Desde la distancia, Taehyung observaba cómo la fiesta seguía su curso. El caos que acababa de desencadenarse con hannah, mi presa, se desvanecía bajo las luces y la música ensordecedora. Nadie más parecía haberse dado cuenta de lo que había ocurrido, excepto Jungkook, que estaba apoyado contra una de las columnas de la mansión, con una expresión indescifrable en su rostro.
Jungkook había estado vigilando a Lía desde que la había conocido aquella tarde. No era simplemente una atracción superficial; había algo en ella que lo fascinaba de una manera profunda y primitiva. Aunque él y yo compartíamos el mismo secreto, nuestras motivaciones a menudo eran diferentes.
Donde yo veía en mi presa una oportunidad, un destino inevitable, Jungkook parecía más interesado en jugar el juego largo, siempre al borde de una diversión peligrosa.
—Parece que tu pequeña aventura ha salido mal esta vez —comentó Jungkook, con una sonrisa ladeada mientras caminaba hacia mí.
Sus ojos, oscuros pero llenos de vida, me estudiaban con una mezcla de burla y curiosidad. Sus colmillos, que apenas asomaban detrás de sus labios, eran un recordatorio de lo que realmente éramos. Depredadores, cazadores, ocultos a plena vista entre los humanos.
—No fue exactamente como lo planeé —admití, mirando hacia donde había dejado a la chica, aún temblando junto a la piscina. La había sentido, había percibido su energía desde el momento en que la conocí. Había algo en ella que la hacía diferente, especial, y no podía dejarla escapar tan fácilmente.
—¿Crees que ella sabe? —preguntó Jungkook, refiriéndose a mi presa.
—Lo sospecha —respondí, apretando la mandíbula—. Pero no importa. Volveré por ella.
Jungkook rió suavemente, su risa casi musical pero cargada de un trasfondo oscuro.
—Te estás encariñando demasiado rápido. Eso nunca es una buena señal —dijo, mientras sus ojos se desviaban hacia donde Lía estaba de pie, aún recuperándose del impacto de nuestra confrontación—. Yo prefiero tomarme mi tiempo. Lía… —su voz se detuvo un instante, como si saboreara su nombre— es diferente. No solo en lo físico, sino en su espíritu. Puedo sentir su curiosidad, su deseo de saber más. Es el tipo de chica que se enamora de lo peligroso.
Lo observé con atención. Jungkook era joven, incluso para los estándares de los vampiros, pero su habilidad para leer a las personas lo hacía especialmente peligroso. Sabía cómo entrar en sus mentes, jugar con sus emociones, moldearlas a su voluntad. Y eso era justo lo que estaba haciendo con Lía.
—Ella también es nuestra, Taehyung. No intentes interferir —advirtió, su tono suave pero claro. Sus ojos centellearon con una advertencia tácita que sabía que debía tomar en serio.
—No tengo interés en Lía —respondí secamente—. Mi objetivo es otro. Pero si piensas que puedes manejar esto solo, adelante. Solo recuerda que no todo es un juego, Jungkook.
—¿Un juego? —repitió, su sonrisa volviéndose más amplia—. Claro que lo es. Todo lo que hacemos lo es. El truco está en saber cuándo detenerse antes de que se vuelva mortal para ellos.
Su mirada se fijó nuevamente en Lía, que ahora se inclinaba sobre la chica para intentar consolarla. Era curioso cómo los humanos siempre buscaban el consuelo de los demás en momentos de peligro, como si el contacto humano fuera suficiente para ahuyentar el miedo.
—No lo hagas demasiado obvio —advertí, aunque sabía que Jungkook nunca tomaba mis advertencias en serio. Él disfrutaba del riesgo, de la tensión entre su naturaleza depredadora y la humanidad de sus presas.
—Lo que es obvio, Taehyung, es que te has encariñado demasiado rápido con tu pequeña juguetona. No los veo como presas. Las veo como un entretenimiento temporal. Y cuando termine, bueno... ya sabes lo que ocurre —dijo Jungkook, dejando claro su enfoque frío y pragmático sobre lo que vendría después.
Mi mirada se endureció, no por sus palabras, sino porque sabía que tenía razón en parte. No podía negar que había algo en aquella chica que me atraía de una manera diferente. Algo que no había sentido en mucho tiempo. Quizá era su espíritu desafiante, su voluntad de luchar a pesar de que sabía que no tenía posibilidades contra mí. O quizá era simplemente el hecho de que aún no entendía completamente qué la hacía especial, pero estaba decidido a averiguarlo.
—Tendrás tu tiempo con Lía —dije finalmente, apartando la mirada—. Pero no te pases de la raya. Ella sigue siendo humana, y hay reglas que no podemos romper sin consecuencias.
Jungkook soltó una risita sarcástica.
—Ah, las reglas... siempre tan diligente con ellas, ¿verdad? —comentó, su tono cargado de diversión—. Pero claro, sé cuándo parar. Siempre lo hago.
No le respondí, sabiendo que cualquier otra palabra solo alimentaría más su juego. Mientras él se deleitaba en manipular a Lía, yo tenía mis propios asuntos que atender. Sabía que la chica no se rendiría fácilmente, y eso solo la hacía más intrigante. Quizá, después de todo, este "juego" iba a ser más largo de lo que había anticipado.
Miré a Jungkook una última vez antes de desaparecer en la oscuridad, dejándolo solo con sus pensamientos y su presa.
**Mi parte en este juego acababa de comenzar.**
**Y ella no tenía idea de lo que le esperaba.**
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Editado: 26.11.2024