Estúpido y perfecto Evans

Capítulo 23| Una cita, una propuesta y un tierno regalo.

Me encuentro tan emocionada y nerviosa justo ahora que tiemblo como una adolescente mientras me arreglo para mi cita de esta noche.

Mi mejor amiga me ayuda a elegir mi outfit. Ha puesto mi armario patas arriba literalmente y al parecer nada logra convencerla del todo, hace una mueca mirando un par de blusas y un vestido tendidos en mi cama.

— Mmm… no lo sé. — se lleva un dedo al centro de sus labios mirando dubitativa sus “mejores opciones” y por su expresión sé que no le gustan nada.

Resoplo mis labios con frustración. — carajo, al parecer me encuentro en un gran problema justo ahora, ¡No tengo nada que ponerme para la cita con tu hermano! ¡Esto es una catástrofe de grandes proporciones!

Ella se ríe por mi exageración.

Y es que los nervios se están devorando mi autocontrol, no puedo sentirme menos ansiosa, es la primera vez en la que tendré una cita real con el castaño, todos nuestros encuentros han sido en mi habitación, o en algunos otros lugares en los que nos hemos encontrado casualmente, pero nunca algo planeado como una cita romántica.

— No exageres, Em. No estamos hablando del calentamiento global. — resoplo mis labios, mi amiga sonríe de medio lado. — No te preocupes demasiado, bella. Yo me las arreglaré con lo que tienes para dejarte perfecta, tu preocúpate por bañarte, rasurarte hasta el último vello del cuerpo y humectarte hasta que tu piel quede tan suave como la seda, debes estar lista para… bueno ya sabes.

Abro los ojos con pánico.

Ella no puede estar refiriéndose al sexo, ¿O sí?

Carajo, esa pregunta es hasta estúpida, ¿A qué puede estarse refiriendo ella si no es a eso?

— No me acostaré con tu hermano esta noche, Mad. — le reclamo. — ni siquiera somos novios aún, ¿Qué clase de persona crees que soy?

Rueda los ojos con fastidio.

— Por más puritana y pariente lejana de la madre Teresa de Calcuta que seas, cuando hay ganas de por medio, no se puede predecir lo que pasará en un encuentro en donde solo estarán ustedes dos. — paso saliva dificultosamente ante sus palabras que no son más que puras verdades. — y vaya que ustedes dos si que se tienen ganas. — abro los ojos. — ayer dieron un espectáculo en la piscina, creo que cambiaron la temperatura del agua perfecta para un sauna con toda esa calentura que llevaban encima.

— ¡Mad! — mis mejillas se encienden llenas de bochorno.

— ¿Qué? ¿Acaso estoy mintiendo? — bajo la mirada a mis pies. — nena, conmigo no tienes porqué sentirte avergonzada, sabes que puedes decirme lo que sea, nada tiene que ver que el chico que te quieres comer comparta mi misma sangre.

Hago una mueca. — eso sonó perturbador. — alza las cejas con diversión. Segundos después suelto el aire dándome por vencida. — para serte sincera, me estoy muriendo por arrancarle la ropa.

Mi amiga pega un grito que me aturde por algunos segundos. — ¡Hasta que por fin lo aceptas! — se acerca a mí y me sonríe de oreja a oreja. — por ahí dicen que la verdad te hace libre, y amiga te apoyo al cien por ciento. Ve y cómete a mi hermano, que no queden ni los huesos.

Mi mirada debe ser épica justo ahora, porque la pelinegra comienza a carcajearse con demasiada algarabía. — por dios. — murmuro por lo bajo sintiendo como la temperatura de mi cuerpo comienza nuevamente a subir.

¡Maldito verano!

¡Maldita Mad, por ponerme en esta situación incómoda!

¡Maldito su sexy y provocativo hermano que empieza a despertar mi lado más pervertido!

— Estás tan roja como un letrero de PARE. — se ríe a carcajada suelta y la fulmino.

— Disfrutas poniéndome incómoda. — intenta recuperarse y finalmente me sonríe con dulzura.

— Cariño, ve a bañarte, se te hará tarde, y puedo asegurarte que lo que menos le agrada a mi hermano es esperar.

Alzo las cejas curiosa. Tener a mi mejor amiga como cuñada puede que tenga sus ventajas, puedo preguntarle sobre su hermano cuando tenga alguna duda con respecto a su personalidad o a sus gustos.

Por ejemplo, su horrenda música que invoca a todos los demonios que están vagando en la tierra.

Sin embargo, no puedo pedir que sus gustos musicales sean tan perfectos como su aspecto, sería demasiado pedir.

Entro al baño y me ducho poniendo más cuidado en mi piel que de costumbre. Resoplo y termino haciendo lo que me amiga me dice, no es que tenga la intención de hacer algo con Harry, pero… es mejor prevenir.

¡Ay, carajo! Me volveré loca si sigo pensando en esas cosas.

Cuando salgo del baño con una toalla envuelta en mi cabello, mi mejor amiga está parada de pie mirando con orgullo la elección para mi vestuario de hoy.

Me acerco lentamente y visualizo una falda que recuerdo haber comprado cuando tenía 14 y que nunca me puse porque me pareció demasiado pequeña. Abro los ojos con terror.

— Tú no estarás queriendo que me ponga eso ¿Verdad? — trago secamente.

— Claro que sí, cariño. Te verás muy sexy con esta falda.

— ¡Madison, estás loca si piensas que voy a usar esto! — levanto la falda en el aire para que note lo descabellada que es su dichosa elección. — esta cosa la compre cuando tenía catorce. ¡Catorce! — me altero, ella, sin embargo, parece divertida con mi reacción. — en ese entonces ya me quedaba vergonzosamente corta y ahora… después de cuatro años en donde es evidente que tengo más cadera y culo ¿Quieres que intente meterme en este pedazo de tela?




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