⸞ Emma ⸞
La brisa fresca de los Ángeles golpea mi rostro mientras me aferro con fuerza al torso de Harry.
Vamos a toda velocidad por la autopista, no sé a donde me lleva, y en realidad, no me importa. Lo único que quiero es compartir este momento junto a él, sé que nuestra situación se pone cada vez peor, y probablemente, esta oportunidad no la repitamos.
No puedo evitar sentirme culpable a pesar de mi actual euforia.
Le había fallado a Vlad, y estoy más que segura que en este momento está furioso conmigo.
Escaparnos de él había sido relativamente sencillo. Harry le pagó a una de las animadoras del equipo para que lo distraiga, y mientras Vlad intentaba incómodamente zafarse de la insistencia de la pelirroja para que le dé su número, Harry y yo nos escabullimos rápidamente, subimos a su motocicleta y huimos de ahí como si estuviésemos escapando del robo de un banco.
Ahora nos encontrábamos en la carretera, a las afueras de la ciudad y yo en lo único que podía pensar era en que desde que Harry entró en mi vida yo me convertí en una persona completamente distinta.
Antes de él, era tímida y aplicada.
Siempre buscaba tener la aprobación de mis padres, ser buena alumna y no hacer nada que a ellos les molestase o decepcionara.
Jamás en mi vida consideré el hecho de escaparme de mi casa. Y mucho menos tener una relación con el típico bad-boy con todas las red flags del mundo.
Sabía que Harry no era precisamente un chico bueno. Conocía su sombrío pasado, o por lo menos, lo que él me había contado.
Pero todavía tenía una sensación extraña en mi interior que me advertía que algo más me ocultaba. Triste que no era adivina y tampoco podía leer mentes para saberlo, solo… tenía la esperanza de que fuera sincero conmigo y me contara todo sobre su pasado.
— Parece que comienzas a arrepentirte de tu repentino arranque de rebeldía.
Las palabras de Harry me hicieron entrar en conciencia del lugar en donde nos encontrábamos.
Abrí la boca al escuchar el ruido de la gente gritando y la música de feria.
Estábamos en un parque de diversiones.
— ¿Qué hacemos aquí? — le pregunto entre extrañada e inconforme.
— Bueno, pensé que te gustaría un poco de adrenalina. Ya sabes, para realzar esa rebeldía que comienzas a sacar a flote.
Lo miro algo avergonzada y su sonrisa aumenta mi rubor.
— Bueno la verdad es que…
— ¿Quieres que nos vayamos? — espeta mirándome con curiosidad.
— No solo que… mi plan era otro. No sé… quizás… algo más íntimo.
Apenas le suelto esas palabras me quiero dar de cabezazos contra el pavimento. El rostro de Harry inmediatamente se torna divertido y algo malicioso.
— Oh, bueno… si eso era lo que querías debiste habérmelo dicho, nena. — se aproxima, aún sigo sentada en la motocicleta así que le toma segundos sujetarme por la cintura y hacer que me siente sobre su regazo, rodeando así con mis piernas su cadera. La posición empieza a alterarme los nervios. — sabes que siempre estoy dispuesto a complacerte, solo… no quiero parecer intenso. Deseo ir a tu ritmo.
Le sonrío y rodeo su cuello con mis manos.
— Gracias por ser tan comprensivo, pero entenderás que llevamos dos semanas sin vernos. Y necesito con urgencia a mi novio.
Una de sus manos se posa en mi espalda baja y la otra me sujeta del cuello para aproximarme a su rostro.
— Tus deseos siempre van a ser órdenes para mí, hermosa.
Su boca ataca la mía con intensidad y me estremezco al sentirlo pegarme más a su cuerpo. Nuestras caderas juntas comienzan a frotarse deliciosamente y el calor invade mi anatomía en un dos por tres.
Tiro de su cabello con cierta brusquedad y muerdo con ansiedad sus labios, logrando que sonría contra mis labios y abra los ojos para mirarme de una forma que me convierte en un charco de baba en segundos.
— Vaya que me has extrañado.
— Como no tienes idea.
Vuelvo a sus labios y esta vez me siento más osada. Poso mis manos sobre su pecho y me deleito sintiendo la dureza de sus pectorales. Desciendo un poco más para colar una de mis manos bajo su camiseta, toco su abdomen con mis pulpejos haciéndolo estremecer.
— Nena. — su voz ronca me produce cosquilleos en el bajo vientre. — me encanta lo que haces, pero… creo que este no es el lugar adecuado. — me detengo de golpe. — tenemos público.
Apenas suelta aquello me incorporo de golpe.
Efectivamente, hay un grupo de chicos a unos treinta metros. Nos miran con sonrisas lobunas que me tensan en mi lugar. Harry sujeta mi rostro y me hace mirarlo.
— Si quieres, voy y les borro esas sonrisas de idiotas.
No puedo evitar reír ante sus palabras.
— No puedes ir por la vida golpeando a la gente, Harry.
— ¿Por qué no? — inquiere como si le hubiese dicho la cosa más descabellada del mundo.