Me despierto con una tonta sonrisa iluminándome el rostro.
Ayer fue una cita perfecta junto a Ethan. Me llevó a cenar y después a pasear por el centro de la ciudad. Caminamos tomados de la mano como dos enamorados.
Aún sigo sin creer que todo esto esté pasándome, muchas veces pienso que estoy en mitad de un sueño y que al despertar todo será igual que siempre, yo espiándolo desde mi ventana y él ignorando mi existencia.
Ethan es el primer chico que ha despertado toda clase de sentimientos en mí, me siento flotar cuando lo tengo a mi lado y me besa como lo hace, sus caricias me ocasionan un cosquilleo que viaja por todo mi sistema y termina colisionando en partes que me avergüenza nombrar.
Ese chico hermoso me genera un centenar de sensaciones perfectas, y deseo disfrutarlas como nunca antes lo he hecho. He tenido un par de novios en mi vida, los besos y caricias eran algo habitual, pero puedo asegurar que nunca había sentido algo como esto.
Sonrío al ver como mi mejor amiga practica su rutina de baile en mi habitación, Mad es increíble bailando, su cuerpo delgado y liviano le brinda flexibilidad y soltura. Da volteretas en el aire que me dejan asombrada ¿Cómo es que no se quiebra un hueso en el proceso?
Mad participará en el festival de baile de bailarines amateur de nuestra ciudad, sin duda es una gran oportunidad para ella de hacerse conocer y despuntar su carrera profesional. No tengo dudas de que lo conseguirá, mi amiga es espectacular. Faltan dos semanas para el evento y está tan nerviosa que me tiene aquí sentada hace dos horas enseñándome sus pasos para que le dé mi opinión, y aunque ya le he dicho más de un centenar de veces que lo hace perfectamente no se siente conforme.
Mi estómago gruñe como un monstruo dormido comenzando a despertarse, me muero de hambre y mi amiga parece no querer acabar hasta mañana.
— Mad, creo que ya es suficiente. — le digo sintiéndome realmente cansada.
— Solo un poco más, tengo que bailar perfecto ese día, Em. — voltea a mirarme nerviosa. — es mi única oportunidad para sacar mi carrera como bailarina a flote.
— Lo sé bella, pero créeme que lo harás increíble, debes descansar, sobre esforzarte no es bueno, puedes enfermarte.
Hace una mueca. — tienes razón. — resopla sus labios tirándose en mi cama totalmente exhausta. — préstame tu baño, he sudado como un puerco.
Me río con su comentario y asiento. — por supuesto, sabes que todo lo mío es tuyo. — se voltea y me mira risueña.
— No me has contado como te fue en tu cita con Ethan. — con la sola mención de su nombre una extraña felicidad me invade. — Dios, mujer estás perdida. — se burla y solo la fulmino. — ¿Qué pasó entre ustedes anoche?
— Estamos conociéndonos mejor, eso es todo. — le digo bajando la mirada, mi amiga puede ser muy intimidante cuando se lo propone.
— Ya me imagino de que forma. — murmura haciendo que el bochorno me sobresalte.
— Pues te imaginas mal. — carraspeo. — Ethan es un caballero, me respeta y quiere darme mi tiempo.
Asiente con cierta incredulidad. — Todos los chicos quieren algo, Em. — Frunzo el ceño. — solo lo digo para que tengas precaución.
— Estoy bien, sé como cuidarme. — le respondo seria.
— Está bien cariño, no olvides que te amo y no quiero enterarme de que ese chico te llegue a hacer daño.
Me sumerjo en mis pensamientos cuando se levanta para entrar a mi baño.
Ella me dice todas esas cosas sin saber que la única persona que me ha hecho daño realmente es su hermano mayor.
Suspiro pensando en nuestra última discusión. Pienso que cada día nuestra relación es peor, antes me fastidiaba y se burlaba de mí, ahora… ahora solo me confunde y siento que esto se está convirtiendo en algo tóxico para ambos.
No podemos estar juntos sin discutir o terminar en situaciones comprometedoras que solo logran alterar mis nervios.
Mi estómago vuelve a gruñir así que me levanto y bajo a la cocina a prepararme algo de comer. Encuentro a mi hermano menor comiendo un emparedado de pollo con total gusto. Lucas es un niño precioso, con un poco de sobrepeso, por esta razón ha sido motivo de burlas en su escuela, inclusive hace dos semanas tuvo un incidente con tres de sus compañeros de salón, le jugaron una broma pesada, logrando que se lastimara y tuviera que terminar en urgencias.
Por eso se ha puesto el propósito de aprender karate para poder defenderse de los abusadores. Me entristece no poder hacer mucho por él, pero al mismo tiempo me siento orgullosa de que ni siquiera todas esas cosas que le han pasado han sido suficientes para borrar la hermosa sonrisa de su rostro.
— Oso. — le sonrío y beso su cabeza revolviendo su cabello. Se queja y me acomodo a su lado.
— Hija. — mamá entra a la cocina con una sonrisa en su rostro. — ¿Tienes hambre? — inquiere y asiento como esos perros de los automóviles.
— No sabes cuanta, creo que mi estómago se va a comer a mi bazo si no lo alimento ahora. — se ríe y camina a la refrigeradora para tomar algunos ingredientes.
— Prepararé unos emparedados para todos. — dice poniendo los ingredientes en la alacena.