Las luces del salón brillaban con intensidad, reflejándose en las paredes de espejos y en los vasos que sostenían las manos ansiosas de los invitados. La música retumbaba en los altavoces, una mezcla de ritmos electrónicos y los más recientes éxitos de Lucas, cuyo último álbum estaba arrasando las listas de popularidad. El representante de Lucas había organizado una gran fiesta en uno de los clubes más exclusivos de la ciudad para celebrar el éxito, invitando a figuras del mundo de la música, la prensa y, por supuesto, a aquellos cercanos a Lucas.
Entre los invitados, había un grupo que destacaba: Camila, la presidenta del club de fans de Lucas, había recibido una invitación directa. Aunque había tratado de mantener su distancia emocional en las últimas semanas, la tentación de asistir a ese evento, por curiosidad y por una mezcla de sentimientos encontrados, era demasiado fuerte como para resistirla. Además, su amigo, quien siempre había estado allí para ella, también la acompañaba, sabiendo que probablemente sería una noche complicada para ella.
—¿Estás segura de que quieres entrar? —preguntó su amigo, mirándola con preocupación mientras se ajustaba la chaqueta. Él siempre había estado ahí, silenciosamente esperando una oportunidad mientras ella luchaba con sus sentimientos por Lucas. Sabía lo que significaba esta fiesta, lo que significaba Lucas en su vida, y aunque le dolía, no podía dejarla sola en este momento.
Ella respiró hondo, observando la entrada del club iluminada como si fuera la puerta a otro mundo, uno donde las emociones siempre estaban fuera de control. —Sí, tengo que hacerlo. Solo… necesito cerrar algunos capítulos en mi vida.
Su amigo asintió, y juntos cruzaron la puerta. El interior del club era aún más impresionante que el exterior. Las paredes revestidas en terciopelo oscuro, los candelabros de cristal y la multitud que bailaba al ritmo de la música creaban una atmósfera embriagadora. En el centro de todo estaba Lucas, rodeado de admiradores y amigos, pero claramente diferente. Había algo en su mirada, en la forma en que sostenía el vaso en la mano, que revelaba un lado más vulnerable de lo que cualquiera podría imaginar. Lucas estaba visiblemente borracho.
—Parece que Lucas ya empezó a celebrar sin nosotros —murmuró su amigo con una sonrisa tensa, tratando de aliviar la tensión.
Ella lo miró, sus emociones entrelazadas en un nudo imposible de deshacer. Ver a Lucas así, tan vulnerable y perdido, le recordaba por qué había caído tan profundamente por él, pero también le recordaba todo el dolor que había sufrido a su lado.
—No debería estar aquí —susurró para sí misma, pero ya era demasiado tarde.
Nicola apareció de la nada, deslizándose entre los invitados con la elegancia de alguien que siempre sabía cómo robar la atención. Su vestido rojo ajustado destacaba en el salón, como una señal de advertencia que nadie podía ignorar. Ella tenía un plan, uno que había estado ejecutando desde el principio, y hoy, en esta fiesta, iba a dar el siguiente paso.
—¡Lucas! —gritó Nicola con una sonrisa falsa, acercándose a él y colocando su mano en su brazo como si fuera la dueña de todo—. ¡Felicidades, cariño, por el éxito de tu álbum!
Lucas, en su estado de ebriedad, sonrió débilmente y le devolvió un abrazo torpe. Nuestra protagonista observaba la escena desde la distancia, sintiendo una mezcla de celos, tristeza y confusión. Nicola siempre había sido una amenaza, pero lo que más le dolía era la sensación de que Lucas estaba cada vez más fuera de su alcance.
El amigo de nuestra protagonista, al notar el cambio en su expresión, la tomó del brazo suavemente. —No tienes que quedarte a ver esto, vámonos. No tienes por qué hacerte esto.
Ella negó con la cabeza, sus ojos fijos en Lucas. —No, necesito verlo por mí misma. Necesito entender por qué me sigue doliendo tanto.
Mientras ellos hablaban, Nicola aprovechaba la oportunidad. Se inclinó hacia Lucas, susurrándole algo al oído que lo hizo reír, una risa que resonó en los oídos de nuestra protagonista como una puñalada. No podía escuchar lo que decía, pero el lenguaje corporal lo decía todo. Nicola estaba seduciéndolo descaradamente, y Lucas, en su estado de embriaguez, no parecía resistirse.
La rabia y el dolor crecían en el pecho de nuestra protagonista, pero justo cuando estaba a punto de girarse y salir corriendo del lugar, Lucas la vio. Sus ojos se encontraron desde el otro lado de la habitación, y por un momento, todo el ruido y el caos alrededor de ellos pareció desaparecer. Lucas dejó de reír, soltando a Nicola suavemente mientras su expresión cambiaba. Sabía que estaba cometiendo un error, pero ya era demasiado tarde.
—Espera —susurró Lucas, tambaleándose hacia ella, alejándose de Nicola.
Pero antes de que pudiera llegar a su lado, Nicola volvió a actuar, sujetándolo del brazo con más fuerza esta vez. —¿A dónde vas, Lucas? La fiesta acaba de empezar —dijo con una sonrisa de suficiencia, consciente de que nuestra protagonista estaba mirando.
El amigo de nuestra protagonista, molesto, se adelantó para intervenir, pero ella lo detuvo. Era su lucha. No podía seguir dependiendo de los demás para protegerse. Si Lucas realmente quería estar con ella, tendría que demostrarlo por sí mismo.
—Lucas —dijo finalmente, levantando la voz para que la escuchara por encima de la música—. ¿Qué estás haciendo?
Lucas la miró, sus ojos entrecerrados por el alcohol y el cansancio. Su boca se abrió como si fuera a decir algo, pero no pudo. El peso de la culpa y la confusión lo paralizaba.
Nicola, aprovechando el momento, se inclinó aún más cerca de él, susurrándole de nuevo. —Olvídala, Lucas. Ella nunca va a entenderte como yo lo hago.