Estúpida niña rica

5. Contratiempo.

Nolan.

Había pasado toda la noche en alerta junto a la puerta exterior del dormitorio de Juliette, desde donde podía ver bien los muros de la mansión, al igual que mantener el contacto con los compañeros que se mantenían en guardia alrededor del perímetro de la casa. La noche estaba en calma, el aire era fresco y agradable y por momentos, tuve que luchar contra el sueño y el cansancio de mantener la misma posición durante tantas horas.

Desde la llamada del señor Lacrontte, esa misma noche, me había encargado aumentar la alerta y avisar al resto del personal, dando la orden de avisarme de cualquier peligro que me obligara a sacar a Juliette de allí inmediatamente. Estaba nervioso, y ella también; aunque lógicamente por diferentes razones. Juliette tendría un examen decisivo de final de carrera empresarial y yo, tendría que poner toda la carne en el asador para que nadie pudiera hacerle daño.

La había observado a ratos —quizá más de la cuenta— mientras estudiaba antes de quedarse dormida sobre los apuntes de su prueba, por supuesto sin que ella se percatase de mi presencia. Así debía ser ¿no?; observar sin ser apreciado.

— ¿Ha pasado algo, Sr Davis? Le noto nervioso esta mañana... —preguntó nada más despertar, asomándose a la terraza para desayunar lo que la asistenta le había servido.

—Nada fuera de lo normal señorita —contesté sin poder quitar la vista de aquella tentadora escena. Imaginando durante un segundo, el tener la posibilidad de sentarme a su lado para compartir un momento tan íntimo y familiar, como un desayuno a su lado.

—¿Quiere? —añadió señalando al suntuoso buffet que se extendía ante ella —No me voy a comer todo esto yo solita...

Alzó las cejas con gracia, mientras yo negaba con el gesto e intentaba quitarle la vista de encima. Aquella mañana estaba preciosa.

—Se lo agradezco, pero tengo que irme a mi habitación. Mandaré a otro compañero mientras yo me ausento ¿le parece?

—Bueno, si así lo prefiere... —se encogía de hombros con algo de mal humor reflejado en su voz —Pero no olvide que en una hora salimos hacia la universidad, y quiero que usted sea quien me acompañe.

Retrocedí, mirando con detalle y una vez más a aquella jovencita mandona, sin entender a qué se debía su repentina exigencia. Ya sabía que yo era el único encargado de su bienestar, sin necesidad de que ella me lo recordara.

—Así será señorita... Está todo organizado y el jet privado nos llevará hasta París sin retraso.

Y viéndola aceptar, con la vista perdida en el horizonte, me fui. Necesitaba una ducha urgente, comer algo rápido de camino a mi estancia privada y tomar un par de cafés bien carados para mantener el sueño a raya.

¿Quién me iba a decir a mí que un trabajo como este me llevaría a estar en vilo noche y día?

"Piensa en el dinero Nolan," me repetía para recobrar los ánimos. Tenía que ahorrar lo suficiente para en unos pocos meses, poder regresar a Arabia Saudita. Desde ahí continuaría con la búsqueda de mi familia biológica y sin duda, el tener un buen fondo económico, me supondría el poder pagar cualquier contacto o intento de chantaje, necesario para dar con ellos. Eso era mi empuje para afrontar cualquier contratiempo que surgiera en aquella extraña familia, a la que me había comprometido proteger.

*****

¿Nolan? —creí escuchar junto a la puerta de mi dormitorio, tan solo media hora más tarde. Corrí a ponerme una toalla para saber quién me buscaba, poniéndome en alerta al instante.

 Señorita Juliette... ¿ha pasado algo? —pregunté sin ni siquiera darme cuenta de estar medio desnudo y mojado, delante de la que, prácticamente, era mi jefa.

No, tranquilo — sonrió divertida y con un gesto coqueto al analizarme de arriba a abajo —Solo quería avisarle de que estaba lista para salir y que le esperaría en el helipuerto; "Pegasus" no tardará en aterrizar...

Solté el aire en un resoplido, molesto por la forma en la que le gustaba poner a prueba mi paciencia. Por suerte para ella, parecía tener de sobra.

Bien, gracias por avisarme, estaré listo en seguida —contesté volviendo al aseo para vestirme, con su mirada pegada a mi espalda y sin mostrar prisa alguna en salir de mi espacio personal.

—Aquí le espero... —susurró.

Y sin poder evitar disimular una sonrisa por su descaro, cerré la puerta tras de mí, admitiendo que aquel juego que se traía era sin duda todo un halago. Sí, no sería la primera vez que me sentía atraído por mujeres inalcanzables, de hecho, solía ponerme estándares bastante complicados de los que siempre desistía, al llegar a la conclusión de que cada clase social tenía sus normas marcadas y yo, solo podría ser una diversión pasajera para alguien como la señorita Juliette.

Con ese pensamiento en mente, y vestido, salí a su encuentro, retomando mi habitual pose inalterable. Caminamos a la par, evitando ignorar sus miradas insolentes hasta llegar al lujoso transporte que nos pondría en camino a mi siguiente reto; mantener a aquella niñita traviesa a salvo, lejos de la mansión que la protegía, y a solas.

Sentada frente a mí durante el vuelo, pude percibir su temor al reto que se enfrentaba; no dudaba que su mayor preocupación en aquel momento era, el no poder cumplir con las altas expectativas impuestas por el estatus de su padre y hasta el de su propio círculo social.

—Lo hará bien señorita... —dije en voz alta llamando su atención al instante, viendo como sus ojos color miel se centraban en los míos con una expresión confusa — Está más que preparada para esta prueba, estoy seguro de ello.

Una leve inclinación de sus labios fue la única respuesta mientras la mirada se alargaba.

Gracias señor Davis... —murmuró bajando la mirada al suelo y luego hacia la ventanilla del jet — Todo un detalle por su parte, teniendo en cuenta que ni mi propio padre ni se ha dignado a llamarme para desearme suerte.



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En el texto hay: mafia, amor, guardaespaldas

Editado: 26.11.2022

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