Eternamente enamorada.

|Capítulo 1|

[1 año antes]

Estoy jodidamente azogada.

Papá lleva 6meses pidiéndome que invite a Esteban a cenar «exactamente los 6meses que llevamos juntos después de la trágica situación que habíamos pasado.»

Estoy más que afligida, el hecho de que haya perdonado a papá no quiere decir que no tema por la integridad de mi prometido «¡mi guapísimo prometido!».

Sólo pensar en que hizo lo mismo con Carlos, «mi Carlos» se me ponen los nervios de punta.

Él siempre fue tan noble, tan amigable, tan inocente.

Aún recuerdo cuando salieron juntos y tuvieron un día de chicos, Carlos estaba entusiasmado, según él las cosas habían ido bien, pero en realidad no fue así, lo único que quería papá era conocerlo, saber los lugares que frecuentaba para poder quitarle la vida en la primera oportunidad que tuviera.

Me he quedado pensando en todo lo que hubiese pasado si Carlos siguiese aquí.

¿Hubiesemos cumplido nuestros sueños juntos? ¿Ya estaríamos casados? ¿Tendríamos hijitos?

Sinceramente creo que sí.

Sí él estuviese aquí ya estaríamos casados porque el plan era hacerlo en cuanto terminara la universidad.

Me hubiese apoyado con mi mayor sueño y lo hubiese ayudado en su trabajo.

Y lo más seguro es que ya tendríamos a un bebé en nuestros brazos «o estaría embarazada», porque sé que Carlos me habría hecho recapacitar sobre lo maravilloso que sería ser madre tal y cómo lo hizo Esteban.

Y no es que no quiera hacer todo eso con Esteban, al contrario, ¡estamos luchando para lograrlo!, el problema es cuando te arrancan a alguien sin anticipación, sin justificación y sin remordimiento.

Las personas suelen decirme que lo supere, que ya pasó, que ya estoy de enamorada de alguien más y sí, estoy enamorada de alguien más, pero eso no quiere decir que olvidaré al chico que me enseñó a amar, eso jamás pasará y mi novio actual lo sabe.

—¡Hija!

—¡Ya voy! —bajé de mi habitación a toda prisa —¿qué sucede, mamá?

—¿Cuál es la comida favorita de Esteban?

—La misma que la de Carlos —musité tan bajo que no me escuchó —ama la paella y los mariscos.

—Prepararé mariscos al eneldo con mostaza y haré spaguetti para que puedas comer con nosotros, ¿te parece?

—Está bien mamá —iba a subir las escaleras cuando un largo suspiro me detuvo.

—¿Qué sucede, cielo? —me encogí de hombros —¿aún no estás lista para que se conozcan formalmente?

—Aquella vez que vino a buscarme «el día del accidente» papá lo devoró con la mirada, tú misma lo dijiste, ¿crees qué estoy entusiasmada por esta comida de mierda? —formé una "o" con mis labios al percatarme la grosería que acababa de decir.

Usualmente no decía groserías «al menos no tantas» y mucho menos con mamá, Esteban es una mala influencia, ¡me ha pegado sus groserías!

—Perdón —solté risitas.

—Siempre habías sido sincera... Omitiendo las groserías —estalló de risa. 

—Mi chico dice 1 grosería por cada 4 palabras que usa, así qué... —me interrumpió.

—Lo entiendo, amor —fue abrazarme —entonces, ¿no estás lista para esta comida de mierda? —imitó mis palabras y era la única persona que se escuchaba adorable diciendo malas palabras.

—No, mamá —me senté perezosamente en la isla frente a ella quien estaba buscando los ingredientes para cocinar —no quiero que se repita el mismo patrón y tampoco quiero seguir teniendo miedo a lo que haga papá —ladeé mi rostro.

—Sé que es difícil asimilar todo lo que pasó, pero debes confiar en tu papá, debes recordar que él tampoco la pasó bien en el reclusorio.

—Jamás pensé que le tendría miedo a papá —solté de golpe.

—¿Le tienes miedo? —abrió sus ojos como platos.

—No tengo miedo de que vaya a hacerme algo a mí, pero si a cualquier chico que entre en mi vida —eso sonó verdaderamente mal.




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