Eternal nights saga

La clave de la victoria

Hace más de tres mil años, en una época donde la magia y las criaturas míticas eran parte del mundo, la Sombra, una entidad de oscuridad pura, amenazaba con sumir la tierra en tinieblas eternas. Su poder era inmenso, y pocos se atrevían a enfrentarlo. Sin embargo, un grupo de valientes guerreras, conocidas como las guerreras dragón, se levantaron para combatir esta amenaza.

Estas guerreras eran conocidas por su vínculo con los dragones, criaturas majestuosas y poderosas que les otorgaban habilidades extraordinarias. Entre ellas, destacaba un joven hombre, el único en la historia que había logrado vincularse con un dragón. Su nombre era Arian, y su dragón, Fyrn, era uno de los más antiguos y poderosos de su especie.

La batalla final contra la Sombra tuvo lugar en un valle rodeado de montañas, un lugar donde la magia fluía con fuerza. Las guerreras dragón, lideradas por Arian y Fyrn, se prepararon para el enfrentamiento decisivo.

—Hoy, luchamos no solo por nuestras vidas, sino por el futuro de nuestro mundo—dijo Arian, su voz resonando con determinación mientras montaba a Fyrn.

La Sombra emergió del abismo, una figura oscura y amorfa que parecía absorber toda la luz a su alrededor. Con un rugido ensordecedor, Fyrn lanzó una ráfaga de fuego hacia la Sombra, pero esta absorbió las llamas sin inmutarse.

—No puedes derrotarme, mortal—dijo la Sombra con una voz que parecía surgir de las profundidades de la tierra.

—No estoy solo—respondió Arian, alzando su espada, la cual brillaba con una luz dorada, infundida con la magia de los dragones.

Las guerreras dragón atacaron en formación, sus movimientos sincronizados y precisos. Cada golpe de sus armas estaba cargado con la energía de sus dragones, creando destellos de luz que cortaban la oscuridad de la Sombra. Sin embargo, la entidad oscura era formidable, y por cada herida que sufría, parecía regenerarse rápidamente.

Arian sabía que necesitaban algo más para derrotar a la Sombra. Recordó un antiguo hechizo, uno que requería el sacrificio de su vínculo con Fyrn. Con un dolor en su corazón, decidió que era la única opción.

—Fyrn, necesito tu poder una última vez—dijo Arian, susurrando al oído de su dragón.

Fyrn asintió, comprendiendo el sacrificio que ambos estaban a punto de hacer. Con un rugido final, el dragón canalizó toda su energía en Arian, quien se convirtió en un faro de luz pura. Con un grito de guerra, Arian se lanzó hacia la Sombra, su espada brillando con una intensidad cegadora.

La Sombra intentó defenderse, pero la luz de Arian era demasiado poderosa. Con un golpe certero, Arian atravesó el corazón de la Sombra, desintegrándola en un estallido de luz y oscuridad. La batalla había terminado, y la Sombra fue desterrada a una dimensión oscura, donde permanecería atrapada durante siglos.

Arian, agotado y sin su vínculo con Fyrn, cayó de rodillas. Las guerreras dragón se acercaron, rodeándolo con respeto y gratitud.

—Has salvado nuestro mundo, Arian—dijo una de las guerreras, ayudándolo a levantarse.

—Lo hemos hecho juntos—respondió Arian, mirando al cielo donde una vez voló su fiel dragón.

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Aún siendo de noche, Mihaela abrazaba a Kai en la cama, sus cuerpos entrelazados en un cálido abrazo. Susurraban palabras de amor, disfrutando de la intimidad del momento.

—Te amo, Kai—dijo Mihaela, acariciando suavemente su rostro.

Aunque Mihaela sentía que aún amaba a Noah, no pudo evitar que se le escapara decirle “te amo” a Kai. A Kai le dio un vuelco al corazón al escuchar esa palabra de la boca de la mujer que anhelaba, aún sin haberla conocido antes en persona. Mihaela se sorprendió de haber dicho eso, pero realmente le salió de lo más profundo de su ser y, por una parte, se asustó. ¿Estaría enamorándose de verdad de Kai? ¿O ya lo estaba incluso antes de su viaje a Londres, antes de partir de este castillo? Esas preguntas asustaron más a Mihaela.

—Y yo a ti, Mihaela. Eres mi todo—respondió Kai, besando su frente.

De repente, un golpe en la puerta interrumpió su momento. Mihaela suspiró y se levantó, cubriéndose con una bata. Abrió la puerta y encontró a un soldado esperando.

—Disculpe la interrupción, mi señora, pero la reunión está por comenzar—dijo el soldado con respeto.

—Gracias, estaré allí en un momento—respondió Mihaela, cerrando la puerta suavemente.

Kai, aún en la cama, la miró con una mezcla de tristeza y comprensión.

—No estoy invitado, ¿verdad?—preguntó Kai, sabiendo la respuesta.

—No, amor. Eres un recién llegado y esta reunión es solo para los miembros del consejo—dijo Mihaela, acercándose a él y besándolo con ternura—. Pero no te preocupes, volveré pronto.

Kai asintió, aceptando la situación. Mihaela se vistió rápidamente y, con una última mirada amorosa hacia Kai, salió de la habitación y se dirigió a la sala del trono, donde la esperaban para la importante reunión.

Mientras se dirigía a la sala del trono, su mente estaba llena de dudas y emociones encontradas. Recordaba a Noah, su primer amor, y cómo había sido su roca en tiempos difíciles. Pero ahora, Kai había entrado en su vida de una manera inesperada y poderosa.

—¿Qué me está pasando?—se preguntó Mihaela en voz baja, mientras caminaba por los pasillos oscuros del castillo.

Al llegar a la sala del trono, se encontró con los miembros del consejo ya reunidos. Todos la miraron con respeto y expectativa. Mihaela tomó asiento en su lugar habitual, tratando de apartar sus pensamientos personales y concentrarse en los asuntos importantes que tenían que discutir.

Pero en el fondo de su mente, las preguntas seguían resonando. ¿Podría realmente amar a Kai? ¿Y qué significaría eso para su futuro y el de su gente?

En la reunión, además de los cuatro líderes más importantes de cada clan de vampiros, estaba Lucius en su asiento del trono, ya que era el rey de los clanes vampiros y del clan Sangre Nocturna. A su lado, Nicolae; mantenía su porte imponente. Al lado de Mihaela estaban Andreea y Noah. También se habían unido a la reunión el rey alfa y Marcus, el alfa del clan cercano a Sangre Nocturna. Seraphina, la líder del clan de brujas, el rey del clan de los elementales y el gran mago también estaban presentes.




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