Eternal nights saga

La tragedia en el bosque

Mientras tanto, en un lugar oscuro y sombrío, los merodeadores se acercaban a la Sombra para informarle sobre lo ocurrido con Baldur. El aire estaba cargado de tensión y el silencio era casi palpable. La Sombra, envuelta en un manto de misterio, escuchaba atentamente, su figura apenas visible en la penumbra.

-Mi señor, Baldur ha sido neutralizado -dijo uno de los merodeadores con voz temblorosa, inclinándose ligeramente en señal de respeto.

La Sombra asintió lentamente, su rostro oculto en las sombras. Un destello de satisfacción cruzó sus ojos, aunque permaneció en silencio por un momento, dejando que la noticia se asentara.

-¿Hubo complicaciones? -preguntó finalmente, su voz resonando con una calma inquietante.

-No, mi señor. Todo salió según lo planeado -respondió el merodeador, tratando de mantener la compostura.

La Sombra miró hacia un lado, donde una figura enigmática emergió de la penumbra. No se podía distinguir quién era, pero su presencia era imponente, irradiando una energía oscura y poderosa.

-Ahora te toca a ti -dijo la Sombra con voz fría y calculadora-. Ya sabes qué debes hacer.

La figura asintió en silencio, sus ojos brillando con determinación. Sin decir una palabra, se giró y desapareció en la oscuridad, lista para cumplir con su misión.

Los merodeadores intercambiaron miradas nerviosas, conscientes de que algo grande estaba por suceder. La Sombra se levantó lentamente, su manto ondeando ligeramente con el movimiento.

-No podemos permitirnos fallar -murmuró para sí mismo, aunque sus palabras resonaron en la sala-. El destino de todos depende de ello.

Con un último vistazo a los merodeadores, la Sombra se desvaneció en la oscuridad, dejando tras de sí una sensación de inquietud y anticipación.

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El castillo estaba lleno de actividad mientras los representantes de los clanes llegaban uno tras otro. Vampiros, hombres lobo y brujas se reunían en los grandes salones, discutiendo la inminente amenaza de la Sombra y los preparativos para el ritual. Sin embargo, las guerreras dragón aún no habían llegado, y nadie sabía si lo harían.

En medio de esta agitación, una figura imponente hizo su entrada. Andras, uno de los vampiros más hermosos del planeta, caminaba con una gracia y confianza que capturaba la atención de todos. Las vampiras suspiraban a su paso, susurrando entre ellas sobre su belleza y su historia. Andras había convertido a Selene en vampira hace siglos y había tenido una aventura con ella, aunque ella nunca lo había amado.

Andras avanzó por los pasillos del castillo, disfrutando del murmullo de cotilleos que lo rodeaba. Al llegar a la gran sala donde Lucius y Nicolae estaban reunidos, se detuvo y presentó sus respetos.

-Lucius, es un honor estar aquí -dijo Andras, inclinando ligeramente la cabeza en señal de respeto.

Lucius, siempre en presencia de Nicolae, su amante y mano derecha, asintió.

-Andras, bienvenido. Tu presencia es apreciada en estos tiempos difíciles -respondió Lucius, su voz firme.

Nicolae, con su porte imponente, observó a Viktor con una mezcla de curiosidad y desconfianza. Sabía que Andras disfrutaba del cotilleo y que su llegada podría complicar aún más la situación.

Andras sonrió, sus ojos brillando con diversión.

-He escuchado algunos rumores interesantes mientras caminaba por el castillo -dijo, su tono ligero-. Parece que hay una situación bastante complicada entre Andreea y Darius, el hombre lobo. Debo admitir que me divierte bastante.

Lucius frunció el ceño, consciente de la gravedad de la situación.

-Andras, esto no es un asunto para tomar a la ligera. La paz entre nuestros clanes está en juego, y debemos manejar esto con cuidado -dijo, su voz llena de autoridad.

Andras levantó las manos en un gesto de rendición.

-Por supuesto, Lucius. Solo estaba comentando lo que he escuchado. Pero estoy aquí para ayudar en lo que sea necesario -dijo, su tono más serio.

Nicolae intervino, su voz firme.

-Andras, necesitamos tu apoyo para enfrentar la amenaza de la Sombra. Debemos dejar de lado cualquier distracción y concentrarnos en el ritual -dijo, su mirada fija en Viktor.

Andras asintió, comprendiendo la urgencia de la situación.

-Entiendo, Nicolae. Estoy aquí para ayudar. Juntos, enfrentaremos esta amenaza y protegeremos a nuestros clanes -dijo, su voz llena de determinación.

Con la llegada de Andras, la tensión en el castillo aumentó, pero también lo hizo la determinación de los clanes de unirse y enfrentar la amenaza de la Sombra. Mientras los preparativos continuaban, todos sabían que el camino por delante sería difícil, pero estaban dispuestos a hacer lo que fuera necesario para proteger a sus seres queridos y asegurar la paz.

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Andreea estaba en el campo de entrenamiento dentro del castillo, desahogando su frustración y dolor con cada golpe de su espada. Sus ojos estaban rojos de tanto llorar, pero su determinación no había disminuido. Cada movimiento era preciso y lleno de fuerza, como si intentara exorcizar el dolor que sentía en su corazón.

De repente, sintió una presencia detrás de ella. Giró rápidamente, colocando la espada en el cuello de Viktor, quien había llegado sin hacer ruido. Andras levantó las manos en un gesto de rendición, pero su expresión era de burla.

-Tranquila, Andreea. Solo soy yo -dijo Andras, con una sonrisa juguetona.

Andreea lo miró con desdén, su espada aún en su cuello.

-¿Qué quieres, Andras? -preguntó, su voz llena de irritación.

Andras bajó las manos lentamente, su sonrisa no desapareciendo.

-Solo quería ver cómo estabas. He oído algunos rumores interesantes y pensé que podrías necesitar compañía -dijo, su tono coquetón.

Andreea, sin perder un segundo, le dio un puñetazo en el estómago, haciendo que Andras se doblara de dolor. Él soltó una carcajada, a pesar del golpe.

-Siempre me ha gustado tu mal genio, Andreea -dijo Viktor, recuperando el aliento.




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