⸞ Harry ⸞
Me despido de mi novia sintiendo como si mi cuerpo pesara una tonelada de plomo. Sigo a mi hermana hacia nuestra casa, pero antes de llegar a la puerta la detengo sosteniendo su brazo.
— ¿Qué tiene que ver Richard en todo esto? — mi pregunta la deja estática. Noto la angustia brillar en sus ojos azules. — Mad.
— No lo sé con exactitud, solo puedo decirte que… el panorama es algo turbio para ti, sabes que nada bueno puede salir de una conversación en la que nuestro padre esté presente.
Se suelta de mi agarre y retoma su camino a nuestra casa. Exhalo volteando hacia la casa de Emma, ella ya no se ve por ningún lado y tengo la extraña sensación en mi pecho de que las cosas de aquí en adelante no serán lo mismo entre ambos.
Había cometido un estúpido error en mi desesperación.
El hecho de querer escaparme con ella sin que nadie pueda volver a entrometerse en nuestra relación es una medida desesperada que no medité a fondo.
Por mi parte, lo haría sin pensarlo dos veces. Lo único que quiero es vivir lo nuestro con total libertad, sin sentirnos presionados por nuestras familias.
Sin embargo, no tomé en cuenta que Emma jamás ni en la mayor de sus desesperaciones dejaría atrás a sus seres queridos.
Así que debo buscar nuevas estrategias para solucionar este problema.
Acabo finalmente por terminar con este misterio e ingreso a la casa. Apenas lo hago puedo visualizar la silueta de mi madre en un sillón tipo mecedora que tenemos en un rincón de la sala, junto al gran ventanal que da al jardín delantero. Es el lugar favorito de mi madre para relajarse y leer un poco.
Acto que se encuentra haciendo hasta que me detengo frente a ella y retira la vista de su libro. Mamá me mira retirándose los lentes de lectura. Su rostro serio y hasta un poco molesto me tensa en el acto.
Desde ya sé que esta no será una conversación amable.
— ¿Me necesitabas? — le pregunto estoico.
— ¿A dónde te habías metido que llegas a esta hora, jovencito?
Arqueo las cejas. Ok, está en el modo madre regañona y controladora.
— En mi entrenamiento. — le respondo a secas.
— ¿Y después? — inquiere dejando su libro sobre la pequeña mesa que tiene a su lado. — porque son más de las nueve y tu entrenamiento termina a las cinco.
Exhalo.
— Estaba con Emma.
Mi madre hace una mueca de inconformidad.
— ¿Sigues de obstinado con eso? — la miro frunciendo el ceño. — creí que con el pasar de los días entenderías que esa relación no puede ser.
— ¿Por qué? — le inquiero con rabia contenida. — Hasta donde yo sé amar a alguien no es un delito. — aprieta los labios. — ¿Qué argumentos tienes para oponerte a mi relación, mamá?
— Que su relación no es sana. Hacen las cosas a escondidas y las hacen sin detenerse a pensar en las consecuencias de sus actos. — siento una pesadez increíble asentarse en mi pecho al escucharla. — juntos son incontrolables, no tienen límites y… empiezas a descuidar todo a tu alrededor para vivir solo por ella.
Cierro los ojos apenas termina de soltar todas sus tonterías.
— ¿Si sabes lo que es estar perdidamente enamorada de alguien mamá? — sus cejas se fruncen. — supongo que no, mi padre siempre fue un patán que jamás te demostró lo que puede llegar a hacer un hombre por amor. — sé que mi comentario la ha lastimado. Pero no puedo detenerme, no ahora que me siento tan juzgado simplemente por querer luchar por mi relación. — Amo a Emma, madre. La amo como no tienes idea, y estoy dispuesto a hacer eso que has dicho y mucho más por ella.
Elena suspira y noto como se limpia una pequeña lágrima en la comisura de su ojo.
— Estás descuidando tus estudios. — sigue con sus argumentos absurdos y me muerdo la lengua para no responderle. — he hablado con el decano de tu carrera, estás a punto de perder dos materias, todo por inasistencia y porque algunos exámenes los entregas en blanco. ¿Qué tienes que decir ante eso, Harry?
— Que Emma no tiene absolutamente nada que ver en eso. — me mira tensa. — claramente, mi carrera es un fiasco que no me gusta. Estando con ella o no el resultado sería el mismo. — niega reprobatoriamente. — no quiero ser ingeniero en ninguna mierda. Sabes que lo que me apasiona es el deporte, quiero ser corredor de Fórmula Uno.
— Eso no te dará de comer y lo sabes, además... es peligroso. — me dice con evidente desdén, en acto reflejo aprieto mis puños con fuerza. — No entiendo por qué eres tan obstinado y no escuchas a tu madre, lo único que quiero es que tanto tú como tu hermana tengan un buen futuro…
— Y por eso quieres que Mad estudie medicina y no danza. — frunce el ceño apartando la mirada. — nos quieres manejar como tus marionetas, piensas que eligiendo nuestras carreras, y probablemente nuestras parejas puedes llegar a moldearnos a tu antojo.
— ¡No me hables así, jovencito! — se levanta de su silla enfrentándome. — te recuerdo que soy tu madre y me debes respeto.
— El respeto se gana mamá. Y siendo sinceros, tú no has hecho mucho para ganártelo.