ESPECIAL 2
—Deja eso y responde —ordenó Malik.
—¿Realmente necesitas una respuesta? —murmuró con una sonrisa estúpida tirando de sus labios—… que no te hayan dicho nada al respecto… creo que ya dice suficiente.
Malik estaba seguro de que le partiría la cara si no dejaba de sonreír de esa manera.
—¡No estoy para juegos Adrián! —soltó amenazante.
—Escucha —comenzó, levantando las manos en signo de rendición— Creo que no necesitas que te diga lo mucho que tu padre quiere un trabajo limpio, sé que puedes hacerlo y él también, pero piensa que estás tardando demasiado y no quiere que nada se interponga. Solo estoy aquí para darte apoyo si lo necesitas…
—Y para asegurarte de que no falle —interrumpió, el enojo comenzando a florecer en su interior.
—Todo el mundo sabe que tu padre no tiene paciencia con los errores —se encogió de hombros— él confía en ti, pero teme que los mundanos te ablanden ese corazón tan raro que tienes.
—Tú solías tener uno igual —refutó con indignación.
—Cuando era pequeño —concedió—… dejó de serlo cuando cumplí la mayoría de edad y seguí la tradición… tu corazón sigue igual, sin importar cuantas veces repitas la iniciación, y eso amigo mío…es una gran anomalía.
¡Y vaya que lo sabía!
—Cierra la boca.
—Escucha, Malik. Sé que estás aquí para buscar una respuesta. Y yo puedo ayudarte si me dejas.
—¿Qué?
—Jamás te interesaste por la aldea y estar cerca de tu padre te enferma, ¿Por qué razón te ofrecerías a trabajar con él, si no es porque tienes un plan oculto?
El corazón de Malik se detuvo un segundo. Adrián no podía saberlo, nadie a su alrededor sabía lo que estaba buscando… porque en realidad, ni siquiera él lo sabía. Se encontraba en ese sitio porque su corazón le decía que era lo correcto, qué debía estar ahí. Pero no podía permitir que su padre supiera eso.
—Si estás aquí para soltar idioteces, entonces vuelve por donde llegaste —prácticamente escupió— y dile a mi padre que haré el trabajo, solo espero el momento perfecto para asegurarme de dejar el pueblo limpio de bichos.
—Puedes llamarlo y decirle tú. Me ordenaron venir al rincón más aburrido del planeta para ser tu secretario si hace falta, todo con tal de que te sientas inspirado y le plantes una bala entre ceja y ceja al bicho que puede ser o no, capaz de exterminarnos a todos —respondió Adrián de forma contundente. — No me pienso ir de aquí, así que vete acostumbrando.
—¿Una bala? —espetó Malik—eso es demasiado mundano.
Adrián se encogió de hombros.
—Una bala, los colmillos, las garras… una estaca si te viene en gana —susurró acercándose serio a Malik— con lo que gustes exterminar ese “bicho” —hizo comillas con los dedos para enmarcar su sarcasmo— mi deber es llevarle su cabeza a tu padre… cuando esté todo terminado, me iré.
Malik conoce demasiado bien a Adrián. Crecieron juntos y a pesar de que sus personalidades son completamente diferentes, se atrevería a decir que lo considera su mejor amigo. Su única familia.
Pero por alguna razón, escucharlo decir con tanta tranquilidad que lo enviaron para asegurarse de que la chica muera, hace que la rabia le hierva la cabeza.
Su cuerpo se tensó de solo imaginarlo causándole daño y sin detenerse a meditar un segundo, se le fue encima.
Su cuerpo reaccionó por sí solo y para cuando Adrián se dio cuenta de lo que estaba pasando, Malik estaba a punto de arrancarle el corazón.
Estaba a punto de asesinar a su mejor amigo… por ella.
—¿Malik? —una delicada voz se dejó escuchar, atravesando la nube de furia que lo cubría de pies a cabeza. Haciendo que la realidad lo golpeara con intensidad.
Se alejó de Adrián con la misma rapidez con la que lo empotró en la pared del pasillo. Fue capaz de ver la confusión y la curiosidad emanando de su amigo. Y fue dolorosamente consciente de la rapidez con la que el tipo comprendió al menos una parte de la situación... cuando Mila se acercó lo suficiente como para sentir el poder de su magia vibrando a través de su existencia.
—Creí que seguías en la oficina del director —comentó a modo de saludo con una sonrisa radiante iluminando su rostro. Adrián la observó con una expresión que estaba a medio camino entre admiración y negación.
—Terminé hace poco, estaba de camino a la clase de gimnasia —respondió al observar el uniforme deportivo que Mila portaba.
Para nadie era un secreto que solía saltarse algunas clases con tal de pasar tiempo con ella... o bueno, al menos lo intentaba.
—¿Quién es él? —preguntó al no ser capaz de ignorar al curioso chico.
—Él es...
—¡Soy Adrián! —soltó el aludido, interrumpiendo por completo sus palabras.—es un verdadero placer conocerte.
—Soy Mila —le sonrió de nuevo. Se giró para observar a Malik con una clara pregunta en el rostro.
—Es mi... hermano —respondió, casi a la fuerza. No le agradaba para nada tener que decir algo así.