¡estúpido Nerd!

Capitulo 2

—¡¿Tutor?! —gritaron como milésima vez mis amigas.

—Si.

Estábamos en el instituto en hora de receso. El receso es mi hora favorita en el Instituto, debido a que no se hace nada excepto comer.

Les estaba explicando a mis amigas por qué el profesor no me dejó entrar ayer a su clase. El problema es que les he explicado varias veces, pero aún no entienden, acaso ¿es tan difícil de entender?

—¿Entonces debes conseguir un tutor lo más ante posible?

—Si, y odio eso, en estos tiempos ¿Dónde consigo un tutor? —gruñí.

—Deberías consultarle al profesor, quizá el sabe nombres de algunas personas que te podrían ayudar —dijo Carolina captando mi atención.

—¡Eso es! ¡Caro te amo!

—Si ajá, hipócrita.

Nos empezamos a reír y fuimos a las clases restantes.

.

.

.

Justo ahora me encontraba afuera del salón de maestros.

Carolina pueda que tenga razón en lo que dijo anteriormente.

El profesor me puede ayudar.

Toqué la puerta y a los cinco minutos me abrieron.

La sala de profesores era un salón lleno de papeles por todos lados, estaba todo desordenado. Los papeles volaban y salían por la ventana sin rumbo alguno. Al parecer, los profesores se encuentran un poco despreocupados en su sala de estar.

—Señorita Anderson ¿Qué se le ofrece? —preguntó el profesor agarrando sus lentes. Ignoraba completamente mi vista observando todo el lugar, es como si ya estuviera acostumbrado a esto.

—Quería conversar con usted acerca del tutor —hablé firme. Ignoré el hecho de la suciedad, a fin de cuentas, yo no tengo que ver en lo absoluto aquí.

—Oh bueno, entre y tome asiento —hice lo que me pidió y me senté en la primera silla que encontré.

—Bien, en este Instituto hay varios alumnos que son tutores en diferentes áreas —empezó a hablar el profesor mientras revisaba papeles.

—¿Entonces hay varios tutores que me podrían ayudar? —pregunté esperanzada. Necesito uno ahora, de lo contrario no podré asistir a la universidad.

—Lamentablemente no, en el área de matemáticas solo queda uno.

Tragué grueso.

—¿Quién?

—Oliver Cooper.

—¡¿El nerd?! —exclamé.

—Estos apodos de hoy en día —susurró el profesor pero lo escuché claramente. Frunci el ceño.

—¿Está seguro que solo queda él? —pregunté.

—Él es el único disponible.

Mierda.

—Gracias profesor, intentaré comunicarme con el —dije y salí del aula.

¡Demonios!

¿Mi tutor, la persona más fría, callada y solitaria de todo el instituto?

Desgraciadamente sí.

¡Bien Hannah!

¡En busca de tutor!

Oliver Cooper, 18 años.

El mejor estudiante de todo el instituto.

La persona más fría y callada.

Hijo del director.

Me encontraba afuera del aula de las clases de Química. Si diría que es mi materia favorita, estaría mintiendo, odio todas esas sustancias, hasta un día logré incendiar el salón. Felizmente no hubo heridos, de lo contrario ya estaría expulsada y en la cárcel cumpliendo cadena perpetua por haber matado a unos estúpidos adolescentes.

Cooper tenía clase aquí.

Probablemente esté adentro.

Estaba viendo mi celular cuando la puerta del salón se abre.

¡Ya habían acabado las clases!

Salieron una manada de alumnos.

Si, así de exagerada soy.

—¡Cooper! —grité llamando al rubio que ya se estaba yendo.

—¿Te conozco? —preguntó con el ceño fruncido.

Claro que no.

—Tú no, pero yo a tí sí.

Parezco una loca acosadora.

—Eres rara —dijo y se volteó retomando su camino hacía la salida.

—¡Alto! —grité.

—¿Qué quieres, bicho raro?

—¿Cómo me llamaste?

—No me digas que aparte de rara eres sorda.

Hijo de pu . . .

Paciencia Hannah, paciencia.

—Oliver, quiero pedirte un favor —dije con la poca paciencia que me quedaba.

—¿Por qué tendría que ayudar a una completa desconocida?

—¡Porque esta desconocida no es un cerebrito como tú y necesita un tutor! —grité.

¡Al diablo con la paciencia!

—¿Tutor? —al parecer, el sordo es él.

—Si.

—¿Quieres que sea tu tutor? —asentí.

—No lo seré —negó rotundamente.

—¿Qué?

—No lo haré —volvió a repetir.

—¿Pero por qué? ¡necesito aprobar!

—Yo no ayudo a desconocidas.

—¡Pero no quiero desaprobar la materia!

—Ese es tu problema, bicho raro.

—¡No me llames así, tengo nombre! —reclamé.

—No me interesa tu nombre, adiós. Espero nunca más volver a verte —dijo yéndose.

¡Agh!

¡Estúpido Nerd!

Ya encontraré la forma en la que aceptes.

¡Te acosaré si es necesario!

Pero de que eres mi tutor, ¡Lo eres!

Caminaba por el patio del instituto cuando siento que me tapan los ojos.

¿Quién carajo hace eso?

—¡Ayuda! —grité y empecé a golpear a la persona que se encontraba atrás mío.

—¡Auch, Hannah! ¡Creo que las clases de boxeo con Jesús sirvieron de mucho! —gritó Isa.

Jesús, mi mejor amigo.

Hace dos años que no lo veo.

Su madre se lo llevó a estudiar al extranjero.

—¿Están locas? ¡Casi muero del susto! —grité con la mano en el pecho.

¡Mi corazón latía fuerte gracias a ese estúpido susto!

—Exagerada.

—¿Qué te dijo el profesor? —Preguntó Isabela.

—Me dijo que solamente hay un tutor disponible.

—¿Quien? —preguntaron curiosas.

—Oliver Cooper.

—¿El Nerd? —gritaron.

—Shh, bajen la voz, y si, ese mismo —las chicas gritaron fuerte que llamaron la atención de las personas que se encontraban en ese pasillo.

—Me han contado que es muy frío, no tiene amigos y odia ser el hijo del director —comentó Carolina.

—¿Odia ser el hijo del director? —pregunté.

¿Por qué alguien odiaría a su padre?




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