Capítulo 3
Calvin nunca podría olvidar la forma en la que su padre lo había mirado. Se acostumbró a las miradas avergonzadas de extraños, observando a su madre y a él moverse con bolsas de basura. Su padre lo miró igual. Innumerables veces se sentía no deseado. Había sido un problema en la vida de su padre. Su papá lo había aislado, nunca se hablarían.
Su madre había pensado que necesitaba mantener las cosas al corriente. Ella conseguiría un trabajo, feliz y orgullosa de sí misma. Las facturas fueron pagadas y ella no necesitaba ayuda con nada. Ella llevaba la etiqueta de madre soltera y el miedo no estaba en su estilo de vida.
Entonces, de la nada, comenzó a dejar el trabajo de previo aviso de dos semanas. El miedo se adentró y murmuraba en medio de la noche, Calvin notó que su madre se mordía las uñas más que otras personas. Su vida se salió de control después de eso.
Miró por la ventana cuando pasaron juntos a varios frondosos árboles. No podía recordar la última vez que vio un lugar lleno de vida natural. El sol había salido, y esta vez, estaba bien mirar por la ventana. Solo durante la noche estaba prohibido. Una regla extraña.
Condujeron por el largo de un acantilado. Las olas del océano se estrellaron en las paredes rocosas por debajo de ellos. Por supuesto, varios pensamientos perturbadores pasaron por su mente; El irse varias veces se sentía normal para él cuando no debería serlo.
Sus ojos se estaban cerrando y se estaba quedando dormido. El viaje duró mucho más de lo que pensó.
Frotó sus ojos, tratado de mantenerse despierto.
Pronto condujeron por una delgada calle de adoquines; Las elegantes casas se movían lentamente. Bajó la ventanilla y dejó que la brisa acariciara su rostro.
— Te encantará este nuevo hogar. Creo que encaja con amos. Crecí en este vecindario—. Su madre sonrió mirando el espejo retrovisor. Un silencio denso creció en el coche. — Oye, al menos son vacaciones de verano.
Ella golpeó el volante y este zumbó torpemente.
— No tienes que preocuparte por volver a la escuela como el nuevo— Intentó que el humor se mezclara en el espacio. — Hay montañas y árboles por donde mires. Calvin, te encantará este lugar.
— Estoy seguro de que no nos quedaremos por mucho tiempo—, murmuró Calvin, cortando a su madre. Dirigió su mirada a la ventana. — Se siente como si siempre huyéramos de algo. ¿Por qué no puedes manejar la verdad de mí? — La mayoría de las veces se guardaba estas cosas para sí mismo.
— Te amo por lo que eres, sin importar sin importar si te gustan las chicas o los chicos, o las personas moradas, azules o verdes— Ella se detuvo en el camino de la entrada. — Esto es por ti, y un día entenderás por qué.
— Entiendo la forma en la que me miras— Él la volvió a mirar. — Crees que pasa desapercibido, pero capturo las miradas.
Observó cómo se alejaban de los árboles mientras se detenían en una casa grande.
— Quiero saber quién está detrás mío— Hizo una pausa. — ¿Es papá?
Su madre apagó el auto y se giró hacia él.
— Tu padre no volverá, Calvin.
Sacudió la cabeza y frunció los labios con furia.
— ¿Alguna vez te ha deseado un feliz cumpleaños? ¿Alguna vez te ha enviado algo? ¿Alguna vez te ha llamado? — Sus ojos se veían decaídos. — Lo siento, Cal, pero él simplemente no hará esas cosas. — Ella levantó la vista. — A él no le importas lo suficiente como para que intente llevarte.
Eso fue suficiente.
Calvin salió del coche y miró el hermoso jardín cubierto de rosas frescas de diferentes colores. Contuvo las lágrimas que picaban sus ojos al ver la fuente de un ángel, derramaba agua.
Las abejas zumbaban haciendo su trabajo, y los pájaros estaban en las ramas mientras cantaban hermosas melodías. El césped era recién cortado, había un banco de madera y una mesa exterior de vidrio.
Él se giró ligeramente, vio la superficie del océano azul claro. Las nubes eran como una lenta y suave brisa de algodón.
Su madre abrió la puerta y salió. Había otras casas en la zona, tal vez dos o tres más. El lugar estaba cerca del acantilado por el que condujeron. La playa estaba en el borde, y aunque al principio se sentía irreal, sabía que pronto estaría en casa. Calvin respiró el momento. Dio un paso adelante cuando una hoja descendió de manera zigzagueante de su árbol y aterrizó frente a sus zapatos.
Su madre abrazó a la agente de bienes raíces que estaba parado fuera del camino. Ella se colocó una carpeta en el pliegue del codo. Era de India del Este, con cabello largo cual carbón y dientes blanco perlado.
— Es tan bueno verte de nuevo, Jennifer—, saludó la agente de bienes raíces.
— Gracias por reunirte aquí conmigo, Raj. Solo hay algunas cosas que quería discutir—. Su voz se desvaneció cuando entraron a la casa.
Editado: 24.12.2018