Estrellas Fugaces

Capítulo 34: La Tempestad Interior

Lucas no podía dejar de pensar en lo que había sucedido aquella noche. Después de salvar a Camila, las tensiones entre ellos no se habían disipado. Había algo diferente en el aire, una corriente invisible que los mantenía al borde de un precipicio. Cada vez que él pensaba en su acercamiento, en el roce de sus labios y el calor de su cuerpo, sentía una presión en el pecho, como si estuviera a punto de estallar.

Por otro lado, Camila se encontraba sumida en un torbellino de emociones encontradas. Aquel beso, aquel momento en que Lucas la había sostenido entre sus brazos, había reavivado en ella una pasión y un deseo que pensaba haber superado. Pero, al mismo tiempo, el miedo y la incertidumbre seguían atormentándola. ¿Era esto lo que realmente quería? ¿Podía confiar en él después de todo lo que había pasado?

Nicola no había dejado de ser una sombra amenazante en sus pensamientos. La exnovia de Lucas, con su manipulación y juegos sucios, seguía acechando en cada rincón. Camila sabía que aún no podía confiar en Lucas completamente, y eso la lastimaba más de lo que esperaba.

A la mañana siguiente, la habitación en la que se encontraba se sentía más cerrada, más pequeña. Camila se levantó con el cuerpo adolorido, aún sintiendo el frío de la piscina en sus huesos, pero su mente era un caos. Tenía que enfrentarse a la verdad: sus sentimientos por Lucas eran profundos, más de lo que estaba dispuesta a admitir.

Lucas había entrado a la habitación en la que se encontraba sin avisar. Se quedó en la puerta por un momento, observándola.

—Te ves bien, considerando lo que sucedió anoche —dijo con una sonrisa tímida, pero había una preocupación en sus ojos que Camila no pudo ignorar.

Camila no respondió de inmediato. Estaba en medio de una tormenta interna. Las palabras se amontonaban en su mente, pero no lograba organizarlas.

—¿Por qué lo hiciste? —preguntó, sin mirarlo a los ojos, pero el dolor de su voz era claro.

Lucas frunció el ceño, sin entender a qué se refería exactamente.

—¿Por qué me salvaste? ¿Por qué sigues metiéndote en mi vida? —su voz se quebró al final, su corazón latiendo con fuerza.

Lucas se acercó a ella lentamente, la preocupación en su rostro reemplazada por una intensidad que hacía que Camila se sintiera incómoda y vulnerable al mismo tiempo.

—Porque no puedo dejarte ir —respondió en voz baja, mientras sus ojos se fijaban en los de ella—. Porque te quiero, Camila.

Pero esas palabras no sonaron como una promesa, sino más bien como una confesión que aún no estaba completamente madura. Camila lo miró fijamente, buscando alguna señal de sinceridad en sus ojos, algo que le asegurara que no estaba jugando con ella.

—No sé si puedo creer en eso, Lucas —dijo finalmente, dejando escapar un suspiro. —Todo se siente tan complicado.

En ese momento, Lucas se acercó un paso más. La distancia entre ellos se había reducido al punto en que sus respiraciones se entrelazaban. Camila sentía cómo su cuerpo reaccionaba, cómo el deseo crecía en su interior a pesar de todas las dudas que la consumían. Pero en ese mismo instante, el recuerdo de Nicola, su sonrisa arrogante y sus juegos manipuladores, le recordó que Lucas no era alguien en quien pudiera confiar ciegamente.

—Lo entiendo, Camila —respondió él, su voz más suave, casi como un susurro—. Pero, por favor, no tomes decisiones apresuradas. Déjame demostrarte que mis sentimientos son reales.

Camila cerró los ojos por un momento, tratando de calmar su mente. Sabía que este era el punto de quiebre. Lucas estaba tan cerca, pero Nicola seguía siendo una amenaza constante. Ella debía tomar el control de su vida, pero el dilema interno era abrumador.

—No sé si puedo soportar esto, Lucas —dijo finalmente, con la voz cargada de emoción. —No sé si puedo seguir arriesgándome.

El rostro de Lucas se oscureció con una expresión de frustración. Sabía que había perdido mucho tiempo, que había cometido errores que ahora no podía deshacer, pero eso no lo detenía. No quería perderla.

—Te prometo que no te haré daño, Camila —susurró, su tono más firme—. Haré lo que sea necesario para que confíes en mí.

Pero, en ese momento, Camila se apartó de él, tomando una respiración profunda mientras luchaba por mantenerse firme.

—Necesito un tiempo para pensar, Lucas —dijo, con la voz temblorosa—. Un tiempo para mí misma. No sé si quiero seguir viviendo en este torbellino.

Lucas la miró, la tristeza reflejada en sus ojos, pero aceptó la decisión. Aunque le dolía, sabía que si realmente la quería, debía darle el espacio que necesitaba.

—Te esperaré —respondió, con la esperanza en su voz, pero también con una aceptación silenciosa.

Camila salió de la habitación, y mientras caminaba hacia la salida, el peso de su elección la envolvía. Sabía que el futuro era incierto, pero tenía que tomar el control de su vida, alejarse de Lucas para aclarar sus sentimientos y encontrar un camino propio.

Pero mientras se alejaba, no pudo evitar mirar atrás. Lucas seguía allí, mirándola con esa expresión de esperanza en su rostro. Algo dentro de ella, algo profundo, deseaba no haberlo dejado ir. Sin embargo, sabía que solo enfrentando sus miedos podría encontrar una respuesta para lo que realmente quería.

El dilema de Camila solo acababa de comenzar, y las decisiones que tomaría a partir de ahora cambiarían su vida para siempre.




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