La noche había caído sobre la ciudad, pero en el interior del departamento de Camila, la oscuridad se sentía más densa que nunca. Su mente estaba llena de pensamientos, de emociones que se arremolinaban sin cesar. Había tomado la decisión de alejarse, de darse un tiempo para reflexionar, pero el eco de las palabras de Lucas resonaba en su cabeza: "Te esperaré, Camila."
Había algo en su mirada, algo que la había alcanzado de manera profunda. La distancia que había intentado imponer entre ellos parecía desmoronarse con cada pensamiento, con cada imagen de él. Sabía que era un riesgo, sabía que debía seguir con su vida, pero la tentación era demasiado fuerte, demasiado presente.
Una llamada interrumpió sus pensamientos, y al ver la pantalla de su teléfono, no pudo evitar sentir un nudo en el estómago. Era Lucas. Sin pensarlo demasiado, aceptó la llamada.
—Hola —dijo, su voz casi inaudible. Estaba nerviosa, conflictuada, pero también sentía una necesidad, una urgencia que no podía ignorar.
—Camila... —la voz de Lucas sonó suave, casi como un susurro—. No te he dejado de pensar ni un segundo desde la última vez que nos vimos. Necesito verte, hablar contigo.
Las palabras de Lucas atravesaron su mente como una flecha afilada. Camila cerró los ojos por un momento, luchando con su deseo de verlo, de sentirlo cerca. Sabía que debía ser fuerte, que debía mantener el control, pero su cuerpo reaccionaba de una manera diferente.
—No lo sé, Lucas —respondió, su voz temblorosa—. Estoy confundida. No sé qué quiero, ni si estoy lista para todo esto.
Hubo un silencio del otro lado de la línea. Lucas respiró hondo antes de contestar con una calma tensa.
—Entiendo que necesites tiempo, Camila, pero no puedo quedarme con las ganas. Tengo ganas de sentirte, de saborearte, de saber a lo que saben tus labios, tu cuerpo... —sus palabras fueron un susurro en la línea, cargadas de deseo, de pasión reprimida, como si no pudiera contenerlo más.
Camila sintió que su cuerpo reaccionaba a sus palabras. Su corazón aceleró su ritmo, y una oleada de calor recorrió su cuerpo. Intentó resistirse, intentó que sus pensamientos se centraran en lo que había decidido, pero algo en su interior lo deseaba, lo anhelaba con tal intensidad que las palabras salieron de su boca antes de que pudiera detenerlas.
—Lucas... —murmuró, su voz casi inaudible, pero llena de deseo—. No sé si esto es lo que quiero... pero lo quiero ahora.
Hubo un silencio. Un pesado silencio que colmó el aire entre ambos. Y, luego, Lucas habló, su voz ahora más profunda, más urgente.
—Camila... esto tiene que ser un desliz. Un momento para olvidarnos de todo lo que nos duele. Solo tú y yo. No quiero pensar en nada más, solo en ti. No lo pienses, solo ven.
El deseo era palpable, como un fuego que se había encendido entre ellos. Camila ya no podía resistir. No podía controlar lo que sentía. En un impulso, colgó el teléfono y se levantó, buscando su abrigo y las llaves del coche. Su corazón latía con fuerza mientras se dirigía hacia la puerta. Sabía que esto podía ser un error, pero la necesidad de estar con él, de sentirse viva, de sentir su cuerpo tan cerca, era más fuerte que cualquier razonamiento.
Cuando llegó al departamento de Lucas, las luces suaves y la música de fondo creaban una atmósfera perfecta para lo que iba a suceder. Él estaba allí, esperándola. La tensión en el aire era densa, cargada de promesas no cumplidas, de deseos ocultos que finalmente saldrían a la luz.
—Camila... —dijo Lucas, su voz profunda y llena de necesidad mientras la observaba acercarse—. No quiero que te vayas después de esto. Quiero que seas mía, sin miedos, sin barreras.
Ella lo miró, sintiendo cómo la intensidad de su presencia la envolvía. Sabía que lo que iba a pasar era una línea que no podría cruzar de vuelta. La tentación era demasiado fuerte, el deseo se había desbordado y, por un momento, todo lo que Camila deseaba era rendirse.
Lucas dio un paso hacia ella, su respiración mezclándose con la de ella, y sin más palabras, sus labios se encontraron. Fue un beso voraz, urgente, como si ambos hubieran estado esperando este momento durante toda su vida. Las manos de Lucas acariciaron su cuerpo, recorriéndola con desesperación, como si quisiera hacerle saber lo mucho que la deseaba.
Camila, perdida en la pasión de ese instante, no pudo evitar corresponderle. Todo lo que había estado reprimido, todas las emociones encontradas, desaparecieron en el calor de su abrazo. Se entregó a él sin pensarlo, sin importar las consecuencias, se besaron en la penumbre de la noche se sintieron como nunca ella se entrego a el, lo amo como nuncalo habia hecho, simplemnete se entrego, en un produndo transe de amor, ella sabia que lo amba lo sentia, el fue de a poco quitan do su camisa, ella se quiuto el vestido, cundo se dieron cuanta se neocntraban en la cama de la habitacion, cmo dos locos fundidios en su total amor, el la be so como nunca con tanta devocion, sentia que la perdia, esta talvez podria se su uktima vez lo aterraba, pero simplente sigui, de pquito fue besando su cuerpo hasta llegar a su ombligo, ella se retiro toda su ropa y el se unio a ella en un solo impulso. Era un desliz, lo sabía. Un momento de debilidad, pero también de intensidad pura. Y, mientras las luces parpadeaban a su alrededor y el mundo exterior desaparecía, todo lo que importaba era el deseo que compartían, la conexión que solo ellos podían entender.
Cuando sus cuerpos finalmente se separaron, ambos quedaron en silencio, respirando entrecortadamente, conscientes de que nada sería igual después de esa noche.
Camila no sabía si había tomado la decisión correcta, pero en ese momento, todo lo que quería era perderse en él, aunque supiera que el regreso a la realidad podría ser más doloroso de lo que estaba dispuesta a enfrentar.