Estúpido y perfecto Evans

Capítulo 15| Dos amores

Estaba terriblemente deprimida.

Me encontraba en una especie de agujero negro del que no podía escapar. Harry hacía eco en mis pensamientos y mis lágrimas volvían a brotar una tras otra sin poder contenerlas.

Tenía el corazón roto y se me hacía tan doloroso que deseaba arrancarlo de mi pecho.

Mis parpados se cierran involuntariamente, los tengo hinchados por todo el llanto, no he dormido casi nada y el cansancio sumado a la depresión empezaban a cobrarme factura.

Me quejo cuando mi cuarto se ilumina repentinamente.

Arggg… es como si la luz del sol calcinara mi retina.

— Apague la luz. — gruño cubriéndome la cabeza con la almohada.

— Suficiente, Emma. Levántate ya. — demanda mi madre quitándome las cobijas de encima.

— No quiero. — refunfuño sin soltar mi almohada.

— Te quiero decente en diez minutos. Necesito que me ayudes a preparar la cena, esta noche tenemos invitados.

Automáticamente, me quito la almohada de la cabeza. — ¿Invitados?

Alza las cejas divertida. — ahora sí tengo tu atención. — sonríe. — te cuento que muy amablemente la señora O’Bryan vino esta mañana a traerme un delicioso pastel de queso, conversamos durante un rato y el tema del noviazgo entre tú y Ethan salió a relucir, así que decidimos cenar juntos esta noche, ya sabes, para que nuestras familias se conozcan.

Abro la boca indignada.

Esto no puede estar pasando. Encima de que no he hablado con el rubio en más de una semana, no estamos en buenos términos justo ahora, ni siquiera sé lo que somos en este momento, y ¿A mi madre se le ocurre una de sus maravillosas ideas para hacer de nuestra situación algo más complicado?

Esta mujer no conoce la prudencia.

— ¿Y cariño? — inquiere mi progenitora. — supongo que la idea te encanta tanto que te has quedado sin palabras. No te preocupes, haré la cena más deliciosa para que tus suegros queden encantados.

Se va con una sonrisa satisfecha en su rostro y yo solo siento ganas de vomitar.

Oh carajo.

Pasa un buen rato en el que intento asimilar las cosas. Decido levantarme de mi cama y buscar ropa decente, me doy un baño y me cambio.

Bajo al primer piso y encuentro a mi hermano detrás de mamá robándole un pedazo de salami que se lleva a la boca. Voltea a mirarme y la sonrisa que se carga no me pasa desapercibida.

¿Pasó algo de lo cual no me enteré?

Porque al parecer esta ciudad se incendia, inunda y nos invaden los extraterrestres junto a los zombies y la última idiota en enterarse es Emma Wilson.

Ok, ok estoy siendo dramática, pero es que este asunto de Harry me tiene sensible.

— Hola hermanita. — mi hermano se acerca y deposita un beso en mi frente. — te ves terrible. — murmura y le doy un codazo para que me suelte.

— Échale la culpa a los imbéciles que tienes por amigos. — se ríe y pasa de largo entonando una canción más desafinada que el canto de un gallo.

— Cierra la boca, el día está hermoso para que caiga una tormenta eléctrica. — me le burlo y voltea mirándome.

— Ojalá si cae un rayo calcine a uno de tus tormentos, así dejas esa cara de muerta en vida que te cargas por no saber a cuál de los dos follarte primero.

Maldito.

Sube las gradas más satisfecho que antes. Y sin duda esa felicidad tiene un nombre escrito con mayúsculas, cursiva, subrayado y en negrita; Madison Evans.

Saco mi celular para textearle a la loca pidiéndole una explicación.

Veo que ayer me escribió y me siento culpable. Estaba en mitad de mi llanto y escuchando canciones cursis de Reik que solo me hacían sollozar como idiota así que ni siquiera escuché mi teléfono sonar.

“Te tengo una noticia del tamaño de Rusia :D”

Es su último mensaje.

Y yo empezando a tomarla por mala amiga al no contarme tremendo suceso, porque de seguro algo grande pasó para que mi hermano llevara plasmada en su rostro la sonrisa del guasón.

“Ahh… sí… ¿Puedo saber qué es?”

Envío el mensaje y entro a la cocina, mamá está muy activa empezando a preparar todo para la cena de esta noche.

— Cariño, ven. Ayúdame a picar la cebolla.

Nooooo… cebolla no.

Nota mi cara de desagrado y se ríe. — Ok, entonces prepara el pollo. — dice con suspicacia.

La fulmino y se ríe continuando con lo suyo. Me acerco a la tabla en donde cinco bonitas cebollas blancas me esperan para ponerme a llorar más de lo que ya lo había hecho.

Comienzo a picar y lo inevitable pasa; lloro empapando mi rostro y aprovecho para soltar mi tristeza. Ahora no sé cómo sería mi relación con el castaño y me duele saber que probablemente él y yo no volveríamos a hablarnos. No quiero alejarme de él, no puedo pensar en tenerlo lejos, ya me ha pasado y de solo imaginar no verlo más mi corazón duele profundamente.




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