Estúpido y perfecto Evans

Capítulo 29| Un día de locos

Soundtrack: Sia - Unstoppable

“Me gustas porque me haces olvidar, y olvidar a estas alturas de mi vida, es revivir.”

David Sant

Me mantengo en silencio observándolo.

Una fuerte exhalación se le escapa y noto la tensión de su cuerpo.

— ¿Harry…?

— Te lo contaré todo. — dice mirándome a los ojos, — solo… te pido tiempo.

— ¿Para qué? — inquiero con las cejas fruncidas. ¿Qué tan difícil puede ser para él abrirme su corazón y dejarme conocerlo mejor?

— Para tomar la valentía suficiente que necesito para contarte mi vida.

Asiento haciendo una mueca. No me gusta esta aura de misterio e incertidumbre que nos rodea. La inseguridad no me agrada, no quiero desconfiar del chico que amo.

— Está bien. — murmuro no muy convencida. — no te presionaré, pero espero sinceramente que pronto puedas tenerme la confianza suficiente como para abrirme tu corazón.

Frunce el ceño desviando su mirada de la mía.

— Confío en ti, Emma. — traga grueso. — en quien no puedo confiar es en mí.

Bajo la mirada a mis manos, suspiro soltando mi frustración.

— No me gusta que hables así de ti. — musito ensimismada. — siento que tienes mucho resentimiento y dolor en tu corazón, y quiero ayudarte a superarlo.

Harry me mira, sus ojos azules enfocados en los míos, después de unos segundos sonríe y su mano sube acariciando mi mejilla. — créeme que solo con tenerte a mi lado ya me siento lo bastante feliz, algo que no experimenté en estos cinco años lejos de ti.

Mis ojos pican por las lágrimas que empiezan a acumularse, me inclino hacia él para abrazarlo y meter mi cara en su cuello, el castaño me acaricia y rodea con sus brazos llenándome el pecho de una calidez inexplicable.

— ¿Por qué siento que te dañaron tanto en ese lugar? — mi voz se hace débil. — quiero tanto ayudar a curar tus heridas.

— Entonces quédate a mi lado. — me aprieta contra sí, como temiendo que me aleje. — no te vayas, no huyas así quieras hacerlo.

Me alejo solo un poco para mirarlo a los ojos. — quiero que sepas que nada en el mundo hará que me aparte de ti. Te amo, Harry.

Él me sonríe, con algo de melancolía pintada de ilusión. — hay muchas cosas que no sabes, y que podrían… asustarte.

Le sonrío y ahora yo acaricio su mejilla, cierra sus parpados con mi suave toque y juro que mi corazón estallará por todos los sentimientos que tengo por este chico.

— No soy una cobarde, Harry. — susurro pegando mi frente a la suya. — y no te juzgaré por lo que hiciste en tu pasado, sé que las personas pueden equivocarse, yo misma lo he hecho, lo importante es aceptar que fallaste y aprender de esos errores para mejorar. — le sonrío acariciando sus labios con mi pulgar. — y no me cabe duda de que lo has hecho, eres una persona increíble, Harry. Y te amo por eso, porque por más sufrimiento que hayas sufrido todavía eres capaz de amar y cuidar de las personas que amas, cosa que a ti no te dieron y eso me hace admirarte cada día un poco más.

Harry me observa sin poder procesar todo lo que acabo de decirle, parpadea por largos segundos, con la impresión bordeando sus lindas facciones. Sus ojos me enfocan y la hermosa sonrisa que me dedica me hace derretir internamente.

— Soy el idiota más afortunado por tenerte conmigo. ¿Acaso Dios perdonó todos mis errores y decidió mandarme un ángel para iluminar mi existencia?

Sonrío. — por ahí dicen que Dios perdona y ama a todos sus hijos. No me cabe duda de que eres muy bendecido al tener una novia como yo. — bromeo para animarlo y lo consigo.

Me estremezco al sentir sus labios sobre los míos. Nos besamos en mitad de un parqueadero público, pero para nosotros es el mejor lugar del mundo, el más romántico y perfecto.

Volvemos a casa caída la tarde, no soltamos nuestras manos en todo el camino, Harry de vez en cuando levanta mi mano entrelazada a la suya y besa mis nudillos. Es tan dulce.

¿Cómo no pude verlo antes?

Estaba tan ciega por el resentimiento que no veía al increíble chico que tenía al frente.

— Llegamos. — dice con una sonrisa radiante en su rostro. — entra y descansa. Mañana iré a recogerte a la escuela.

Arqueo las cejas. — no es necesario. — le aseguro.

— Lo es. — su mano acaricia mi cabello, me avergüenza, ya que por más que lo lavé sigue pegajoso. — eres la mejor nena, que nadie te convenza de lo contrario.

Mis comisuras sin más remedio se elevan, cuanto amo que se porte tan cálido y amable. Logra llenar mi corazón de felicidad.

Me acerco a él para darle un nuevo beso, he descubierto que soy adicta a su boca, a sus caricias y a su compañía, hacemos todo lo posible por alargar nuestra despedida, cuando llega el momento de irme él me abraza contra sí haciéndome sonreír con mi mentón apoyado sobre su hombro.

— Te amo, nena.

— Y yo a ti. — le doy un último beso y salgo del auto.

Entro a mi casa y sonrío al ver a una pequeña bola de pelos acercarse para que lo acaricie. Hoy mi padre tenía turno en el hospital, así que podíamos tenerlo en casa.




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