🕯️ El fuego y la sombra🕯️
Siempre me ha costado encender velas.
Suena ridículo, lo sé. En una familia de brujas poderosas, donde un simple parpadeo puede desatar una tormenta y un susurro puede torcer el destino, lo mínimo que debería poder hacer es encender una maldita vela. Pero aquí estoy, chasqueando los dedos una y otra vez frente a la mecha, esperando que una chispa de magia—cualquier chispa—me pruebe que no soy un fraude.
Nada.
El viento que entra por la ventana apenas mece la llama de la vela de mi madre, que brilla estable en el altar de la sala. La mía, en cambio, sigue apagada.
—Deberías dejar de intentarlo, Daelyn —dice mi hermana, apoyada contra el marco de la puerta—. Es patético.
Cierro la mano con fuerza, reprimiendo las ganas de lanzarle la vela a la cabeza. No serviría de nada. Mi hermana, poderosa como es, la atraparía en el aire con un simple movimiento de la mano. Y yo solo quedaría como la estúpida sin magia que todos creen que soy.
—Podrías ayudarme en lugar de burlarte —gruño.
Ella se encoge de hombros. —Podría. Pero no servirá de nada. Mamá dice que si la magia no ha despertado en ti a esta edad, probablemente nunca lo hará.
Probablemente nunca lo hará.
Esas palabras las he escuchado tantas veces que ya deberían haber dejado de doler. No lo han hecho.
Cuando mi hermana se va, dejo la vela sobre la mesa y me dejo caer en la silla. El fuego nunca ha sido mi aliado. Y, al parecer, la magia tampoco.
—Si no usas tu magia, ¿qué harás en la ceremonia de Samhain?
Emily mastica su panecillo con los ojos brillantes, demasiado emocionada por mi desgracia. Para ella, cualquier cosa relacionada con magia es increíble, incluso si se trata de mi inminente humillación pública.
—Voy a hacer lo mismo que siempre —respondo, removiendo mi chocolate caliente—: quedarme de pie en silencio mientras mi madre intenta fingir que no soy su mayor decepción.
—No entiendo cómo puedes no estar emocionada —dice ella—. Si yo tuviera una familia de brujas, pasaría todo el día lanzando hechizos.
—Y probablemente habrías volado por los aires en el intento —bromeo.
Emily ignora mi comentario. —Aún creo que hay magia en ti, Daelyn. Tal vez necesitas el momento adecuado para despertarla.
Pongo los ojos en blanco, pero, en el fondo, quiero creer que tiene razón.
Cuando nos despedimos, el sol ya se oculta tras las colinas. Tomo el camino de regreso a casa, hundiendo las manos en los bolsillos de mi abrigo.
Pero cuando llego a la entrada, algo se siente… extraño.
La casa está en silencio. Demasiado. No hay luces encendidas, ni murmullos de mi madre preparando pociones, ni el sonido de mi hermana practicando con su grimorio.
Doy un paso dentro.
Y entonces veo el fuego.
Es una marca en la pared, un símbolo que nunca antes había visto. La madera está ennegrecida a su alrededor, como si algo la hubiera quemado, pero no hay cenizas, no hay humo. Solo esa figura… y el eco de una sombra moviéndose en la oscuridad.
—Mamá… —susurro, el miedo en mi voz apenas audible.
Pero nadie responde.
Y en mi pecho, por primera vez en mi vida, algo despierta.
🌜 Chispas y Sombras🌛
—¡Concéntrate, Daelyn!
—¡Me estoy concentrando!
—¡Pues concéntrate más!
Emily se inclina sobre la mesa con los codos apoyados y la mirada fija en la vela frente a mí, como si pudiera encenderla con la pura fuerza de su voluntad. Yo, en cambio, estoy al borde de la desesperación.
Llevamos casi una hora en su habitación, rodeadas de libros viejos, cristales y un incienso de lavanda que a Emily le pareció "esencial para la atmósfera mágica". Hasta ahora, lo único que hemos logrado es llenar el aire de humo y desesperación.
—Creo que la magia no funciona así —suspiro, dejándome caer sobre el respaldo de la silla.
—Pues claro que no funciona así —Emily cruza los brazos—. Pero si esperaras a que la magia simplemente aparezca, seguirías siendo una no-bruja por el resto de tu vida.
—Quizá eso es lo que soy.
Emily me lanza una mirada asesina.
—No me digas eso, Daelyn. ¿Y si no es que no tienes magia, sino que está bloqueada? ¿Y si alguien la selló?
—¿Por qué alguien haría eso?
—No lo sé. Tal vez naciste con un poder tan fuerte que asustó a alguien.
La miro con incredulidad. —Emily, apenas puedo encender una cerilla sin quemarme los dedos. ¿Cómo voy a tener un poder tan fuerte que alguien decidió sellarlo?
Emily no se inmuta. Se levanta de un salto y comienza a revisar su estantería, sacando libros y dejándolos caer sobre la mesa con un golpe seco.
—Si no puedes usar magia de la forma tradicional, entonces probaremos algo diferente —dice, hojeando uno de los libros.
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Editado: 05.03.2025