Estúpido y perfecto Evans

Capítulo 18| Sensaciones

Abro los ojos lentamente sintiendo como los rayos del sol me dan directamente en el rostro.

Gruño y me doy la vuelta en la cama cubriéndome con la almohada. — Mamá, cierra las cortinas, ese maldito astro, que se cree el centro del universo no me deja dormir. —. Gruño agarrando una almohada y poniéndomela en la cara.

Escucho una risa baja, ronca y varonil.

De pronto mis sentidos se despiertan. Algo se siente diferente; el perfume impregnado a la almohada es sin duda leñoso y potente. Quito la almohada de mi cara y me encuentro con la imagen perfecta de mi vecino sentado en el borde de la cama.

Pego un brinco apoyándome en el espaldar de la misma.

Entonces no lo soñé, en verdad había dormido en su habitación, en su cama y ¿Con él?

Abro los ojos con impresión, estoy segura de que sigo intacta, llevo una camiseta suya y el short con el que salí ayer en la tarde de mi casa.

Todo sigue igual, menos nosotros dos.

Ayer le había confesado a Harry mis sentimientos, Oh bueno, eso no es novedad, lo que era realmente trascendental es la promesa que nos habíamos hecho.

Al mirarlo frente a mí, con un nuevo semblante en su rostro, con esos perfectos luceros azules brillando intensamente siento en mi corazón que he tomado la decisión correcta.

Sé que Ethan no lo tomará bien, y me costará enfrentarlo, pero debo ser valiente y poner en orden mi caótica vida.

No niego que me entristece tener que terminar mi relación con Ethan, en verdad siento muchas cosas por él, pero me doy cuenta de que todo este tiempo en que lo he observado en silencio, siempre fue una ilusión lejana para mí, ahora que pude traspasar esa línea entre la fantasía y la realidad… las cosas son diferentes.

No sé como describirlo, es como si ese ser mágico, especial y magnífico se hubiese convertido en un simple chico mortal, con errores, con un lado encantador y otro… que no quiero describir.

Ayer no le conté todo lo que había pasado a Harry, sabía que si lo hacía él iría a buscarlo, y todo hubiese terminado en un desastre como aquella vez.

Cuando estaba a punto de entregarme a Ethan, algo hizo clic en mi cabeza. Es como si hubiera salido de mi estado de inconsciencia y la lucidez hubiese tomado el mando. Él no había… empezado a usar protección, se lo reclamé y simplemente me respondió “No se siente igual”.

Recuerdo que me sentí molesta, su respuesta fue tan… machista y retrógrada, le insistí, pero solo rezongó. “Emma, ¿Para qué crees que existe la píldora del día después?” una vez más, su respuesta me pareció una total estupidez, al parecer él no entendía que un condón no solo se utilizaba para no tener pequeños rubios, sino para cuidarse de enfermedades de transmisión sexual.

Le pedí que lo usara o no estaría con él, y el colmo de todo fue cuando me respondió que él no se follaba a cualquier zorra, si eso era lo que me preocupaba.

Se me bajó de la nube en un segundo.

En ese momento lo separé de mí violentamente, busqué mi ropa interior y me vestí con rapidez, las lágrimas me nublaban la vista, pero no me detuve, me vestí totalmente y cuando estaba por salir me detuvo cerrándome el paso.

Ethan, déjame ir. — le reclamé con la voz cortada.

Emma, no puedo creer que vuelvas a hacer esto. ¡¿Acaso soy un puto juego para ti?! — lo miré con mi corazón tambaleándose de nervios. — al salir corriendo lo único que demuestras es lo poco que me quieres, y sinceramente no sé cuánto dure mi paciencia.

Púdrete. — lo hice a un lado y salí corriendo al pasillo.

¡Emma! — por primera vez sentí miedo al estar en un lugar a solas con él. — ¡Detente! Deja de portarte como una cría, joder.

Salí de su casa con las piernas temblándome.

Me sentía tan perdida, tan… sucia.

Quería llegar a mi casa y arrancarme la ropa del cuerpo, bañarme una y otra vez y borrar el toque de sus manos en mi piel.

Quería sentirme protegida por alguien, necesitaba unos brazos que me sujetaran y una voz cálida que me susurrara que todo estaría bien.

Sin planearlo lo encontré en el momento más vulnerable de mi vida.

Ese demonio que ahora parecía más un ángel para mí.

Lo miré a los ojos y pude notar la tristeza que había visto antes, un nudo gigante se formó en mi garganta y no pude evitar quebrarme apenas lo tuve en frente.

Ahora que lo tenía sentado a menos de un metro podía sentirme segura y protegida a su lado. Estaba realmente enamorada y esta vez no huiría de mis sentimientos.

— Buenos días, hermosa. — me sonríe robándome un pequeño suspiro.

— Buenos días. — sonrío con timidez llevando un mechón de cabello detrás de mi oreja. Observo la bandeja frente a él y alzo las cejas. — ¿Y esto?

— Te preparé el desayuno, imaginé que tenías hambre, de seguro el simio ese no te dio de comer.

Sonrío mirando la bandeja llena de alimentos apetitosos. Sin embargo, y sorpresivamente, no tenía hambre.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.