⸞ Emma ⸞
La lluvia nos había tomado por sorpresa.
Apenas salimos del observatorio, nos montamos en la moto de Harry y evité reírme por la urgencia con la que conducía el vehículo de dos ruedas. En el cual por cierto me besó por largos minutos sin querer despegarse de mí, de no ser por el guardia de seguridad que nos apuntó en la cara con una linterna y nos pidió retirarnos antes de llamar a la policía por exhibicionistas de seguro lo terminábamos haciendo en ese mismo lugar.
Y es que la necesidad de mantener nuestras bocas y cuerpos juntos era enfermiza. Se nos notaba de aquí a Saturno las malditas ganas que nos tenemos, y lo mucho que nos extrañamos.
Pero no contábamos con la tormenta que se nos vino encima. Literalmente parece que el cielo quiere abrirse y escupirnos sus aguas sin piedad.
Tanta es la magnitud de esa sorpresiva tormenta que nos vemos obligados a tomar una parada en el camino. Desventajas de andar en moto. Te ves sexy, pero no te resguarda de la lluvia.
Nos encontramos frente a una especie de villa, con un gran parqueadero, habitaciones para alojarse de paso, y un restaurante con no muy buena pinta si debo ser sincera.
Pero muero de hambre, además de frío. En este momento comería y dormiría en donde sea, incluyendo este lugar de dudosa procedencia. Tiemblo como pollo mojado al lado de la motocicleta que Harry se encarga de asegurar a un metro de mí.
Maldigo por enésima vez por mi estúpida elección de atuendo el día de hoy. Quise verme sexy y terminé viéndome como la probable protagonista de una película de terror. Con el maquillaje corrido, el cabello enmarañado y un temblor excesivo en el cuerpo.
— Toma.
Levanto la mirada intentando no verme ridícula con la boca abierta y la baba chorreando por la imagen perfecta que mis mortales ojos presencian.
Harry me estira su chaqueta mientras se revuelve el cabello humedecido con una sola mano. Lo deja alborotado cayéndole sobre la frente con mechones sensuales que le salpican en la cara.
Cara adornada con minúsculas gotas de lluvia cuál rocío haciéndolo ver condenadamente hermoso. Sin mencionar su cuerpo. La camiseta ya se le empieza a pegar al torso por lo mojado que está al recibir toda la tempestad de frente y joder…
Qué imagen tan malditamente erótica.
Noto la sonrisa ladina que me dedica porque como siempre me dejé en evidencia. Muerdo el interior de mi mejilla deseando tener un botón para poder desaparecer y así dejar de hacer el ridículo.
¡Despierta mujer!
Me obligo a mover la mano para tomar la prenda que sigue tendiéndome insistente.
— Creo que tú la necesitas más que yo. — le murmuro intentando calmar el revuelo de mariposas asesinas que es mi estómago en este momento.
Desvío la mirada a su pecho.
Trago grueso.
Sus pectorales son bien trabajados. ¿Cuántas horas del día les dedicará? ¿Las mismas que yo le dedico a la televisión y comer porquerías en mi sillón?
Intento despabilarme. No puedo comportarme como una idiota frente a mi novio. Por más bueno que esté.
Hace rato que lo haces. Das vergüenza, ajena.
— Puedo tolerar el frío, paso la mayor parte del día en una pista de Hockey. En cambio, tú parece que estás a punto de entrar en estado de hipotermia. — menciona algo burlón y me obligo a mirarlo a los ojos y no a su escultural cuerpo llamándome al pecado. Pero su rostro es más hermoso aún. Me tienta la gran gota de agua que se desliza por su barbilla a punto de caer al suelo. ¿Y si la recojo con mi lengua? Así ahorramos agua ¿No?
Es bueno cuidar al planeta.
¡Qué ecologista nos saliste!
Pervertida del demonio.
Ruedo los ojos ante mi fastidiosa conciencia.
— ¿Emma? — escucho su voz intentando captar mi atención y me sobresalto. Mierda. De seguro debe creer que tengo algún problema mental o que ya se me terminó de zafar el tornillo suelto que tengo por razón. — nena, creo que el agua terminó de arruinarte los circuitos internos.
Su evidente burla me despabila totalmente. Lo miro con el ceño fruncido y se ríe sin contenerse poniéndome a hipersalivar.
Carajo.
Harry de por sí me vuelve loca. Pero a eso súmenle ese sonido perfecto de su voz cuando ríe de esa forma tan sensual y más aún con esta imagen de él totalmente empapado con el agua recorriéndole cada centímetro de su blanca y perfecta piel.
Esa es la combinación perfecta para robarme la cordura totalmente. Y yo cuando no pienso bien, hago cosas locas.
Sí, eso nos quedó claro. Últimamente, haces pendejada tras otra.
Ignoro a la vocecita molesta en mi cabeza.
— Que chistosito. — le replico y tiemblo terminando de ponerme su chaqueta. Inhalo profundamente. Su aroma me atonta. — solo pensaba en qué vamos a hacer. Parece que la lluvia no pasará en un buen rato, es de noche y mi estómago está empezando a hacerle ojitos a mi vesícula. ¿Me entiendes? Está a punto de devorársela.