Estúpida niña rica

6. Malas compañías.

Juliette.

Entré en el gran salón con los ojos bien abiertos, sin querer perderme cada detalle de la inusual decoración del club. Las mesas lucían manteles brillantes, las sillas lazos a juego, un buffet colmado de canapés suculentos que me llamaba, haciendo rugir mis tripas. 

¡Dios, qué buena pinta tenía todo! 

¡Juli! —me llamaba Odette, una de las chicas más maliciosas y populares del campus — Te he traído la poción mágica del evento —sonrió picarona cediéndome un vaso con un líquido rosado que olía desde lejos a una mezcla dulzona y demasiado alcoholizada. Pero ¡tenía burbujas! Lo que me hizo aceptarla al instante. 

Mmm ¡gracias! —agradecí tomando un largo sorbo hasta casi vaciar el vaso ¡estaba sedienta!

Una mano, no tan rápida, apareció apartando el resto del líquido de mi alcance.

Me temo señorita Lacrontte que no debería abusar de mezclas alcohólicas —me aconsejaba Nolan con su voz más autoritaria —. Al menos hoy, no creo que esté autorizada para hacerlo.

¡Ay, Nolan! —me quejé, entornando los ojos y sin poder creer que mi guardaespaldas ya estuviera en plan "padre quisquilloso." Mi amiga soltó una risita burlona al percatarse de la ridícula escena. Seguramente impresionada porque el buenorro de mi protector, impusiera su presencia entre nosotras. 

Compórtese, por favor... —me advertía mientras regresaba a su posición; unos pasos atrás y más cerca de la puerta de acceso. 

Ñam, ñam... —cuchicheó Odette pegando su hombro al mío, preparada para el interrogatorio — ¿De dónde has sacado a ese despampanante guardián de la noche?

Es, nada más y nada menos, que un teniente del ejército americano —presumí en un murmullo — Y sí, está buenísimo —admití orgullosa —. Aunque, por lo que has visto, es tan estricto como se podría esperar de un militar.

 —Oh, pero esos son los mejores, amiga —sugirió colocando su melena coquetamente, echándole otro vistazo por encima de mi hombro —, quizá sea de los duros, pero supone un reto de lo más interesante, ¿no crees?

Puede... —sonreí echando un vistazo a aquel sexy hombretón de metro ochenta y pico, vestido completamente de oscuro; con su trivial atuendo formal de camisa negra y pantalón de pinzas monocromático, que tan sutilmente le remarcaba las partes más sensuales de su anatomía. Su pelo oscuro ondulado que había intentado controlar con gel y su barba recortada a la perfección destacando la atrayente masculinidad de su rostro. 

—No creo que te cueste mucho enredarlo —continuó volviendo a cuchichear —, para ellos somos tan irresistibles como la miel para las moscas. Si no, fíjate en cómo te mira Enzo, no te ha quitado los ojos de encima desde que llegaste —Seguí su mirada y pude comprobar como mi ex de la infancia realmente no disimulaba su interés — Créeme, ese chico aún no te ha superado amiga. 

—Pues que siga soñando —añadí retirándole la mirada de reojo —, su rollo de malote sin remedio no me va. 

—Bueno, lo tienes como comodín —sugirió sonando como la típica veleta a la que todo le vale, soltando una risita cursi hasta acercarnos al resto de nuestras amigas de la universidad. 

Todas ellas reían al compás, con sus peculiares risitas atontadas; seguramente sumidas en sus "profundas" conversaciones mientras yo divagaba suponiendo que también poseía mi propia e insufrible risita de niña cursi. Sin embargo, no iba a sentirme mal por eso. Hoy no.

Aquel día debía sentirme un poco más libre, realizada y conforme, tal y como era. Tal y como ellas lo hacían. A partir de ahora me pondría con ello y dedicaría mi tiempo en enfocar nuevas metas que alcanzar, poniendo el mismo empeño que en estos cuatro años de carrera empresarial.

¡Logaría lo que me propusiera! De eso estaba segura.

— Bonjour belles demoiselles —nos interrumpía Enzo sosteniendo una bandeja de "bebidas especiales" y haciéndome dudar si aceptarla, o no —. Aquí les traigo unos traguitos de lo más refrescantes... —insistió mirándome directamente, notando que yo no accedía como las demás a tomar la mía al instante. 

 — ¡Juliette, cuánto tiempo sin verte! —exageraba poniéndose a mi lado — Debo decir que sigues tan buena... No, qué digo..., tan hermosa como recordaba. Los cambios te han sentado la mar de bien.

 — Ajá —contesté sin querer entrar en su juego de palabrería empalagosa, esquivando la mirada en dirección a mi guardaespaldas quien, por su gesto, se mantenía alerta por si Enzo supusiera un peligro para mí. 

Si él supiera... 

— Gracias, supongo... —añadí echándole una mirada desganada.

 ¡Hey chicas! —exclamé dispuesta a alejarme — ¿Qué les parece si bailamos un poco? Esto es una fiesta ¿no? 

Todas siguieron mis pasos hasta el centro de la sala, y de reojo pude apreciar cómo Enzo se dirigía a elevar el volumen de la música. Y entonces comencé a disfrutar del momento, riendo animadamente para seguir el ritmo como si nada más importara. Reí y reí hasta llegar a pensar que algo extraño me pasaba. A lo mejor, solo estaba un poco achispada. ¿Un poco, demasiado?

Oh, merde!* ¡Disimula Juliette! que Nolan no lo note. 

Maldije para mis adentros notando cómo de repente, la habitación parecía estar girando, y un mareo incómodo iba apoderándose de mi estómago pareciendo ponerlo del revés. 

Oh, chicas —las reunía haciendo un coro y sosteniéndome de sus cuerpos para no caer de bruces —, necesito salir de aquí, no me encuentro muy bien ¿Alguna podrían despistar a Nolan?

— ¿Quién es Nolan? —casi gritó Loretta, quien suponía acababa de llegar y no se había enterado de quién hablaba. Eso o estaba ciega, porque Nolan destacada sobre el resto de los invitados sin ni siquiera intentarlo. 



#13077 en Novela romántica
#2817 en Thriller

En el texto hay: mafia, amor, guardaespaldas

Editado: 26.11.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.