Everlake

E11: El guardián

La noche cayó sobre Everlake con una velocidad anormal. El aire estaba cargado de electricidad, y un silencio pesado cubría el pueblo, como si el mundo estuviera conteniendo la respiración. Nate no podía apartar la vista del símbolo recién grabado en su brazo. Era idéntico al de Emma, pero algo en él parecía... incompleto.

Sentado junto al altar del lago, Nate sentía cómo las palabras de Clara resonaban en su mente: "El ciclo no puede cerrarse mientras el puente exista." Pero Emma ya no estaba, y el altar, aunque vacío, aún irradiaba una energía inquietante.

La aparición de lo imposible

De repente, un brillo tenue comenzó a emanar del altar. Nate retrocedió, su corazón latiendo con fuerza. Una figura comenzó a materializarse frente a él, pero no era Emma ni Clara. Era Liam.

-¿Liam? -preguntó Nate, incrédulo.

Liam levantó la cabeza, pero su rostro estaba distorsionado, como si fuera una mezcla de su yo humano y algo que había visto el abismo. Sus ojos eran completamente negros, pero su voz, aunque más profunda, seguía siendo la suya.

-No hay tiempo, Nate. Emma no llegó al abismo.

Nate sintió que el suelo bajo sus pies se desmoronaba.

-¿Qué estás diciendo? ¡Ella cruzó el portal!

-No es tan simple. El Ojo juega con nosotros. El portal que tomó Emma no la llevó al abismo. La llevó a un espejo: una prisión creada por el Ojo para los que se rebelan contra el ciclo.

El giro inesperado

Nate sintió que un nudo se formaba en su estómago.

-Entonces, ¿dónde está?

Liam dio un paso hacia él, su forma parpadeando como si fuera una imagen proyectada.

-Está atrapada entre los reflejos, Nate. Cada espejo en Everlake es una puerta hacia donde está. Pero no todos llevan al mismo lugar, y no sabemos cuál puede liberarla.

Nate miró su brazo, el símbolo pulsando como si tuviera vida propia.

-¿Y qué se supone que haga?

Liam se inclinó, su rostro ahora a solo centímetros del de Nate.

-Encuentra el espejo correcto antes de que el Ojo se dé cuenta.

El pueblo deformado

Sin pensarlo dos veces, Nate corrió de regreso al pueblo. Pero lo que encontró al llegar fue aterrador. Everlake ya no era el mismo. Las calles se retorcían, los edificios parecían fundirse entre sí, y los espejos... estaban en todas partes. Cada ventana, cada charco de agua, reflejaba algo que no era del todo real.

-Esto es una trampa -murmuró Nate para sí mismo, avanzando con cautela.

De repente, escuchó un susurro detrás de él. Giró rápidamente y vio una figura reflejada en un espejo cercano. Era Emma.

-¡Emma! -gritó, acercándose.

Pero antes de que pudiera tocar el espejo, el reflejo de Emma se transformó en algo oscuro, con dientes afilados y ojos vacíos. Nate retrocedió, tropezando y cayendo al suelo.

La guía inesperada

Cuando levantó la vista, una niña estaba frente a él. No tendría más de 10 años, con un vestido blanco y el cabello suelto, pero sus ojos eran completamente dorados.

-¿Quién eres? -preguntó Nate, levantándose con cautela.

-Soy un eco -respondió la niña, con una voz que parecía venir de otro tiempo y lugar-. Una memoria del ciclo anterior.

-¿Puedes ayudarme?

La niña asintió.

-Hay un espejo que conecta todos los caminos. Pero el Ojo lo protege. Si llegas a él, puedes traerla de vuelta.

-¿Dónde está ese espejo?

La niña señaló hacia el centro del pueblo.

-En el campanario. Pero no irás solo. Él ya te está siguiendo.

Antes de que Nate pudiera preguntar a qué se refería, la niña desapareció, dejando tras de sí un rastro de luces doradas que se desvanecieron rápidamente.

La persecución

Nate comenzó a correr hacia el campanario, pero no pasó mucho tiempo antes de que sintiera que algo lo seguía. Podía oír pasos pesados detrás de él, y una risa baja y gutural que le helaba la sangre.

Giró la cabeza rápidamente y vio una sombra enorme que lo perseguía. Su forma era cambiante, pero sus ojos brillaban como brasas.

-¡Corre, Nate! -escuchó la voz de Emma, resonando desde los espejos a su alrededor.

Él corrió más rápido, el campanario cada vez más cerca. Pero la sombra también aumentó su velocidad, sus gruñidos retumbando en el aire.

El espejo del campanario

Cuando finalmente llegó al campanario, la puerta estaba entreabierta. Nate la empujó con todas sus fuerzas y la cerró justo cuando la sombra estaba a punto de alcanzarlo.

El interior del campanario era oscuro, excepto por un enorme espejo en el centro. Este no reflejaba a Nate, sino un paisaje de agua negra y cielos rojizos: el abismo.

-Ese es el camino -susurró la voz de la niña en su mente.

Nate se acercó al espejo, pero antes de que pudiera tocarlo, la sombra atravesó la puerta del campanario.

-No escaparás del ciclo -gruñó la sombra, acercándose lentamente.

Nate, con el corazón a punto de explotar, miró el espejo y luego a la sombra. Con un grito de desesperación, tocó el cristal.

El abismo dentro del abismo

La sensación fue instantánea. Nate fue arrastrado al espejo, pero lo que encontró no era Emma, ni el abismo que Liam había mencionado. Era algo peor.

Estaba en un espacio infinito de espejos, cada uno mostrando versiones diferentes de Everlake. En uno, el pueblo estaba en ruinas; en otro, estaba cubierto de sangre; en otro, no existía en absoluto.

-¿Emma? -gritó, su voz rebotando entre los espejos.

De uno de los reflejos, Emma apareció, pero algo en ella estaba mal. Su piel estaba cubierta de grietas, y sus ojos, aunque vivos, reflejaban un dolor indescriptible.

-Nate... no debiste venir -dijo, con lágrimas en los ojos-. Ahora el Ojo tiene dos guardianes.

Antes de que Nate pudiera responder, sintió que algo lo agarraba por los hombros y lo arrastraba hacia otro espejo. Su grito se perdió en el vacío, mientras Emma observaba, impotente.

Un nuevo ciclo comienza



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En el texto hay: misterio, suspenso, pueblo

Editado: 09.01.2025

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