Eternal Shadow

Raziel

— Te creo…Los veo y te creo Jonathan — afirmó David

Espalda contra espalda Jonathan trataban de protegerse de los demonios que parecían aumentar cada vez más. Irbin luchaba lo que le permitía su regordete cuerpo. Garras contra espadas, fauces y gruñidos.

Lucharon, pero fueron superados, las bestias los rodearon y finalmente vencieron. Los tres, fueron arrastrados colina abajo, hacia las frías aguas del lago Lyn. A pesar de los gritos y patadas que pegaban a las bestias, estas no aflojaron su agarre. Pronto, todo se dejó de escuchar.

El agua del lago los cubrió, Jonathan vio por última vez a la luna quien era testigo de su final, y quizá estaba bien. Por fin acabaría el dolor, la culpa. Por fin podría reunirse con su amada y su familia.  Lentamente su cuerpo se hundía en las negras aguas del lago. Sus pulmones sentían el peso y la presión. Jonathan ya no luchaba, solo miraba aquella luz blanca de la luna que poco a poco desaparecía.

Giró un momento su vista y a metros de él, la figura de David aun luchaba por subir a la superficie, pero los demonios tiraban de el hacia el fondo. David, su amigo en sus peores momentos, quien había estado con el sin importar nada. Se había convertido en un hermano, su hermano.

Ese pensamiento, aquel cariño fue lo que desencadenó todo. No quería ver morir un hermano más, no de nuevo y no sin que el pudiera hacer nada. Sus brazos flácidos volvieron a moverse, sus piernas empujaron hacia arriba buscando subir, pero no podían. El demonio también tiraba de él hacia abajo y su fuerza era mayor. La luz de la luna casi no pasaba ya las aguas, Jonathan comenzó a desesperarse y sus pulmones a clamar por aire.

Oía los latidos de su corazón que resonaban fuerte en sus oídos. Luchaba, aun luchaba. Su piel se desgarraba entre los colmillos de aquella bestia, pero no quería rendirse. Su amigo ya casi perdía la fuerza. Entonces en su mente, un fugaz recuerdo brilló. Raziel. — Ayúdanos — pensó con lo que quedaba de fuerzas — Te ruego Raziel me escuches, ayúdanos — Su garganta quemaba, ardía como el fuego del averno — Ayúdame a terminar con esto… — Sus piernas se rindieron y la oscuridad lo atrapó.

 

Nadie en el mundo fue testigo de lo que sucedió en aquel lago. De pronto una fuerza inmensa recorrió las profundidades del agua matando a los demonios. Aquellos que yacían en la superficie fueron asesinados de igual forma. Jonathan despertó con el terrible dolor del agua saliendo de su cuerpo. Una enorme luz cegadora rodeaba el lugar. Tal era el brillo que todo a su alrededor parecía ser de un gris perfecto.

Al levantar la vista, temeroso, vio lo que pocos mortales pueden decir con verdad. Un ángel, un ser celestial quien en todo su tamaño flotaba por encima de las aguas del lago Lyn. Este enorme ser no tenía una forma constante, parecía cambiar cada que se le miraba. Jonathan se incorporó hasta ponerse de rodillas, estaba temblando.

— ¡Arcángel Raziel! Me inclino ante tu grandeza.

Temía en decir algo más, Elphas le había dicho que invocar un ángel era difícil, muy complejo, pero ahí estaba el, frente a una figura cuyo aliento podría borrarlo del mundo.

—Jonathan Shadowhunter… —se oyó la voz del ángel, esta parecía resonar en el mundo con eco, los árboles crujieron ante su voz — levanta la cabeza siervo de Dios

Jonathan obedeció al instante. Miraba al ángel nuevamente, no podía describir su rostro ni la belleza que le rodeaba, detrás de él, enormes alas se movían, por momentos parecían miles y por otros parecía una sola. Su mente humana no comprendía la magnitud del ser que tenía frente a él.

— Eh visto tu alma Jonathan… eh pesado tu corazón —  la boca del ángel no parecía ni siquiera abrirse a pesar de estar hablando — tus penas han abierto heridas en ti. Siervo del creador, Dios escuchó tu llamado y, me envió aquí ¿Cuál es tu petición?

Sus rodillas sufrían al estar tanto tiempo en esa posición. Había perdido sangre por el ataque de los demonios, estaba muy herido, pero no perdería esa oportunidad.

— Quiero poder matar a estos demonios…quiero erradicarlos, quiero acabar con ellos y terminar por fin con la destrucción que causan. Lucharé contra ellos, protegeré a quienes caigan en sus garras…

El ángel lo dejó hablar, aquella celestial figura no hizo ningún movimiento. Parecía estar considerando las palabras del hombre. Jonathan no solo buscaba ahora venganza por su familia, recordaba aquella manito sucia tira en aquel callejón, sus amigos caídos en el bosque. David…su hermano siendo arrastrado a las oscuras aguas. Jonathan quería acabar con todos los demonios, no quería volver a perecer ante ellos.

— El camino que pides estará plagado de dolor y muerte Jonathan ¿Estarás dispuesto a entregar tu vida en ello? ¿Servirás como guerrero de tu Dios fielmente hasta que tu vida cese?

— Lo haré, seré su guerrero contra los demonios que invaden el mundo. Yo acabaré con ellos

El ángel posó su mirada por primera vez en él. Sintió como si de pronto el sol solo lo iluminara a él. Mantener la mirada era muy difícil. Jonathan levanto uno de sus brazos para cubrirse de aquella abrazadora luz de su mirada. Lentamente vio como algo se acercaba a él, al principio fue borroso, luego, este cobró forma. Era una copa.

Jonathan tomó aquella copa entre sus manos. Estaba hecho de un metal que no parecía oro o algún metal conocido por el hombre.  Al verlo de cerca parecía que el metal tenia vida y se movía lentamente.

— Bebe de la copa Jonathan, dentro yace mi sangre la cual te conferirá la fuerza y la vitalidad para enfrentar a los demonios.

Miraba dentro de la copa, esta se veía vacía, ¿La sangre de los ángeles era transparente? Quizá lo era, después de todo eran seres superiores. Jonathan sin cuestionar, acercó la copa a sus labios y la inclinó. Al principio no sintió mas que el metal frio, luego un líquido se deslizó desde la copa a su garganta. No tenía sabor ni olor. — Es como beber agua — Pensó, pero aquello solo fue el inicio. Pronto sintió como si fuera a morir. Sintió sus venas arder, algo le quemaba desde adentro y se esparcía como un veneno.




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