Estúpido y perfecto Evans

Capítulo 20| Un cumpleaños con muchas sorpresas

Nota: Hola hermosas lectoras, perdón por la demora, tenía un pequeño bloqueo creativo, este capítulo es largo para recompensarlas por la espera, que lo disfruten.

Parpadeo acostumbrándome a los rayos de sol entrando por mi ventana y a los cuatro intrusos en mi habitación.

— ¡Feliz cumpleaños! — sonrío sentándome en la cama, refriego mis parpados mientras mi madre se sienta a mi lado con un lindo pastel preparado y decorado por ella misma. Mamá es increíblemente talentosa en la cocina.

— Sopla las velas cariño, pide un deseo. — suspiro mirando las pequeñas velitas alrededor del pastel. Dieciocho en total. He aquí el dilema de mi vida, ¿Qué es lo que realmente deseo? No puedo pedir nada que no tenga; una familia amorosa, una mejor amiga maravillosa y un chico espectacular que me llena de suspiros. No creo en tonterías como estas, pero por complacer a mi madre cierro los ojos y solo pido tranquilidad. Que mi vida retome su curso, que pueda cumplir mis metas, tener una bonita relación sin tanto drama, entrar a la universidad y ser feliz. ¿Es mucho pedir? Espero que no.

Soplo las velas una por una hasta que el fuego se extinga. Todos sonríen y se me tiran encima aplastándome. Me quejo, tengo a tres hombres para nada delgados encima de mí.

— Auxilio, mis pulmones. — todos se ríen y se levantan. Mi padre se acerca y mi da un beso en la frente.

— Mi pequeña está creciendo. — le sonrío. — estoy muy orgulloso de ti, cariño.

— Gracias, papá. — los ojos se me llenan de lágrimas. Mi padre siempre ha sido un hombre estricto y de carácter fuerte y determinado, pocas veces expresa muestras de cariño, pero es el fondo es un hombre cálido y amable. Gestos como estos lo demuestran.

Nos abrazamos por largos segundos hasta que mis hermanos demandan mi atención. Lucas se sube en la cama y gatea hasta mi lado izquierdo, mientras Alex se sienta a mi derecha y pasa su brazo sobre mis hombros. Sonrío apoyando mi cabeza en su pecho.

— Te amo, enana. — besa mi coronilla.

— Y yo a ti, bruto. — suspiro abrazándolos a los dos.

— Hermanita, eres una adulta ahora ¿Te sientes distinta? — me pregunta Lucas haciéndome sonreír.

— Al parecer no. ¿Debería sentirme diferente? — juego con él haciéndole cosquillas. Se ríe.

— No lo sé, es que los adultos son serios y amargados. ¿Acaso te convertirás en una cascarrabias como papá? — me carcajeo observando a mi progenitor que frunce el ceño.

— Yo no soy un cascarrabias. — refuta cruzándose de brazos.

Mi madre se ríe y se acerca para darle un beso en la mejilla. — Oh claro que lo eres cariño. — él sonríe de lado al recibir ese beso y su mal humor se esfuma, mi madre es la única capaz de calmar su temperamento.

Ellos sin duda son mi modelo a seguir en una relación.

Al evocar estos pensamientos no puedo evitar pensar en Harry, él tiene una personalidad opuesta a la mía; y, sin embargo, aún con nuestras diferencias, siento que nos comprendemos de una forma particularmente especial.

— Bueno cariño, levántate y baja a desayunar. — dice mamá caminando junto a mi padre hacia la puerta. Lucas me da un beso en la mejilla y se baja de la cama para seguir a mis padres.

Me quedo sola con Alex. Lo miro y lo encuentro pensativo, observando a un punto cualquiera de la habitación. Carraspeo llamando su atención.

— Dime ahora qué es lo que te sucede. — alza las cejas.

— ¿Qué habría de pasarme? — sonrío.

— Oh hermano, jamás has podido ocultar cuando algo te preocupa o te tiene realmente nervioso.

Sonríe de lado.

— Me has descubierto. — parpadea indeciso de si contarme o no lo que tanto le agobia. — lo que sucede es que… últimamente he pensado en mi vida, en mi carrera, en… mi relación. — arqueo las cejas.

— ¿A qué te refieres? — inquiero. — ¿Acaso estás dudando de tu relación con Mad? — le digo sin rodeos. Amo a mi mejor amiga, y no permitiría que nadie le hiciese daño, ni siquiera mi propio hermano.

Niega enseguida. — Claro que no, Emma. Yo amo a Madison. — la convicción con la que pronuncia estas palabras me deja tranquila. Alex siempre me ha parecido un chico lo bastante pasivo, lo amo, pero siento que nunca da su mayor esfuerzo en algo, pero noto que con mi amiga es diferente, busca ser especial con ella, la trata realmente bien, le demuestra día a día lo mucho que la quiere. Pero entonces ¿A qué se refiere?

Él parece deducir mis pensamientos y habla a continuación.

— Me he planteado dejar mi carrera universitaria. — abro los ojos como platos. — no te asustes, no es que quiera convertirme en un vago, un parásito más de la sociedad. Simplemente siento que Administración no es lo mío, entré a esa carrera porque no tenía idea de que rayos seguir cuando terminé el colegio, mi padre me presionaba para que me postulara en alguna carrera, y creí estúpidamente que sería una buena opción, me vi como un empresario, algo ilusorio sin duda alguna. — sonrío. — la cuestión es que odio mi carrera, cada día me cuesta más ir a la universidad, estoy haciendo algo que no me agrada y me siento desdichado por eso.




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