Eternal Night ~taehyung~

13

________narra hannah_________

La noche estaba envuelta en una calma extraña, una paz que sentía frágil, como si en cualquier momento pudiera romperse en mil pedazos. No dejaba de pensar en lo que había ocurrido junto a la piscina. Mi mente no lograba encontrarle sentido a lo que había visto, a lo que había sentido. Había algo en la mirada de Taehyung que me perturbaba profundamente, algo que iba más allá de la atracción inicial que había sentido por él. Era una oscuridad, un poder que no podía comprender pero que me había paralizado por completo.

Después de lo sucedido, Lía y yo habíamos regresado a la mansión. Ella estaba tan nerviosa como yo, pero parecía menos afectada. Aunque lo había visto todo, aunque había sentido el miedo, Lía intentaba restarle importancia, quizás como un mecanismo de defensa. Pero yo no podía hacer lo mismo. Las imágenes seguían viniendo a mi mente: el brillo rojo en los ojos de Taehyung, el frío que sentí cuando me sostuvo entre sus brazos, y esa sonrisa… como si disfrutara con mi miedo.

Me dirigí al balcón de mi habitación, buscando el aire fresco para despejarme. Desde allí podía ver el jardín de la mansión, las luces de la piscina aún encendidas como un recordatorio de lo que había pasado. Me pregunté si todo había sido real.

Tal vez mi mente, agotada por el estrés y la tensión, había creado algo que no existía. Pero no podía negar lo que había sentido. Aquello no era un sueño. Era real. Y eso era lo que más me aterraba.

El viento acariciaba mi rostro, pero no lograba calmarme. Miré hacia la distancia, hacia los árboles que rodeaban la propiedad, buscando alguna señal de que Taehyung seguía allí. Sabía que no era prudente pensar en él, no después de lo que había descubierto, pero no podía evitarlo. Había algo en su presencia que era como un imán, atrayéndome incluso cuando todo mi ser me decía que me alejara.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Lía desde la puerta de mi habitación, su voz sorprendida.

—Solo necesitaba un poco de aire —respondí, sin apartar la vista del horizonte.

Lía se acercó, sus pasos lentos y tranquilos. A pesar de todo lo que había ocurrido, su actitud seguía siendo despreocupada, como si quisiera convencerse de que nada de esto era importante. Pero yo la conocía bien. Sabía que, por dentro, estaba tan asustada como yo.

—Tienes que relajarte, nena. Esto de el… fue raro, sí, pero no es para tanto. Quizá solo quería asustarnos, ¿sabes? Hay gente que disfruta con eso —dijo, apoyándose en la barandilla a mi lado.

—Lía, no sé cómo puedes tomarte esto tan a la ligera —respondí, mirando por fin hacia ella—. Lo que pasó no fue normal. Algo en él… no sé qué era, pero no era humano.

Lía soltó una pequeña risa, aunque no llegaba a sus ojos.

—¿No humano? ¿En serio, Hannah? Estás exagerando. Seguro que estás cansada o te has dejado llevar por los nervios. No era más que un chico guapo con algunas actitudes raras. Nada que no hayamos visto antes.

—No, Lía —dije, con firmeza—. No era solo un chico. Sus ojos… cambiaron. Eran rojos. Y no hablo de un efecto de la luz o algo así. Cambiaron de verdad. Y la forma en que me miraba… fue como si pudiera leer mi mente, como si supiera cada pensamiento que cruzaba por mi cabeza.

Lía me miró, esta vez sin el rastro de diversión en su rostro.

Sus ojos mostraban preocupación, pero también incredulidad.

Era obvio que quería creer que todo lo que yo estaba diciendo era solo un producto de mi imaginación, que no podía ser cierto. Y en parte, yo también lo deseaba. Quería que todo fuera una exageración de mi mente, una ilusión pasajera.

—Mira, sé que fue raro, pero… —Lía suspiró, bajando la mirada—. Tal vez deberíamos olvidarlo por ahora.

Lía me empujó suavemente con el hombro, sonriendo.
—Está bien —cedí finalmente, esbozando una sonrisa leve—.
Me forcé a seguir su entusiasmo, aunque en el fondo sabía que algo dentro de mí había cambiado. Taehyung había despertado algo que no podía ignorar.

**A lo que era, y a lo que podría venir después.**

El viento seguía acariciando mi rostro, pero en lugar de calmarme, sentía una inquietud creciente, como si algo oscuro y peligroso estuviera al acecho, esperando el momento perfecto para salir de las sombras.




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