Eternal Night ~taehyung~

14

Al día siguiente, después de la conversación con Lía, decidimos volver a la mansión de mi tía en la ciudad. El viaje de regreso fue silencioso, marcado por la inquietud que ambas sentíamos después de lo que había sucedido. Ninguna de las dos mencionó lo ocurrido junto a la piscina ni a Taehyung, como si al evitarlo, pudiéramos olvidar el terror y la confusión. Lía trató de mantener su energía habitual, hablando de cosas sin importancia, pero yo apenas respondía. Mi mente seguía atrapada en esa sensación de peligro inminente.

Cuando llegamos a la mansión de mi tía, el lugar me recibió con una fría indiferencia. La mansión siempre había sido opulenta, con sus altos techos y sus habitaciones oscuras y cerradas, pero nunca me había sentido bienvenida. Mi tía, Gertrude, era una mujer severa, con una mirada afilada y una lengua aún más afilada. Desde que tenía memoria, había sentido que me despreciaba. Quizá porque me recordaba a mi madre, su hermana, con quien nunca tuvo una buena relación.

O tal vez, simplemente porque era incapaz de mostrar afecto.

Apenas habíamos cruzado el umbral de la puerta cuando mi tía apareció en la parte superior de la escalera, con sus ojos fríos clavados en nosotras.

—Hannah —dijo, su tono gélido, arrastrando las sílabas de mi nombre con desdén—. Pensé que no volverías tan pronto.

—Nos pareció mejor regresar antes de lo previsto —respondí, intentando sonar firme, aunque por dentro me sentía como una niña pequeña bajo su escrutinio.

—Ya veo. —Su mirada se deslizó hacia Lía, observándola de arriba abajo—. ¿Y trajiste a tu… amiguita contigo? No me sorprende.

Lía sonrió con esa chispa de desafío que siempre la caracterizaba, pero pude ver la tensión en sus hombros. Mi tía tenía ese efecto en las personas, lograba hacerte sentir incómodo solo con su presencia.

—Hola, señora isabela —saludó Lía, educada, pero sin ceder a la hostilidad que emanaba de la mujer.-se ve que está muy bien concervada-.

—No necesito tus saludos, niña. Lo que necesito es que mantengas tu comportamiento adecuado mientras estés en mi casa. Espero que eso no sea demasiado pedir —respondió mi tía, sus palabras mordaces.

Sentí el calor subir a mis mejillas, una mezcla de vergüenza y rabia por la manera en que mi tía trataba a Lía, pero sabía que enfrentarla solo empeoraría las cosas. Siempre había sido así con ella: cuanto más intentaba imponer mi voz, más se empeñaba en aplastarla.

—No causaremos problemas, tía —dije con voz suave, aunque la tensión en mi mandíbula delataba mi incomodidad.

—Eso espero —respondió, su mirada afilada—. Sabes muy bien que no tengo tiempo para tus tonterías juveniles. Y menos con lo que ha estado ocurriendo en la ciudad últimamente. No me vendrás con historias de escapadas o fiestas.

Me tensé ante sus palabras. ¿Sabía algo sobre lo que había pasado en la mansión? No había forma de que se enterara, pero el hecho de que mencionara "lo que ha estado ocurriendo" me puso alerta. No era como si mi tía se preocupara por chismes o rumores sin fundamento.

—¿A qué te refieres con lo que está ocurriendo en la ciudad? —pregunté, intentando sonar casual.

Ella bajó lentamente las escaleras, su presencia haciéndose más sofocante con cada paso que daba. Finalmente se detuvo frente a nosotras, sus ojos oscuros y penetrantes clavados en los míos.

—Asesinatos. Desapariciones. Cosas que no te conciernen, pero que están poniendo en peligro a la ciudad. Y no quiero que te involucres, ¿entiendes? —Su voz era baja pero firme, casi como si advirtiera de un peligro que sabía que no podría controlar.

Lía y yo intercambiamos una mirada rápida. La mención de desapariciones hizo que un escalofrío recorriera mi espalda. Sabía que algo oscuro estaba sucediendo, algo que Taehyung, de alguna manera, estaba vinculado. Y ahora, parecía que ese peligro no estaba confinado solo a la mansión o al encuentro junto a la piscina. Era más grande. Más profundo.

—No planeo involucrarme en nada —respondí, tratando de calmarla y a la vez a mí misma.

—Más te vale, Hannah —dijo, sus ojos afilados como dagas—. No voy a cargar con las consecuencias de tu irresponsabilidad. Y ahora, las dos, váyanse a sus habitaciones. Necesito descansar, y no quiero ruidos.

Lía me lanzó una mirada de incredulidad, pero ambas subimos las escaleras en silencio. Sabíamos que no valía la pena discutir con ella. Cuando llegamos a mi habitación, cerré la puerta detrás de nosotras, sintiéndome como si estuviera atrapada en una jaula.

—Wow, tu tía es… algo más —dijo Lía, dejando escapar una risa tensa—. Nunca me había sentido tan bienvenida en toda mi vida.

—Lo siento —respondí, soltando un suspiro—. Siempre ha sido así. No sé por qué me odia tanto, pero está claro que nunca cambiará.

—No es tu culpa, Hannah. Algunas personas simplemente están llenas de amargura, y creo que tu tía tiene esa habilidad perfeccionada. —Lía se dejó caer en la cama, mirando al techo—. Pero eso que dijo sobre las desapariciones… ¿crees que tiene algo que ver con lo que pasó ayer?
Asentí, sentándome junto a ella. No podía sacudirme la sensación de que todo estaba conectado, de que algo más grande estaba sucediendo, algo que escapaba a mi comprensión. Las desapariciones, el comportamiento de Taehyung, el poder que sentí en su presencia.

Todo parecía estar entrelazado en un misterio que apenas comenzaba a desentrañar.

—No lo sé —respondí finalmente—, pero tengo un mal presentimiento. Como si lo que pasó en la mansión no fuera el final, sino el principio.

Lía me miró con seriedad, su expresión perdiendo por completo el rastro de despreocupación que normalmente la caracterizaba.

—Entonces, tendremos que estar más alerta. Porque si esto es solo el comienzo… no quiero ni imaginar cómo será lo que viene después.

Esa noche, después de la tensa conversación con mi tía, me tomé un momento para respirar y tratar de relajarme. Sabía que si seguía alimentando la ansiedad, no iba a poder pensar con claridad. Lía, siempre más despreocupada, intentaba desviar la conversación hacia temas triviales mientras nos acomodábamos en la habitación que compartíamos. Las paredes altas y los muebles oscuros de la mansión siempre me hacían sentir pequeña, pero aquella noche decidí no dejar que eso me afectara.




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