Eviterno

Capítulo IV: Reconfortante

—Te digo que me dolió el hombro como si un camión me lo hubiera pisoteado en cuanto alcé esa caja. Maldita sea, debieron avisarme que contenía herramientas, ¡y no estaría así ahora! —Se señaló el cabestrillo con enfado—. Aparte de joderme el hombro también me lesioné un músculo del antebrazo y ahora me veo en la obligación de andar con esto por dos semanas, que no me pagarán, claro —refunfuñó—. Agradezco tener ahorros. Si no, no tendría cómo fumar.

Cassiel se carcajeó y lanzó la colilla a sus pies.

—Haz de cuenta que son unas vacaciones obligadas.

—¿Y a mí qué? —espetó, y le arrebató el cigarrillo que recién encendió—. En fin. ¿Y el nuevo trabajo qué? ¿Aburrido?

—Atender y supervisar no es la gran cosa. —Elevó los hombros y lo miró de lado—. Es una buena paga.

Lucas contuvo el humo y lo expulsó segundos después, creando círculos con él.

—Me alegra.

—¿Eso es todo lo que dirás? —Alargó la mano, y Lucas le entregó el cigarrillo con una mueca.

—¿Sí? Hombre, lo necesitabas y llegó en el momento indicado. No hubieras vivido mucho con esa liquidación, que, honestamente, era una injusticia total.

Cassiel cabeceó de acuerdo y se concentró en su entorno. El parque a esas horas era solitario, excepto por ellos dos, que bien podían confundirse con las sombras, ya que la banca estaba justamente debajo de un árbol frondoso. A Lucas le encantaba, y a él también le agradaba a medida que pasaba el tiempo a su lado. Lucas era una buena compañía. Al parecer, era esa llama en medio de la oscuridad de su camino que tanto buscaba a tientas. Aunque si bien le extrañaba que su conexión fuera inminente, no se desgastaba pensando en ello.

«Hay que dejar fluir todo», sopesó, y elevó los hombros.

Quiso mirar un poco más al rubio, pero sabía que su mirada analítica a veces lo abrumaba. Se había dado cuenta de esto porque se inquietaba y empezaba a mover las piernas, además de no dirigirle la mirada y anclarla a su cigarrillo a medio fumar. Ya no le entregaba uno nuevo, sino que compartía el suyo. Se sonrojó cuando lo llevó a sus labios y lo mantuvo allí hasta llenar sus pulmones de nicotina y tabaco. El filtro se ponía semihúmedo por esos intervalos de tiempo, mas no le importaba. De hecho, lo reconfortaba. Le parecía un gesto íntimo, demasiado, y codiciaba que se prolongara, pero debía conformarse con esos pocos segundos. En cuanto el cigarrillo regresaba a su mano, saboreaba el filtro con éxtasis y solo inhalaba un poco. No le importaba la calidez que embargaba su garganta, sino el imaginar que Lucas lo besaba a través del filtro.

Exhaló con desgana porque los minutos no perduraron y le regresó el cigarrillo a su acompañante, quien le enarcó las cejas mientras lo regresaba a su boca. Se interesó en el movimiento de sus labios alrededor del filtro y no logró apartar los ojos de ellos. Eran delgados, pero sabía muy bien que también eran suaves. Recordó entonces cuando le besó la mejilla y la frente. Esa calidez era mucho mejor que la que brindaba el cigarrillo. Pestañeó y se hizo el tonto cuando Lucas lo observó.

Entretanto, el rubio se distrajo con su cabello oscuro. No era ni liso ni ondulado, y eso le encantaba. Le enmarcaba el rostro y lo hacía ver más joven. Tenía la leve idea de que Cass era menor que él, y estaba seguro por su forma de expresarse. Ocultó una sonrisa fascinada y sacó otro cigarrillo. Le asombraba esa amistad que florecía entre ellos teniendo en cuenta que no habían interactuado mucho. No obstante, sus silencios eran más que suficiente. Lo único que importaba allí era la compañía que se brindaban. Se jactó de esto, pues era la primera vez que la presencia de alguien más no lo irritaba, incluso sus anteriores amigos y parejas llegaban a nublarle la mente de irritación pasadas unas horas, todo lo contrario con Cassiel, que parecía rellenarle ese vacío tan solitario que a veces lo atosigaba.

Accionó el encendedor, encendió el cigarrillo y cerró los ojos.

«Bueno, aprovecharé este tiempo todo lo posible».

Inhaló y no tardó en exhalar.

Cassiel le recibió el cigarrillo y le sonrió con los labios juntos.

Lucas se enterneció con el gesto y se rio por lo bajo.

Y ahí estaban esas emociones que hacía mucho intentó sepultar intentando emerger… y quizá las dejaría.




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