando la puerta se abrió, su mirada lo traspasó. Había algo diferente en sus ojos. Quizá el cansancio, quizá las dudas que Nicola había sembrado. Pero Lucas no estaba dispuesto a dejar que esas sombras crecieran.

—Te extrañé —dijo él, susurrando mientras la rodeaba con sus brazos, besando suavemente su cuello.

Ella cerró los ojos, sintiendo el calor familiar de su cuerpo. Quería dejarse llevar, quería confiar en él. Pero las palabras de Nicola aún resonaban en su mente. Cada vez que lo miraba, no podía evitar pensar en lo que había visto en ese video. ¿Sería capaz de olvidar?

—Yo también te extrañé —respondió ella, aunque su tono era un poco más apagado, como si hubiera algo que no podía expresar.

Lucas la tomó de las manos y la guió hacia el sofá, donde la luz tenue de la habitación creaba una atmósfera íntima. Sabía que algo andaba mal, que las cosas no eran tan sencillas como cuando se conocieron. Pero también sabía que no podía perderla.

—He pensado en ti todos los días —confesó, mirándola a los ojos—. Lo único que quería era regresar y estar contigo. Todo lo demás no importa.

Ella sonrió débilmente, tratando de aferrarse a esas palabras, de convencerse de que lo que Nicola había dicho era solo una artimaña. Sin embargo, la duda seguía instalada en su interior.

—Vi un video… —comenzó, con la voz temblorosa—. De ti, con otra chica, en la gira.

La expresión de Lucas se tensó por un segundo. Sabía a lo que se refería. El video. Nicola. Había sido solo una tontería, algo sin importancia, o al menos así lo había visto él. Pero para ella, era diferente.

—Eso no fue nada —dijo Lucas con seriedad, tomando su rostro entre sus manos—. No significa nada, lo juro. Solo eras tú en mi mente. No tienes que preocuparte por nada.

Ella quería creerle, quería confiar en él. Las manos de Lucas deslizándose por su espalda la hicieron estremecerse. El calor de su cuerpo, la familiaridad de su toque, todo eso la arrastraba hacia él, a pesar de sus dudas.

Lucas comenzó a besarla suavemente, explorando cada rincón de su piel. Su seducción era sutil pero constante, y pronto, ella se encontró sumergida en ese torbellino de emociones. Quería dejar atrás la sombra de Nicola, quería concentrarse solo en él, en lo que sentía por él.

Las manos de Lucas viajaron lentamente bajo su blusa, provocando escalofríos en su piel, y mientras la besaba más profundamente, ella se abandonó por completo. Era su primera vez juntos, la intimidad que habían estado esperando. Cada toque era una promesa, un recordatorio de que él estaba ahí, que lo que compartían era real, más allá de cualquier video o mentira.

Pero a medida que la pasión crecía, ella seguía luchando internamente. Nicola había plantado una semilla de duda, y aunque su cuerpo respondía a Lucas, su mente seguía atrapada en el temor de que tal vez Nicola tenía razón.

—Confía en mí —susurró Lucas al oído, sus labios rozando su piel—. Solo somos tú y yo.

Ella cerró los ojos, queriendo creer en esas palabras, en la sinceridad en su voz. Pero la sombra de Nicola seguía acechando, invisible pero presente, amenazando con destruir todo lo que intentaban construir.

Mientras las luces de la ciudad brillaban a través de la ventana, la conexión entre ellos se intensificó. Ella lo amaba, de eso no había duda. Pero el miedo a ser herida nuevamente era un peso que no podía quitarse de encima.

Finalmente, después de horas de caricias, besos y palabras suaves, se rindieron el uno al otro. Fue un momento lleno de emociones contradictorias, de placer y vulnerabilidad. Pero cuando terminó, mientras ella descansaba en los brazos de Lucas, la duda seguía ahí, persistente y silenciosa.

Lucas la abrazó con fuerza, besando su frente, como si en ese gesto quisiera borrar todas sus preocupaciones. Pero la sombra de Nicola aún pendía sobre ellos, y ahora más que nunca, ella sabía que no sería fácil deshacerse de ella.

Nicola había comenzado su juego, y aunque esa noche Lucas y ella habían compartido algo más profundo, la batalla aún no había terminado.

Mientras tanto, Nicola observaba todo desde la distancia. Había plantado la semilla, y sabía que era solo cuestión de tiempo antes de que germinara. Lucas y ella podían disfrutar de su noche ahora, pero pronto, todo se desmoronaría. Nicola estaba segura de eso.

Y cuando lo hiciera, ella estaría ahí, esperando para recoger los pedazos. Lucas siempre regresaba a su lado, y esta vez, ella se aseguraría de que no hubiera otra opción.




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