Estúpido y perfecto Evans

Capítulo 4| Te odio

Me encuentro absorta y confundida mientras intento lidiar con todo lo que había pasado en este día.

Primero, enterarme de que mi estúpido vecino tenía su habitación prácticamente junto a la mía, la distancia entre nuestras casas era mínima, si hay un metro entre ambas creo que es mucho.

Después, la práctica y ese duelo de titanes, jamás pude sospechar que el idiota tuviera un talento como ese, siempre pasaba molestándome hasta el cansancio, creí que era su único talento.

Luego, Ethan y su confesión, nuestros besos y esa pasión que desbordamos el uno por el otro, mis labios adoloridos no me dejaban apartar de mi mente la sensación de su experta boca explorando la mía, mi estómago experimenta algo parecido a las dichosas mariposas volando de aquí para allá, me estaba enamorando y no sé qué tan bueno puede ser este sentimiento, tenía que ir con cuidado, tanteando bien el terreno, no podía entregarlo todo sin saber qué era lo que él realmente sentía por mí.

Y, por último, ese instante en el que la persona por la que creí sentir mero repudio me hizo estremecer hasta dejarme muda y sin fuerza. Intento no volver a ese momento en el que su cuerpo se presionaba contra el mío, en el que sus dedos tocaban mi sensible piel, o el roce peligroso de nuestras narices sin dejar de mirarnos con total intensidad.

¿Qué me estaba pasando?

¿Por qué en este momento no puedo simplemente suprimirlo de mis pensamientos y dedicarlos solo al chico que me gusta?

Lanzo un suspiro al aire y me muerdo el labio pensativa.

Su comportamiento todavía me parecía bastante extraño, no creía que le gustara realmente, una persona que gusta de ti no haría todo lo que él hizo alguna vez… fruncí mi ceño percatándome de algo… ¿Y si todo lo que hacía era para llamar mi atención? ¿Y si Mad tiene razón y él es tan bruto que no puede expresar sus sentimientos como una persona normal?

Niego sacudiendo mi cabeza en total negación.

Vaya, definitivamente debo inscribirme en el psiquiátrico.

Me estoy haciendo ideas estúpidas en la cabeza e inclusive estoy justificando sus acciones que muchas veces me hicieron llorar en la soledad de mi habitación.

No más.

Me levanto de la cama rápidamente y decido darme un baño para despejar mi mente de tantas tonterías.

Cuando termino seco mi cabello y lo peino dejándolo decente. Salgo de la habitación y apenas pongo un pie afuera un molesto sonido proveniente de la habitación de mi hermano mayor me deja de piedra.

No puedo creer que ahora escuche la misma basura de su mejor amigo.

Gruño y camino hasta su puerta para tocarla con molestia. No permitiré que esa música endemoniada robe la calma de este hogar.

Cuando la puerta se abre el aire escapa de mis pulmones al ver quien se encuentra frente a mí.

No otra vez.

Lo observo con el ceño fruncido, exigiéndole que me diga que carajos le pasa y porque ahora resulta que vive más en mi casa que en la suya.

— ¿Dónde está mi hermano? — le pregunto con los labios tensos.

— Salió. — dice como si nada, arqueo las cejas.

— ¿Y qué haces tú aquí?

— Pasar el rato. — se encoge de hombros como si nada y juro que quiero patearle en lugares muy dolorosos para él.

— ¿Acaso no tienes casa? — su expresión se torna desafiante. — dime… ¿Intentas quizás que mis padres te adopten?

— No estaría mal. Tu madre cocina muy bien. — es un idiota.

— Te estoy hablando en serio, Evans. ¿Por qué has decido invadir mi casa de esta forma?

Arquea las cejas con cierta diversión en su mirada.

— No creas que lo hago para tenerte cerca, o puede que…. Esté planeando mi próxima jugada contigo, me hace falta un poco de acción entre ambos.

Mis mejillas involuntariamente se tornan carmesí. Él lo nota y sonríe satisfecho.

— No el tipo de acción que imaginas. — se bufa.

— Imbécil. — espeto molesta. — te pediré que te largues cuando mi hermano no esté, para algunos en esta casa tu presencia puede ser molesta. — se cruza de brazos desafiante. Mi curiosidad me traiciona y termino mirando un tatuaje que discurre por su bíceps, parece una serpiente enrollándose en una especie de espada. Es hermoso.

— ¿Curiosa por algo? —  su voz me hace volver a tierra firme. Lo miro nuevamente con molestia.

— Vete de mi casa, ya no puedo ni siquiera caminar en pantis libremente por que tu presencia me lo impide.

Apenas las palabras salen de mi boca como vomito verbal me arrepiento. Él con su expresión tan seria e indiferente como siempre, de pronto sonríe con picardía. Siento que la saliva se hace espesa en mi boca, que sea tan malditamente atractivo me hace difícil la tarea de despreciarlo.

— No debes preocuparte por mí, puedes andar inclusive desnuda por cada rincón de esta casa, no es que me produzcas algún mal pensamiento.

Lo miro enfurecida. Intenta contener la risa el desgraciado, lo fulmino una última vez y me doy la vuelta sacándole el dedo del medio en el camino. — púdrete. — espeto y puedo escuchar su risa mientras desciendo por las escaleras.




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